Fuente "O Estado de São Paulo"
Tweets, SMS y aplicaciones para celular son las armas de las bibliotecas norteamericanas para cautivar a las personas que fruncen la nariz para fichas de papel. Y parece que la táctica está funcionando. Desde que empezaron a adptarse a la generación iPod, estas instituciones, en general asociadas al silencio, ya vieron a miles de personas bajarse canciones gratuitamente de sus sites. Eso sin hablar en las largas colas que se forman para prestar e-readers. Así, de a poco, las bibliotecas se alejan de la lista de cosas que pueden ser eliminadas por los desdoblamientos de internet.
“Las personas tienen una imagen anticuada de las bibiliotecas, de un lugar que no tiene nada sino libros y microfichas”, dice Hiller Goodspeed, diseñadora de 22 años que vive en Orlando, en Florida, y usa la aplicación de la biblioteca de Orange County para descubrir películas extranjeras. Datos del Instituto de Servicios de Museos y Bibliotecas de los EUA muestran que las visitas y la circulación en bibliotecas creció un 20% entre 1998 y 2008.
Desde entonces, según los especialistas, la tecnologia continuó estimulando el aumento de la frecuencia, de la circulación y del uso de esos espacios. “La tecnologia también está trayendo de vuelta a la biblioteca a personas que en algún momento dejaron de pensar que este lugar era relevante para ellas”, dice Chris Tonjes, director de tecnologia de la información de la biblioteca pública de Washington.
Las bibliotecas públicas han proporcionado acceso gratuito a internet, prestado películas y música desde hace años. En los EUA, han adoptado rapidamente los nuevos medios desde el surgimiento del VHS y del vinilo. Ahora, la esfera digital está expandiéndose: 82% de las más de 16 mil bibliotecas públicas norteamericanas tienen Wi-Fi – cuatro años atrás, apenas 37% ofrecían acceso gratuito a internet sin cable, segun la Asociación Americana de Bibliotecas.
Desde la crisis económica, que afectó al país a fines de 2007, las personas pasaron a buscar cada vez mas las bibliotecas para acceder a internet y probar nuevos equipos digitales.
En Princeton, New Jersey, 44 personas están en la cola para prestar Kindles. Roya Karimian, 32, lee las primeras páginas de un libro en el lector de Amazon, después de dos meses de espera. “Ya leí este libro, pero queria saber como es la experiencia de usar el Kindle”, afirma.
Aplicaciones. Un creciente número de bibliotecas está creando aplicaciones o versiones de sus sites para smartphones, dice Jason Griffey, autor del libro Mobile Technology and Libraries (Tecnologia Móvil y Bibliotecas). Nadie dice el número exacto, pero una investigación entre las aplicaciones de App Store de Apple muestra opciones de más de una docena de instituciones del tipo.
La biblioteca pública de Grandview Heights, en Columbus, Ohio, gastó US$ 4.500 (un tercio de lo que ya invirtió comprando CDs) para permitir que sus usuarios bajen todo su acervo de música por medio de un servicio llamado Freegal.
Redes sociales para lectores también están surgiendo. Jennifer Reeder, 35 años, monitorea su ritmo de lectura por medio del Goodreads.com: en este año, hasta ahora, fueron 12.431 páginas, la mayor parte de ellas de libros prestados en bibliotecas. “Cuando era niña, las bibliotecas eran sólo un lugar para ir a hacer la tarea”, dice. Ahora, ellas prestan audiolibros directo en el iPod de sus hijos y alimenta su lista de candiones en iTunes haciendo downloads gratuitos en sites de bibliotecas.
Estructura. Hasta la sobriedad arquitectónica de los edificios de ladrillos está cambiando. Frecuentados por jóvenes con audífonos, las áreas de estudio adquieren aires de café, mientras que los frecuentadores en busca de silencio acaban relegados a algunos pocos rincones menos movimentados. Las estaciones de préstamo nos recuerdan a cajas de supermercado, con libros y DVDs siendo pasados por los lectores de códigos de barra en el lugar de las compras de la família. Las bibliotecas están diseñando nuevas alas que se enfocan en el uso híbrido de tecnologias, dedicando cada vez más espacio a laboratorios de computación y salas de reunión.
La biblioteca central de Seattle tiene casi 400 computadores públicos, algunos de ellos instalados en plena cafeteria. En el edificio antiguo, eran apenas 75 computadores disponibles. El nuevo edificio fue inaugurado en 2008 y está mas próximo al estilo del museo Guggenheim Bilbao, de Frank Gehry, que a los imponentes edificios de ladrillos al que suelen ser asociadas las bibliotecas.
“La función tradicional de la biblioteca, de ser un lugar al que las personas van en busca de información y aprendizaje o para perderse entre libros, continua”, afirma Tonjes, de la biblioteca pública de Washington. “Sólo que ahora eso no está mas limitado al espacio físico de la institución”.
/JEANNIE NUSS (ASSOCIATED PRESS)
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