miércoles, 19 de mayo de 2010

El derecho al olvido digital...Una buena del gobierno francés...

Fuente Publico.es.

Francia abre una consulta pública para devolver el control a los ciudadanos de la información que hay en la Red sobre ellos


Entre Google, Facebook, Yahoo y MSN gestionan la información de casi 2.000 millones de personas. Todas estas compañías son estadounidenses y se rigen por la legislación de protección de datos, muy laxa, que reina allí. Sin su permiso, es imposible borrar de la Red aquella multa publicada en un boletín provincial, esa fotografía inconveniente en una red social o, simplemente, dejar de recibir publicidad. Francia, sin embargo, quiere ahora que el olvido digital se convierta en un derecho.

El Gobierno galo ha abierto una consulta pública para que los ciudadanos y empresas interesadas opinen sobre la necesidad de regular el derecho al olvido en Internet. La secretaria de Estado para la Economía Digital, Nathalie Kosciusko-Morizet, lanzó la idea en noviembre pasado y, desde entonces, se ha reunido con empresas de Internet galas y estadounidenses para diseñar un borrador de una carta de derechos.

"En la Red desvelamos cada vez más nuestras vidas, nuestros gustos, nuestras actividades y nuestro comportamiento", explica Kosciusko-Morizet. Ese rastro se puede seguir por las páginas que visitan los navegantes en la Red, la información que ponen a disposición de los buscadores o lo que publican en las redes sociales. "Sin embargo, la difusión de cierta información personal puede tener un impacto muy negativo en nuestra vida diaria", añade.

En el dossier que acompaña a la consulta pública, se recuerda una encuesta hecha en EEUU en 2009 que revela la dimensión del problema: el 45% de los empleadores fisgoneaba en Internet sobre el pasado de los candidatos a un puesto, frente al 22% que lo hacía en 2008. Un tercio reconoció que lo que vio en la Red influyó en su proceso de selección.

Francia busca, por un lado, facilitar al máximo un derecho a la supresión de la información sobre una persona que haya sido publicada por terceros y que pudiera perjudicarle en un futuro. Esto afectaría a blogs, redes sociales, sitios de vídeos como YouTube... Por otro lado, la carta busca mejorar la transparencia de la explotación con fines comerciales de los hábitos de navegación de los usuarios.


"En la vida real, creas tus datos para algo concreto y se cancelan cuando se agota esa finalidad", argumenta el director de la Agencia Española de Protección de Datos (AEPD), Artemi Rallo. "Pero en Internet hay una dificultad añadida: entran en juego los motores de búsqueda, Google en definitiva, y generan una multiplicación eterna de la información personal. Rallo pone distintos ejemplos: un ciudadano que durante la Transición fue detenido y hasta condenado y canceló sus datos hace años, o un ahora prestigioso médico que, al comienzo de su carrera, cometió una imprudencia por la que fue juzgado y después indultado. Y por eso, se da la paradoja de que se sabe que fueron condenados porque acabaron siendo indultados. "Los buscadores alteran la línea del tiempo", alerta Rallo."


Respuesta de Google

Para el buscador señalado, el conflicto no es tanto si hay derecho al olvido digital sino quién es el responsable de ese olvido. "Los buscadores no tenemos la responsabilidad; es de las páginas que albergan ese contenido", explica la directora de Relaciones Institucionales de Google, Bárbara Navarro. Para el buscador, lo más efectivo es dirigirse a los que pusieron la información en la Red en primer lugar. Navarro hace una reflexión: "Quizás hay que proteger la información antes de ponerla en Internet, no después".



La parte final sobre lo que saben de cada uno por como navegamos...

Lo que saben de ti y cómo lo saben

‘Cookies'. Pequeños ‘bichos' en el ordenador

Cada vez que se visita una página, esta instala en el ordenador del usuario un pequeño archivo de texto llamado ‘cookie'. Como mínimo contiene un identificador único que permite a la web que la ha instalado saber quién le está visitando. Con este dato, puede ir a sus servidores y ver qué páginas del sitio se han visto antes o por cuánto tiempo. En origen se diseñaron para facilitar una rápida descarga de las páginas que más se usan, pero ha degenerado en una fórmula para conocer los gustos del internauta y ofrecerle un sitio personalizado. Además de la propia, una web puede ocultar tantas ‘cookies' como anuncios publicitarios tenga.

Ordenador. Números chivatos

Para poder visitar una página, el ordenador debe revelar antes una serie de datos: su dirección IP (que lo identifica en Internet), el ‘hostname', que muestra también qué proveedor de acceso se está utilizando, el sistema operativo, el navegador instalado en el ordenador y la página desde la que se ha llegado. Esta información es necesaria para mantener la estructura y el tráfico de Internet. A cambio, revela excesiva información. Por eso, al menos en Europa, la dirección IP es considerada un dato personal y, por eso, de especial protección.

Intercambio de datos. En busca de la seguridad

Cuando se diseñó Internet no se pensó en la seguridad de las comunicaciones. En particular, el protocolo HTTP, sobre el que funcionan todas las páginas web, envía y recibe la información en formato de texto. Hay muchas técnicas para interceptar esa información en algún punto de la conexión desde el ordenador de origen al de destino. Para reducir el riesgo se impone el cifrado de los datos y usar protocolos de comunicación segura como el HTTPS. Este, habitual en las transacciones financieras, tiene el hándicap de que ralentiza la comunicación.

El historial. El enemigo en casa y fuera

Para una navegación más rápida, las páginas guardan una copia de su versión más reciente en el ordenador del usuario y en servidores repartidos por el mundo. Con esto se consigue que la web se vea antes. A cambio, cualquier persona que acceda al ordenador podrá espiar en esa memoria caché temporal.

Los buscadores. La cúspide de la pirámide

Por su posición central, Google, Bing o Yahoo tienen acceso a toda la información mencionada. Al combinarla con sus sistemas mejoran sus respuestas pero al precio de saber qué, cuándo, cómo y desde dónde busca el usuario. Yahoo ‘anonimiza' estos datos a los tres meses, Bing a los seis y Google a los nueve.


Y nada mejor para ilustrar esta nota que el cuento de Hernán Casciari:

El uno para el otro.







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