La Tierra está llena
EE.UU. |
En verdad hay que preguntarnos si en unos cuantos años volveremos la mirada a la primera década del siglo XXI –cuando se dispararon los precios del alimento, aumentaron drásticamente los precios de la energía, se disparó la población mundial, los tornados surcaron ciudades, inundaciones y sequías impusieron récords, poblaciones fueron desplazadas y gobiernos fueron amenazados por la confluencia de todo ello– y nos vamos a preguntar: ¿Qué estábamos pensando? ¿Cómo no caímos en el pánico cuando la evidencia era tan clara en cuanto a que habíamos cruzado de golpe algunos límites cruciales del crecimiento, clima, recursos naturales y población?
“La única respuesta puede ser la negación”, argumenta Paul Gilding, el veterano empresario y ambientalista de Australia, quien describió este momento en un nuevo libro titulado The Great Disruption: Why the Climate Crisis Will Bring on the End of Shopping and the Birth of a New World (La gran alteración: Porqué la crisis del clima traerá el fin de las compras y el nacimiento de un nuevo mundo). “Cuando estás rodeado por algo tan grande que te obliga a cambiar todo con respecto a tu manera de pensar y ver el mundo, entonces la negación es la respuesta natural. Pero, mientras más tiempo esperemos, mayor será la respuesta requerida”.
Gilding cita la obra de la Global Footprint Network (Red de la Huella Mundial), alianza de científicos que calcula cuántos “planetas Tierra” necesitamos para sostener nuestras tasas actuales de crecimiento. Esta red, conocida como GFN, mide cuánta superficie de tierra y agua necesitamos para producir los recursos que consumimos y absorber nuestros residuos, usando tecnología prevaleciente. En general, informa GFN, actualmente estamos creciendo a una tasa que está consumiendo los recursos de la Tierra mucho más rápidamente de lo que pueden resarcirse de manera sustentable, así que nos estamos comiendo el futuro. Justo ahora, el crecimiento mundial está agotando 1,5 Tierras. “El hecho de que tenemos solamente un planeta hace que esto sea un problema más bien considerable”, destaca Gilding.
Esto no es ciencia ficción. Esto es lo que ocurre cuando nuestro sistema de crecimiento y el sistema de la naturaleza chocan al mismo tiempo contra el muro. Mientras estuve en Yemen el año pasado, vi un camión cisterna entregando agua en la capital, Sanaa. ¿Por qué? Porque Sanaa podría ser la primera gran ciudad del mundo que termine sin agua en una década. Eso es lo que ocurre cuando una generación en un país vive a 150% de la capacidad de sustentabilidad.
“Si se cortan más árboles de los que se plantan, se acaban los árboles”, escribe Gilding. “Si ponemos más nitrógeno a un sistema de agua, se modifica el tipo y cantidad de vida que el agua puede sustentar. Si se engruesa la capa de CO2 de la Tierra, la Tierra se calienta. Si se hacen todas estas cosas y muchas más a la vez, se altera la forma en que se comporta todo el sistema del planeta Tierra, con impactos de tipo social, económico y sobre la vida. Esto no es especulación, es ciencia al nivel de educación preparatoria”.
De manera similar, está en el dominio de los asuntos de actualidad. “En la civilización china de miles de años, el conflicto entre la raza humana y la naturaleza nunca ha sido tan serio como lo es hoy día”, declaró hace poco el ministro del Ambiente de China, Zhou Shengxian. “La disminución, el deterioro y el agotamiento de recursos, así como el menoscabo del ambiente ecológico, se han convertido en cuellos de botella y graves impedimentos para el desarrollo económico y social de la nación”. Lo que nos está diciendo el ministro chino, destaca Gilding, es que “la Tierra está llena. Actualmente usamos tantos recursos y tiramos tantos desperdicios en la Tierra que hemos llegado a algo similar a un límite, dadas las tecnologías actuales. La economía va a tener que volverse menor en términos de su impacto físico”. Sin embargo, no vamos a cambiar sistemas sin una crisis. Pero, no se preocupen, ya estamos llegando a ese punto.
Actualmente estamos atrapados en dos ciclos: uno es que más crecimiento poblacional y más calentamiento global juntos están provocando aumentos de precios en alimentos; el aumento de los precios de la comida ocasiona inestabilidad política en Oriente Medio, lo cual conduce a mayores precios del petróleo, que a su vez lleva a mayores precios del alimento, lo cual conduce a más inestabilidad. Al mismo tiempo, el aumento de la productividad significa que se necesitan menos personas en cada fábrica para producir más cosas. Así que si queremos tener más empleos, necesitamos más fábricas. Más fábricas produciendo cosas provocan mayor calentamiento global, y es ahí donde los dos ciclos convergen.
Sin embargo, Gilding de hecho es un eco-optimista. A medida que el impacto de la inminente Gran Alteración nos golpee, dice, “nuestra respuesta será proporcionalmente dramática, movilizándonos como lo hacemos en la guerra. Cambiaremos a una magnitud y velocidad que difícilmente podemos imaginar actualmente, transformando por completo nuestra economía, incluidas nuestras industrias de energía y transporte, en apenas unas cuantas décadas”.
Nos daremos cuenta, pronostica, que el modelo de crecimiento fundamentado en el consumidor ya no funciona y que tenemos que pasar a un modelo más fundamentado en la felicidad, que se fundamente en personas trabajando menos y teniendo menos. “¿Cuánta gente”, pregunta Gilding, “yace en su lecho de muerte y dice: ‘Desearía haber trabajo más arduamente o acumulado más valores como accionista’, y cuántos dicen: ‘Desearía haber ido a más juegos de pelota, leído más libros a mis hijos, salido a dar más caminatas’? Para hacer eso se necesita un modelo de crecimiento fundamentado en darle más tiempo a la gente para disfrutar de la vida, pero con menos cosas”.
¿Parece una utopía? Gilding insiste en que él es realista.
“Nos dirigimos a una decisión impulsada por la crisis”, dice. “Ya sea que permitimos que el colapso nos abrume o desarrollamos un nuevo modelo económico que sea sustentable. Elegiremos este último. Quizá seamos lentos, pero no somos estúpidos”.
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