Islandia y Argentina tienen varias cosas en común, entre ellas las de creer que con el dinero se crea más dinero, políticos neoliberales que aplicaron la receta de las privatizaciones, dinero fácil y todo eso.......Está bien, luego de eso no se si tienen algo más en común, será cuestión de ver.
Como único medio el Partido Pirata Argentino-Blog no oficial, les deja este informe sobre Islandia:
Fuente Revista Piaui.
Islandia-La Gran Ilusión
Por João Moreira Salles, para la Revista Piaui- Enero 2009
Un informe de la Organización de las Naciones Unidas publicado en octubre de 2007 afirmaba que Islandia, según todos los indicadores sociales, había superado a Noruega y era ahora el mejor país del mundo para vivir. Exactamente un año después, el 6 de octubre de 2008, buena parte de los 320 mil islandeses paró para ver al primero ministro Geir Haarde dirigirse a la nación. Era la media tarde, un horario fuera de lo común - los canales abiertos islandeses empiezan a transmitir a las 18 horas. Ahí estana él, severo, atrás de una mesa tan sombria cuanto su semblante, teniendo al fondo la bandera del país. Haarde habló por once minutos. Al concluir, dijo:
Compatriotas, si jamás hubo un momento en que la nación islandesa precisó demostrar cohesión y estoicismo en la adversidad, este momento ha llegado. Frente a la tempestad que se inicia, exhorto a las familias a que conversen entre si, a que no se dejen dominar por la desesperación, aunque para muchos las perspectivas sean sombrías. Precisamos explicarle a nuestros hijos que el mundo no está la vera del apocalipsis y que tenemos que arrancar, del fondo de nosotros mismos, el coraje para enfrentar el futuro. Que Dios bendiga a Islandia.
Cuarenta y ocho horas después, el primer ministro inglés Gordon Brown -invocó una ley promulgada después del 11 de Setiembre e incluyó a Islandia en la lista de países y organizaciones terroristas. El Banco Central, el Ministerio de las Finanzas y los dos mayores bancos islandeses se juntaban a Al-Qaeda y a los Talibanes. Los activos de estas instituciones en el Reino Unido fueron sumariamente congelados.
A finales de noviembre, en su humilde sala de trabajo, en Reykjavík, Árni Mathiesen, el ministro de las Finanzas, balanceó la cabeza y, todavía aturdido, dijo: "La reacción de los ingleses fué el tiro de gracia. Ellos no precisaban hacerlo. No consigo entender como alguien usa una ley antiterrorista contra un país como el nuestro. Ponernos en esa lista."
Era el fin de un proceso que llevara a la serena isla del Atlántico Norte - que no posee ejército y cuya polícía no anda armada - al mas grave colapso de un país en tiempos de paz. En siete días Islandia se tornó la mayor baja de la crisis económica mundial. No se trataba de una institución financiera ni de un sector de la industria, sino de una nación en bancarrota.
Los islandeses todavía buscan la metáfora justa: un huracán, un tiro, un camión que los chocó de atrás. Y, si el proceso que los derrubó no fue necessariamente el mismo que llevó al sistema financeiro internacional a la lona, el trayecto de Islandia en los últimos diez años tal vez podrá ser visto por los historiadores como ejemplo de las oportunidades, excesos, vulgaridades y riesgos de los tiempos en que las reglas fueron rasgadas para que el dinero pudiese generar dinero.
En 1936, el joven poeta inglés W.H. Auden le propuso a la editora Faber escribir un linro sobre Islandia. Al llegar al puerto de Reykjavík, él registró: "Mi primera impresión es de una ciudad luterana, banal y remota." La sensación asociada al país fue sempre de aislamiento.
Cuando los vikings llegaron, el año 874, no encontraron casi nada. Trajeron entonces sus mujeres celtas raptadas en las islas británicas y colonizaron la isla. Trataron los bosques que cubrían un cuarto de las tierras como los mineros tratan a sus minas, sin darse cuenta que eran frágiles y no se regenerarían. En menos de sesenta años Islandia se transformó en un desierto producido por hombres y ovejas. El flujo migratorio cesaría en 930, cuando el crecimiento de la población ya no era sostenible. La mayor parte de los islandeses vivos deciende directamente de esos primeros hombres y mujeres que llegaron al país hace mas de mil años - y lo destruyeron.
El desastre ambiental fue el gran responsable por la pobreza hasta mediados del siglo pasado. Halldór Laxness, Premio Nobel de Literatura en 1955, (
Si quieren descargar el libro "Gente Independiente" de Halldor Laxness)habla de personajes que tienen ganas de tomar leche y no pueden, que sueñan en comer carne y no la encuentran. Hipnotizadas, los niños ven a las madres preparar la primera comida del día, con la esperanza de que al pán seco se le junte una pincelada de grasa e hígado de bacalao. Hasta un pasado reciente, la vida del islandés podia ser descripta como una batalla por lo mínimo necesario a la supervivencia: un pescado, un pedazo de carne, un abrigo contra el frio. El aislamiento y las adversidades - hambre, frio, volcanes, terremotos, pestes - generaron a un pueblo obstinado e independiente.
El país pasó a las manos da Noruega en 1262 y de Dinamarca en 1380. La autonomía vino hace 90 años, y la independencia, apenas en 1944. Durante todas estas etapas, el control externo de la isla se resumió a formalidades. Ella siempre fue dejada a la propia suerte. Sin fortalezas, castillos y catedrales, nada en Islandia evoca a la gran historia europea; el trabajo del hombre es testimoniado antes que nada por lo que no está mas ahí: los árboles que no existen, el paisaje lunar restante. Una nación hecha de fuego, hielo, agua y viento.
En el verano de 1936, Auden no se dejó atraer apenas por la aventura del aislamiento. Queria también conocer al país de las sagas. Al lado de geiser, saga es la palabra que los islandeses dieron al mundo. Significa "historia", o "lo que se dice". Son narrativas compiladas en los siglos XII y XIII que forman una de las grandes épicas de la literatura universal. Muerte, amor, venganza, corrupción. Junto con las Eddas - textos en verso y prosa que narran los mitos nórdicos -, son el patrimonio inmaterial de Islandia, las catedrales que no se ven. Los islandeses saben que pertenecen a uma nación porque, además del hielo y del oceano, ellos tienen las sagas.
Durante mucho tiempo, fue lo que alcanzó. Al cabo de la Segunda Guerra Islandia era uno de los países mas pobres de Europa. Sus tres grandes bienes - la energia geotérmica, los peces y las sagas - eran colectivos.
Todos podían calefaccionarse y -pescar, y todos podían acompañar, con el original, el drama de la formación nacional. Prevalecía la noción de bien común, hasta hoy uno de los pilares de la identidad islandesa. Auden escribió en 1936: ellos forman "la única sociedad realmente sin clases que encontré, y no se tornaron vulgares - por lo menos, no todavía". En un verso, agregó: "Las islas son lugares apartes de donde Europa está ausente."
A mediados de la década del 90, un nuevo governo decidió que llegó la hora de traer a Europa mas cerca. El pueblo - o gran parte de él - estaba de acuerdo.
"Cuando estaba en la escuela, a finales de los años 90, habia una sensación de que estábamos condenados a ser un país avergonzado, sin perspectivas", contó Jón Steinsson en su oficina en la Universidad Columbia, en Nueva York, donde da clases en la Facultad de Economía. Steinsson se recibió en Princeton y Harvard y, con menos de 30 años y rostro de adolescente (se parece a Daniel el Terrible), es una de las estrellas en ascenso en el campo de la macroeconomia. Trabajó en el Banco Central de Islandia a comienzos de la década, y en octubre de 2008, en los días mas negros de la crisis, fue llamado a las apuradas para asessorar al primer ministro. "Lo que mucha gente llama hoy de 'ambición desmedida'", dijo, "fue un proceso mas complejo de afirmación nacional y de creación de oportunidades."
Hasta el início de los años 90, los islandeses nacian y morian en un país que se transformaba poco. Los empleos se concentraban en la industria pesquera, que respondia por 50% de las exportaciones. El entonces alcalde de Reykjavík intuyo que existía la posibilidad de cambiar las cosas.
Se llamaba Davíd Oddsson, usaba un peinado peculiar, era ambicioso y popular. En la juventud, había sido cómico y actor. Se hizo conocido por interpretar Ubu Rey, en la pieza homónima de Alfred Jarry, el creador de la Patafísica, la ciencia de las soluciones imaginarias. Sus diez años en la alcaldía, de 1982 a 1991, coincidieron con los gobiernos de Margaret Thatcher y Ronald Reagan, atentamente observados. Invitó a economistas liberales como Milton Friedman y Friedrich Hayek a visitar su ciudad y escuchó de ellos propuestas para descongelar al modelo islandés, en el cual el Estado ocupaba casi todo el espacio.
David Oddsson hablando.
En 1991, Oddsson fue elegido primer ministro. Ejercería el cargo hasta 2004 - el más longevo premier de Islandia. Estaba a camino de transformarse en el político más poderoso - y más radical - de la historia del país. Comenzó por privatizar a la empresa municipal de pesca y, año tras año, llevó adelante la agenda de liberalización del país. Abolió el impuesto sobre la riqueza, redujo drasticamente los impuestos sobre las personas físicas y jurídicas e hizo lo mismo con el impuesto sobre la herencia. La economia respondió. La renta media de las familias creció 17%.
En 2003, Oddsson dió el paso crucial. Privatizó y consolidó al sistema bancario, que pasó a ser dominado por tres grandes bancos: Kaupthing, Landsbanki y Glitnir. Jón Steinsson comenta que por primeira vez los islandeses tuvieron acceso al crédito. "Podíamos abrir una empresa o expandir un negocio. Ganamos una autoconfianza que no teníamos: 'Vamos a ser el país de los emprendedores!'"
Por esa época, una palabra entró en el léxico del país: útrás. Es formada por út (para fuera) y rás (corrida). La palabra es medio agresiva", explica Ísleifur Thórhallsson, o Ísi, un joven productor musical. "Significa una invasión al revés, una ex-vasión, ir afuera y apropriarse de cosas. En los anos locos, todo giraba en torno de útrás", lo dice, con una sonrisa no propiamente alegre.
La palabra pasó a ser repetida con orgullo por políticos del gobierno y fue incorporada por una nueva generación cuyas ansias no combinaban mas con el espíritu insular. Útrás exprimia el deseo de garantizar un lugar en el mundo y rechazar la "isla" que hablaba Auden. "Útrásarvíking: era lo que se decia", explica Gudmundur Jónsson, profesor de histeria de la Universidad de Islandia: "Asalto viking, exploración para conquistar fama y dinero. La conquista del mundo."
La Islandia de Davíd Oddsson creció a tazas altísimas. Aunque toda la sociedad hubiera prosperado, algunos prosperaron mas. Un puñado de 20 o 30 neovikings (los números varían) se aproprió de la mayor parte del producto. "Comenzó a surgir un abismo entre los más ricos y el grueso de la población", recuerda Jónsson. "Tanta riqueza en las manos de tan pocos era un fenómeno absolutamente nuevo en la sociedad islandesa."
Un cierto Ólafur Ólafsson, presidente de la segunda mayor compañía de navegación del país, contrató a Elton John para que cante cuando cumplió 50 años. Otro, ligado a Landsbanki, llevó a un grupo de amigos a una isla en el Caribe y, no queriendo ser menos, llamó al rapper estadounidense 50 Cent para animar su fiesta de 40 años. Por la primera vez, islandeses adinerados exhibían jets y helicópteros particulares. En una encuesta de 2007, un diario preguntaba: "¿Quiém es el billonario más interesante del país?"
Los no bilionarios también se enriquecían. Una explosión inmobiliaria comenzó a transformar la aldea que Auden visitara. El entorno de Reykjavík fue desfigurado a golpes de abultadas promesas de inversión. Edificios subieron en el centro histórico. Concesionarias de autos tenían dificultad en atender los pedidos. Al lanzar el Land Cruiser, un auto de 100 mil dólares, la Toyota rapidamente identificó sus dos mayores mercados: Rusia e Islandia. Con la moneda fuerte, los islandeses se acostumbraron a pasar fines de semana en Londres y Nueva York para hacer compras. En coronas islandesas el mundo era barato, y endeudarse era un recurso siempre disponible.
Tanta prosperidad se estaba basada en la extraordinaria expansión de los tres bancos. Entre 2003 y 2007, el PIB creció 25%. En el mismo período los bancos se multiplicaron por diez. Y, siendo tan pequeña la población islandesa, tamaño desempeño exigia ambiciones internacionales. Glitnir, Landsbanki y Kaupthing pasaron a abrir agencias en Nueva York y Helsinqui. Y a ofrecer tazas de captación que llegaban a ser 50% más elevadas que las de los bancos tradicionales.
Uno de los misterios del milagro islandés es de que manera un sistema financiero basado en un país tan pequeño puede crecer tanto en tan poco tiempo. Según Jón Steinsson, habia una percepción generalizada de que los tres bancos eran tan importantes para la economia islandesa que las autoridades jamas permitirian que quebrasem. Serian "bancos sistémicos", luego, eternos. Algunas agencias de riesgo compraron el argumento y, por algun tiempo, les conciederon evaluaciones excesivamente generosas. En algunos casos, llegaron a ser considerados Triple A, el Olimpo de las evaluaciones, negado a bancos infinitamente mas sólidos, como el JP Morgan y el Bank of America.
Con una reputación tan estelar, los banqueros islandeses se juzgaron protagonistas del sistema financiero global. El Triple A estimulaba a los grandes inversores institucionales a buscar las altas tazas de los bancos islandeses, muchas veces sin conocer bien las garantias ofrecidas.
Se empaquetaban productos de -instituciones diferentes y, en ub pase de prestidigitación, el banco que acababa de aportar en el escenario desaparecia en medio a instituciones centenarias. Mientras que la ama de casa que, en Inglaterra, tomaba la decisión de depositar su ahorros en un banco islandés, que la remuneraba más generosamente que Barclays o HSBC, ella imaginana que las leyes de protección del correntista inglés funcionaban también en su caso - al final, ella no había ido a Islandia a abrir una cuenta, sólo con el computador de la familia o a la nueva agencia inaugurada en el barrio.
Los bancos islandeses crecieron, y crecieron - "como en un cuento de hadas ", según el primer-ministro Geir Haarde. En octubre de 2006, el ban co Landsbanki lanzó un banco on-line llamado Icesave, con el fin de captar depósitos en Inglaterra y en Holanda. Exito estruendoso. La abundancia se cristalizaba en una entrevista dada por el presidente del banco, Sigurjón Árnason. Él intentava explicar la dimensión de su gloria: el modelo era tan bueno y el dinero tanto y tan abundante que dispensaba mayores esfueorzos. En el último parágrafo, se lee: "'La única cosa que tengo que hacer es chequear al fin del día cuánto fue depositado', dijo Sigurjón, riendo. Toma entonces el teléfono, hace la pregunta y anuncia: 'Cincuenta millones de libras, sólo en este viernes!'"
Ísi era distribuidor de cine en esa época. De su grupo del colegio, fue el único que no emigró para el sistema financiero. "Todo giraba en torno de esos tres bancos", dice. "Las vacantes eran ilimitadas, y el sueldo no se comparaba a nada de lo que conocíamos. Ingenieros, profesores, matemáticos, psicólogos. todo el mundo fue a los bancos. Uno se preguntaba: '¿No debería ir? ¿Hay algo malo conmigo?'"
Bergsteinn Sigurdsson, un periodista de 29 años del diario Fréttabladid, cuenta que enfermeras dejaron los hospitales y se hicieron gerentes de cuenta. Encontrar vacantes para los hijos en el préprimario era una dificultad. "Las profesoras veian el sueldo y renunciaban. 'Mejor es trabajar en un banco', decian." "El nuevo mantra era: 'No precisamos mas de los pescados. Ahora tenemos los money markets.'" En el bar de un hotel, su colega Kolbeinn -Proppé resume: "El sistema financiero era mucho mas sexy que el bacalao."
"Durante mucho tiempo tuvimos verguenza de nuestra pobreza", continua -Bergsteinn, "entonces, cuando enriquecimos, fue muy bueno. Dejamos de ser frugales. Mi generación se endeudó, frecuentemente en moneda extranjera, porque era mas barato." "La diferencia", dice Proppé, "es que nuetros abuelos saldaban sus deudas. En nuestro caso, los bancos insistian: 'No paguen, hagan mas deudas.' Quien estudió conmigo se acuerda de los bancos yendo a ofrecer tarjetas de crédito. Tener una tarjeta era mas fácil para nosotros que para nuestros padres."
Habia quien se endeudaba mas que la generación de Bergsteinn y Proppé: los propios bancos. Sus depósitos hinchaban, y a finales de 2007 el Glitnir, el -Landsbanki y el Kaupthing eran doce veces mayores que la economia islandesa. El ombligo estaba en Islandia, pero la cabeza, el cuerpo y los miembros, en Europa. Allá, conseguían los depósitos y concedian préstamos en euros, libras y dólares. Acá adentro, prestaban en cuentas en coronas islandesas y prestaban en moneda fuerte, supervisionados por el Banco Central de Islandia. Alguien sugirió la imagen de un gato equilibrándose en el cuerpo de un ratón.
Islandia realizó su proyecto de útrás volando alto con dinero prestado. Tiendas de departamento en Londres, supermercados en Escandinavia y un club de futbol en Inglaterra pasaron a manos islandesas. Para tratar del bacalao, de la construcción civil, de los servicios de manutención i limpieza, se importaron trabajadores de Portugal, Polonia y Bielorusia. La taza de desempleo era cercana a cero. El país caminaba firme - o suponía caminar - en dirección al sueño de tornarse una potencia financiera sediada en un pequeño territorio, como Suiza o Luxemburgo.
Hasta que el día 15 de setiembre de 2008 el mundo se despertó con la noticia que el banco de inversiones Lehman Brothers habia pedido la quiebra.
"Fue el acontecimiento cero, el início de la derrocada", dice Jón Steinsson. Se sabia que el modelo islandés era inviable - a partir de 2005, saltaron aqui y ahí informes que demostraban que era imposible, para un país tan pequeño, sustentar con la propia moneda a un sistema financiero tan grandioso. La embriaguez de los mercados, mientras tanto, parecia impermeable a toda racionalidad. "La especulación en gran escala exige un sentimiento extendido de confianza y optimismo. Cuando las personas son cautelosas, desconfiadas o incluso mezquinhas, ellas se tornan inmunes al entusiasmo especulativo", escribió el economista John Kenneth Galbraith en su libro sobre el crack de 1929. En el mundo, y en especial en Islandia, la prudencia desapareció. De austera, la pequeña isla pasó a vivir en un entusiasmo casi de carnaval.
La quiebra de Lehman fue la ducha helada. De una hora para la otra los inversores constataron que, si un baluarte de Wall Street capaz de atravesar incólumne la crisis del 29 podia hacerse polvo, entonces todos estaban en riesgo - principalmente los aventureros. En nada ayudó el hecho de que uno de los tres bancos islandeses, el Glitnir, disponía de una línea de crédito en el Lehman.
Lo que siguió fue una....
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