domingo, 20 de junio de 2010

Suicidios en Salta: Echale la culpa a Internet que siempre es más fácil...


Si buscan en Google por "En Salta, se suicidaron ocho jóvenes por un juego de internet", encontrarán varias "noticias" sobre suicidios por un "juego" de Internet.

La primera de Infobae dice:

"
Fueron adolescentes de entre 14 y 18 años. Por "El juego de la muerte" los participantes se provocan asfixia utilizando bufandas o corbatas de color azul para resistir la mayor cantidad de tiempo posible sin oxígeno

Ante la situación, los vecinos de la ciudad salteña marcharon por las calles por lo que el gobierno de Salta tomó cartas en el tema y decidió que equipos interdisciplinarios comiencen a trabajar esta semana en Rosario de la Frontera donde según se supo al menos tres de los adolescentes fallecidos estudiaban en la Escuela de Comercio 5009 de esa ciudad.

Cabe destacar además que la modalidad de suicidio por ahorcamiento coincidió en todos los casos, lo mismo que el uso de bufandas o corbatas siempre de color azul, lo que hablaría de una suerte de ritual cuyo origen no estaba claro.

En tanto, la directora de la escuela de Comercio 5009 aseguró que luego del suicidio de una alumna de ese establecimiento se encontró una lista tallada en un banco con nombres de chicos que aparentemente estaban dispuestos a repetir esa acción y entre ellos se encontraba el de la última joven que se quitó la vida según informa el Diario Popular.

La directiva destacó que además de los suicidios registrados, se habrían producido intentos similares de ahorcamiento que fueron evitados por padres, profesores o médicos.
Fuente Infobae


Así leída pareciera que los adolescentes son todos idiotas y que Internet es la culpa de todo por propagar estas cosas.

Sin embargo gracias al blog de Samurai Jack leemos:

"Cuando empezó la semana los medios anunciaban que un grupo de adolescentes salteños se había suicidado por culpa de un juego de Internet. La noticia pasó por distintas etapas en los medios ya que a los dos días ya era una tema de tipo juego de rol, después dejaron entrever que había un problema con una especie de secta y un personaje con una fuerte influencia sobre los adolescentes. Una semana después todo parece más normal salvo que no está claro el número de adolescentes que se suicidaron

AHORA APUNTAN A PROBLEMAS SOCIALES
Los suicidios no fueron por el “shocking game”

Así lo confirmó el comisario de Rosario de la Frontera, Salta, a PERFIL. La hipótesis del instigador también pierde fuerza. Y aseguran oficialmente que los muertos por ahorcamiento son cuatro y no ocho. ¿Pacto de silencio?

Una vez más los medios vendieron cualquier verdura, un asco"

Samurai Jack

Y hoy en Página leemos una extensa nota sobre los suicidos en la Argentina:


“Los pibes son invisibles”


Por Soledad Vallejos

“Yo adhiero a una idea: así como la infancia muestra cómo es la familia, la adolescencia muestra cómo es la sociedad, cómo es su entramado y cómo funciona”, evalúa Irma Lidia Silva, presidenta del Colegio Profesional de Psicólogos de Salta. Especialista en psicología clínica y social, Silva procura, ante todo, pone paños fríos sobre la ola de sensacionalismo que sobrevino tras la ola de jóvenes suicidas, pero también demanda que tanta atención, finalmente, cristalice en un trabajo continuo y sostenido. “Porque poner un parche no nos va a servir de nada”, insiste, tras pintar un panorama sombrío, de adultos aislados y adolescentes desesperanzados, que los datos no vuelven exclusivo de ese pueblo salteño.

–Esta comunidad está altamente sensibilizada. Imagine que el dolor y el estupor paralizaron a la totalidad de los habitantes de Rosario de la Frontera, que es una zona pequeña. Y la misma gente –yo estuve en contacto con una persona vía telefónica– está muy asustada; quienes tienen hijos adolescentes sienten una gran angustia. No hay respuestas genéricas: hay que trabajar muy cuerpo a cuerpo en el terreno. Pero uno ya llega tarde con esto. Algunos chicos ya no están, y sus amiguitos y su grupo de compañeros también están bajo este shock importantísimo.

–¿Hay antecedentes de situaciones similares, algo que permita trabajar más sobre terreno firme en este caso?

–En la misma Salta, hace aproximadamente cinco años, pasó lo mismo en Villa Juanita, en la capital provincial. Habían muerto cuatro chicos en una semana. Pero en un caso así hay que conocer las particulares significaciones acerca de la muerte, y los suicidios que tienen las comunidades y sus culturas. Por eso no puede decirse “esta receta vale para todos”. Pero por lo pronto la situación es delicada: acá algunos medios la han tratado con mucha prudencia, otros no tanto, sabiendo que el suicidio tiene carácter contagioso entre los adolescentes cuando hay factores que lo pueden predisponer. La divulgación, por ejemplo –y esto no lo digo yo sino la Organización Panamericana de la Salud– puede crear una cultura del suicidio. Por eso la OPS suele convocar a que las organizaciones que trabajan en prevenir y estudiar los suicidios hagan recomendaciones en sus comunidades para evitar que estos sean tema de portada, y en especial de portadas con letras catástrofe, con publicación de fotos de los fallecidos, del lugar donde han acaecido los hechos, de los datos del establecimiento escolar al que iban. No hay protección de los chicos. Se han brindado detalles de la muerte y la agonía de alguna víctima. A esto se le suman explicaciones únicas y simplistas. Sabemos que hay factores individuales, factores de familia, de situaciones personales que hacen que ciertas personas sean más proclives que otras a imitar conductas.

–Especialmente en la adolescencia.

–Sí, ese factor forma parte de esto. En la adolescencia no se da el valor a la vida que se da en otras edades. Y también se hace necesario mirar en unos casos, en otros y mirar a fondo: si hubo violencia doméstica, si hubo maltrato, abuso sexual, abusos de sustancias tóxicas, abandono, acosos en el colegio mismo, presiones de distinta naturaleza inmanejables para ellos. La conjunción de algunos de esos factores y otros que no estamos mencionando puede dar explicación a ciertas cuestiones que aparecieron con estos actos, que desataron estas cosas. Hay investigaciones de las universidades que no se toman en cuenta. Algunas dicen, por ejemplo, que los jóvenes de entre 15 y 20 años, fundamentalmente en el conurbano bonaerense, piensan que las perspectivas para sus próximos cinco años son pésimas. Y eso surge de encuestas en las que el 35 por ciento de ellos considera que en 5 años estará muerto o excluido, es gravísimo eso. Otro 30 por ciento solamente piensa que ingresará al mercado laboral en trabajos precarios, y sólo el 35 por ciento restante piensa que se encontrará realizando su vocación. O sea, esto es percibir la realidad como imposible de modificar. Y aparece como un valor jerarquizado la seguridad familiar y la demanda de protección y afecto. Yo adhiero a una idea: así como la infancia muestra cómo es la familia, la adolescencia muestra cómo es la sociedad. Una adolescencia muestra cómo es el entramado, qué pasa con esta sociedad. Los espacios de escucha activa con los jóvenes son escasos en todas partes, y finalmente están invadidos por la voz adulta: pasa en lo que respecta al trabajo, de realización de las cosas, de la escuela misma, de la familia. Los pibes cobran visibilidad cuando pasan estas cosas, si no son invisibles. Si no, de ellos no se habla.

–Se los suele referir en relación al consumo o a su presunta peligrosidad.

–Sí, y no se ven los pibes que hacen un montón de cosas para salir adelante y llegar a ese 35 por ciento que se ve realizando su vocación, con todo el esfuerzo y el deseo que están poniendo. Hace años que se viene produciendo en las provincias, más especialmente en el interior de las provincias, una precarización laboral y una disminución de la oferta laboral, al mismo tiempo que una valoración a ultranza del consumo, en desmedro del valor del trabajo. Esto no es de ahora, viene pasando desde los ‘90, con el neoliberalismo, cuando también el Estado se fue retirando y fue dejando a los chicos como gestores de su destino. Son jóvenes que no cuentan con las herramientas que les permitan una inserción laboral plena, y caen en un desaliento paralizante, en el sentimiento de exclusión, de empobrecimiento y desencanto. ¿Y quién vuelve del desencanto, cómo se vuelve del desencanto? En este caso hablamos por los suicidios de estos jovencitos y jovencitas, pero el sentimiento de debilidad como sujeto activo para enfrentar un sistema social que les es injusto, sumado a la amenaza de no encontrar el reconocimiento del otro social –que en busca de eso está un joven también–, está propenso a no dar lugar a las generaciones que vienen. Y puede retornar generando un modo de respuesta fallida, la agresión contra otros, conductas violentas o delictivas, o reacciones autodestructivas como conductas adictivas, fugas de hogar, trastornos de alimentación, suicidios, manifestaciones depresivas. O puede suceder que prime la inhibición, y tenemos un combo: pobreza de interés, desgano, conductas evitativas, rechazos múltiples, todas respuestas de quienes frente a la incertidumbre sobre el futuro y el dolor de la frustración prefirieron renunciar a la pelea, tal vez porque en el futuro cercano se ven muertos o excluidos. Donde debería aparecer la lucha, la rebeldía, el fragor del eros, hay abatimiento y apatía. Lo que hay es una renuncia pulsional ante una realidad impotentizante que favorece, digamos así, la tendencia a la satisfacción pulsional directa en el consumo o la descarga por la acción.

–No es un panorama exclusivo de Rosario de la Frontera.

–Es en este instante Rosario de la Frontera, pero lo vemos a lo largo y lo ancho del país. El suicidio está entre las primeras diez causas de muerte en Latinoamérica.

–Hace menos de diez años, se estimaba que Argentina tenía la tasa de suicidios adolescentes más alta de Latinoamérica.

–Sí, y actualmente sigue siendo una de las primeras causas de muerte aquí. Eso sólo se puede resolver con políticas puntuales y dirigidas. ¿Qué estamos esperando? Tenemos epidemiología, los datos, el mapeo social de ese tipo de riesgo se puede hacer sin más. Y ahí es donde corresponde poner los recursos, los recursos humanos, las estrategias y pensar cada cosa. Además hay que tener en cuenta las voces de las víctimas, de los amigos, de los compañeros, acá no se escuchan las voces de los jóvenes. Y no sólo necesitan el apoyo en ese momento, sino algo continuo y en el tiempo, no sólo mientras dura la ola mediática. Más allá de Rosario de la Frontera, para nuestros jóvenes y adolescentes es necesario crear espacios con herramientas que permitan la inclusión. Que puedan contar en la generación de sus propias ideas, para apropiarse de su capacidad creadora, reconocerse autónomos, valorados. Para eso es necesario sostener ideales sociales de inclusión, que den garantías para disminuir esa incertidumbre. La vida sin esperanza termina en la parálisis de la voluntad. Poner un parche no nos va a servir de nada.




Echarle la culpa a Internet o a que los chicos son idiotas es siempre más fácil que replantearse qué está pasando, qué esquema productivo se está utilizando, qué responsabilidades tenemos con esto.

Y que el gobernador de Salta y de otras provincias sigua talando bosques, metiendo glifosato y dándole al cianuro para las minas que de eso seguro, la culpa también la tendrá Internet...





1 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy buena ,la nota .Mi hjo de 16 años tambien se suicido hace 8 meses aqui en buenos aires ,en capital ,en buenos aires y tanto mis otros dos hijos y yo no obtuvimos nunca un apoyo psicologico de parte del estado que sea especifico en este tema ,es inesplicable este tema y se necesita demasiada contencion para poder lograr que esto no siga pasando ,me hizo muy bien leer la nota por la claridad con que se expresa .Gracias.

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