domingo, 27 de junio de 2010

“La primera central de inteligencia del pueblo”

Acá habíamos colocado el video de "Efecto Colateral" sobre como las tropas de USA matan civiles en Irak, entre ellos a 2 periodistas de la agencia Reuters

Ahora una nota de Facundo García y algo de Rebelión sobre Wikileaks:
Fuente Página 12.

“La primera central de inteligencia del pueblo”

Así definen sus fundadores al website, que difundió el video en el que se ve a soldados estadounidenses acribillar a doce personas –entre ellos, dos empleados de Reuters– y que promete imágenes de una masacre en Afganistán.

Por Facundo García

La historia de Wikileaks incluye ecuaciones complejas, topadoras que entierran vivas a las personas y una cacería humana que quizá no haya terminado. Lo primero que el internauta incauto se pregunta, no obstante, es qué demonios será Wikileaks. Se trata de un sitio para analizar y distribuir filtraciones (leaks) informativas. Sus fundadores lo definen como “la primera central de inteligencia del pueblo”; y están mucho más convencidos de su utilidad desde la difusión de Collateral Murder (“Asesinato colateral”), un video en el que se ve cómo soldados estadounidenses acribillan sin pudores a doce individuos, incluyendo dos empleados de la agencia de noticias Reuters. Esta semana, el grupo aseguró estar a punto de sacar a la luz otra primicia. Esta vez la grabación corresponde a la Masacre de Granai, el asesinato de unos ciento cuarenta civiles por parte de las fuerzas invasoras en Afganistán, que se concretó en mayo del año pasado.

Pero claro: enfrente hay peces gordos que no van a quedarse con los brazos cruzados. En ese contexto, Wikileaks apunta a proteger fuentes, periodistas y activistas que necesiten resguardar material “sensible”. Por el nombre, muchos creen que es una versión de la Wikipedia. Nada que ver. Lo que hace el staff es recibir archivos, descifrarlos, evaluarlos en equipo y decidir si su publicación es pertinente o no. La palabra Wiki, en cualquier caso, tiene que ver con que cualquiera puede enviar archivos protegiendo su anonimato, con el compromiso de que si lo que manda es relevante, quedará online para que se lo pueda leer, estudiar y reproducir. No es difícil adivinar que una herramienta de esa naturaleza equivale a un forúnculo mal ubicado para Estados y corporaciones. Acá es donde entran las topadoras.

Píntalo de negro

“Hay una máquina con usos militares que se llama Grizzly Plough (“arado pardo”). Se utilizó en la guerra del Golfo de 1991. Su utilidad en combate es ir a 60 kilómetros por hora, barriendo las trincheras y sepultando tropas enemigas. El problema que tiene es que cuando anda por la arena tiende a averiarse demasiado. Pues bien, la tarea de los equipos de matemáticos de mi facultad era estudiar cómo podía aumentarse la eficiencia de las Grizzly Plough.” El testimonio pertenece al australiano Julian Assange, un ex estudiante de matemática de la Universidad de Melbourne que fue llenándose de desencanto hasta colgar la carrera a fines de 2006. Assange, que fue un hacker precoz, suele repetir que por entonces se concentró como nunca en su computadora y que su existencia “se pintó casi completamente de negro”.

Excepto por un rincón. Ese resto de esperanza fue la semilla del website que lo sacó de la depre, pero terminó convirtiéndolo en posible objetivo militar. La criatura lleva tres años en línea, y trepó varias veces a las primeras páginas de los periódicos. Con grandes costos, desde luego. El 18 de marzo de 2008, el Centro de Contrainteligencia de la Armada de Estados Unidos publicó un reporte que califica como “potencial amenaza” al portal, y en los últimos meses los titulares de la prensa insisten en rotular a Assange como “el hombre más buscado”. Debajo de esos títulos hay un hacker de pelo blanco que roza los cuarenta, de ojos grises y onda gótica; un lector de Aleksandr Solzhenitsyn, Franz Kafka y Arthur Koestler que se educó sin ir a la escuela, reconoce tener mala ortografía y carece de domicilio. Dos por tres le preguntan si el nombre que usa no es un chamuyo para despistar y conservar su cráneo libre de agujeros. El contesta que el nombre es verdadero. Acaso lo único verdadero de sí mismo que está en situación de mostrar.

De vez en cuando reaparece. El lunes pasado, por ejemplo, se lo vio en Bruselas (Bélgica) tras un mes de estar guardado, durante un seminario que organizaron los eurodiputados críticos a las medidas “regulatorias” que pretenden aplicarse a Internet mediante el Acuerdo de Comercio Contra las Falsificaciones (ACTA, por sus siglas en inglés). “En realidad, tengo cuatro bases donde iría en caso de enfermedad”, le contó al diario Sidney Morning Herald antes de que su contorno fantasmal volviera a evaporarse. Se cuida porque está seguro de estar participando en una batalla importante. “Lo que se está jugando en el fondo –le dijo a la BBC– son los parámetros que tendrá la prensa libre en el siglo XXI. De aquí en adelante, o bien se logrará un marco legal internacional que cuide la libertad, o bien nos manejaremos con la intersección entre esas normas y los estándares que impongan China y Estados Unidos (ver recuadro).”

Torres y asesinatos

“Sé que estás en otra relación y ya no te importo. Pero sólo por si pasara algo, quería decirte que te quiero. Hon” (SMS enviado el 11 de septiembre de 2001 a las 11.30.42).

“Si no sé nada de vos a mediodía, voy a ir a buscar a Laura al colegio y voy a decirle que su papá murió” (SMS enviado el 11 de septiembre de 2001 a las 11.32.56).

Palabras como ésas circularon de a millones el día del atentado al World Trade Center, y Wikileaks avisó a fines de 2009 que había tenido acceso a un archivo con más de quinientos mil saludos, consultas y alertas que intercambiaron los empleados estatales estadounidenses en medio del caos. “Es un recurso para comprender mejor un momento definitorio de nuestra era, que condujo a la muerte, el oportunismo y la guerra”, definieron los editores. El listado –que puede descargarse en 911.wikileaks.org–- incluía envíos de agentes del Pentágono, policías, bomberos y ciudadanos corrientes; comunicaciones que se hicieron entre las 3 AM del 11 de septiembre y a la misma hora del día siguiente. Lo más inquietante, sin embargo, es que el ataque se hizo pasadas las 8 de la mañana. Por lo tanto, de ser auténtica la investigación –posibilidad que no ha sido refutada–, quedaría demostrado que alguien almacenaba datos desde por lo menos cinco horas antes de la tragedia.

La operación “11S” fue un ensayo del salto a la masividad que se produciría en abril, al darse a conocer el video Collateral Murder (www.collateralmurder.com). La grabación desencriptada de un ataque estadounidense que se hizo en Bagdad desde un helicóptero Apache y que acabó con la vida de varios civiles –entre ellos dos empleados de Reuters– no dejó espacio para dudas. Reuters había reclamado esa evidencia durante años, pero se la habían negado. Esfuerzo inútil, ya que a la fecha el informe fue visto casi siete millones de veces, pasó por el centro de la agenda mediática internacional y sumó otra mancha al cruento historial de las intervenciones imperialistas.

Luego de la divulgación de esos casi cuarenta minutos de imágenes indignantes, Wikileaks recibió alrededor de doscientos mil dólares en donaciones. No es mucho, puesto que los militantes han debido situar sus más de veinte servidores en regiones distantes, a lo que se suman backups ocultos y desconectados de la web por razones de seguridad. Y está el factor humano, obvio. Eso implica pasajes, teléfonos, tiempo laboral. Como lo confirmó el periodista Raffi Khatchadourian en el New Yorker, las reuniones secretas de Wikileaks tienen dosis parejas de talento y amateurismo. Allí donde se asienta el “cuartel”, las paredes se llenan de papeles anotados, hay camas improvisadas donde sea y las ventanas se clausuran rigurosamente. Una testigo jura que, a la hora de dormir, Assange opta por mantener encendidos unos focos rojos, “para imitar el resplandor que los antiguos veían cuando despertaban en las cavernas junto al fuego”.

Rescatando al soldado Manning

Bradley Manning –analista militar, veintidós años, cachetes rosados y cara de quinceañera– chateaba con el hacker Adrian Lamo. A su criterio, Lamo era un ídolo. Había roto el código de varias megaempresas –Yahoo!, Microsoft, etcétera– y gracias a esas hazañas había ido construyendo un aura de leyenda. Por eso Manning se animó a confesarle que había compartido con Wikileaks documentos confidenciales desde su puesto en el ejército, “para que se supiera la verdad”.

Las conversaciones entre los dos, que más tarde llegarían a las páginas del Washington Post –porque, como era de sospecharse, Cachetes Rosados iba a ser víctima de una traición– revelan las tribulaciones de un joven soldado en plena crisis. “Si tuvieras acceso a redes clasificadas catorce horas por día, ¿qué harías?”, escribía. Lamo le tiró la lengua y el otro se aflojó todavía más. “Tengo disponible –comentó en otra oportunidad– una base de datos de medio millón de eventos de la guerra en Irak, desde 2004 a 2009 (...); más 260 mil cables diplomáticos que explican en detalle cómo el Primer Mundo explota al Tercero.” En la colección también estaban unos cuantos videos, entre ellos casi con certeza Collateral Murder. “He estado aislado tanto tiempo, siendo lo suficientemente inteligente para comprender lo que ocurre, pero incapaz de hacer nada...”, se justificaba el rebelde.

Así fue que Lamo, el hacker simpático, denunció a su ciberamigo ante el FBI. Las consecuencias fueron inmediatas. En mayo, Manning fue apresado en el este de Bagdad. Se confiscaron sus discos rígidos y se lo puso bajo prisión preventiva. Es de esperar que en los interrogatorios el olfato de los sabuesos yanquis esté concentrado en averiguar qué cantidad de información se fugó y quiénes pueden haberla recibido. Para eso sería óptimo contar con la “colaboración” de cualquiera de los cuatro o cinco líderes de Wikileaks. Por eso el perfil bajo y las ventanas cerradas.

Mientras el lanzamiento de una nueva bomba mediática sobre los crímenes en Afganistán parece inminente, Manning continúa preso en Camp Arifjan, Kuwait. Se desconocen mayores datos sobre su situación, por lo que desde bradleymanning.org se intenta coordinar una red de apoyo. No sería raro que se juzgue al imputado por “atentar contra la seguridad nacional”, acusación que a Assange le suena ridícula, primero porque “no hay pistas que lo involucren directamente” y en segundo lugar porque a su criterio “la seguridad nacional no interesa. Interesa la justicia”.

Fuente Página 12.

Fuente Página 12.

Ritmo diario de nuevos hallazgos


La escena transcurrió en 1961 en las oficinas de Prensa Latina, la agencia de noticias de la Cuba revolucionaria. Los protagonistas fueron Gabriel García Márquez, Jorge Ricardo Masetti y Rodolfo Walsh. García Márquez describiría el episodio en 1977: “Fue Walsh quien descubrió que los Estados Unidos estaban entrenando exiliados cubanos para invadir a Cuba (...) Una noche, por un accidente mecánico, Masetti se encontró en su oficina con un rollo de teletipo que no tenía noticias, sino un mensaje largo en clave muy intrincado (...) Walsh se empeñó en descifrar el mensaje con la ayuda de unos manuales de criptografía recreativa que se compró en una librería de lance de La Habana. Lo que encontró fue que el cable estaba dirigido a Washington (...) y era un informe minucioso de los preparativos de un desembarco”.

La anécdota tiene en la actualidad el aroma de lo imposible. Las claves que se usan no permitirían que un aficionado consiguiera descifrar ni una palabra sin ayuda de computadoras y colaboradores, y ése es el motivo por el que Wikileaks apela constantemente a la ayuda de la comunidad. Calculan que han reunido más de un millón de documentos, incluyendo pruebas que demuestran las movidas turbias de varios bancos, actos de negligencia de petroleras como Trafigura y manuales de “procedimientos standard” de la base de Guantánamo. El caudal de hallazgos tiene ritmo diario y puede convertirse en un nuevo punto de partida para el periodismo de investigación. A lo mejor muchos Walsh pueden más que uno.

Fuente Página 12.


Fuente Página 12.

En grave peligro

En el panteón de los “filtradores” debe haber pocos nombres con tanto lustre como el de Daniel Ellsberg. En 1967 participaba de un estudio para el Pentágono cuando se topó con pruebas de que los gobiernos de Truman, Eisenhower, Kennedy, Johnson y Nixon habían cometido estragos en Vietnam y los habían ocultado a la ciudadanía. “Los papeles del Pentágono” –más de siete mil páginas– originaron un terremoto político tal que las órdenes oficiales fueron “incapacitar totalmente” al arrepentido. Hoy, libre de la persecución, Ellsberg advierte que Assange y los suyos “corren grave peligro”; y desde www.ellsberg.net insta a Barack Obama a que “deje de esconder evidencia” sobre “los asesinatos de civiles que se perpetran diariamente”.
Fuente Página 12.


Y para terminar en Rebelión hay una entrevista a Julian Assange

No tiene celular, cambia a menudo su número de teléfono fijo, usa no menos de seis direcciones email diferentes y, cuando no viaja, divide su tiempo entre su nativa Australia, Kenya e Islandia. Por lo regular es difícil de localizar; Julián Assange, creador de Wikileaks, un sitio que permite a cualquier persona publicar anónimamente documentos reservados, estuvo el mes estuvo el mes pasado más inencontrable que nunca: entre los más interesados en encontrarle estaba también el Pentágono que lo cree en posesión de informaciones muy comprometedoras para la seguridad nacional.

La preocupación del gobierno de los EEUU comienza a finales de mayo luego de que el soldado del ejército estadounidense Bradley Manning, destinado en Iraq, fuera arrestado bajo la acusación de ser un “topo” allí. Entre los materiales que habría “entregado” a la organización de Assange, está un video, publicado el pasado abril, en el que se ve un helicóptero con las barras y estrellas matando a varias personas en Iraq, entre ellas dos empleados de la agencia Reuters. En las semanas en que había desaparecido, el ex hacker australiano no lo confirmó al Departamento de Estado; por otra parte, vía email ha asegurado poseer otro video que documenta la muerte de otros 100 civiles (en su mayor parte niños) en la aldea Garani de Afganistán durante un ataque de las fuerzas armadas estadounidenses.

Assange reapareció públicamente el lunes pasado con ocasión del convenio sobre la censura organizado por el Parlamento Europeo en Bruselas, donde fue entrevistado por Il Manifesto. Durante la charla se manifestó preocupado por el soldado detenido, confirmó que la publicación del nuevo video es inminente y recordó a los periodistas italianos preocupados por la llamada “ley mordaza” que Wikileaks está su disposición.

¿Por qué reapareció? ¿No tiene miedo?

Después de analizar el problema comprendí que la situación política es de tal carácter que nadie tendría interés en interferir en mi libertad de viajar.

¿De modo que la definición del Pentágono de “cacería del hombre” ya no es apropiada en su opinión?

En un principio, algunas declaraciones de representantes del Gobierno estadounidense y del ejército iban en ese sentido. Actualmente la situación se ha aclarado y creo que en los EEUU existe la convicción de que cualquier interferencia en mi actividad o en la de Wikileaks sería vista negativamente por la prensa internacional y por otras instituciones.

Esta situación se creó a partir del arresto de un soldado estadounidense considerado responsable de haberle “entregado” materiales reservados. Usted nunca confirmó que se trate de una fuente suya.

Nosotros recogemos informaciones de nuestras fuentes y si por casualidad nos topáramos con este tipo de informaciones las destruiríamos. Por eso no podemos confirmarlo. Sin embargo, dado que buscamos respaldar a quienes nos proveen de informaciones hemos contratado a tres abogados estadounidenses para defender al soldado.

¿Qué es lo que sabe de su situación?

Muy poco y eso nos preocupa. Su abogado, que ha sido designado por el ejército, no ha respondido a nuestros pedidos de información. Es muy raro, según nos han dicho expertos en derecho militar de los EEUU, que un soldado esté arrestado tanto tiempo sin una acusación formal.

Un artículo de la revista online Salon cita un documento de contraespionaje de los EEUU (irónicamente revelado precisamente por Wikileaks) en el que se afirma que para desactivar su servicio es necesario descubrir sus fuentes y mostrarlas al público. ¿Es eso lo que está ocurriendo?

Bradley Manning está acusado de haber hablado de su actividad de informante a un periodista estadounidense y ex hacker (Adrian Lamo, ndr) que no tiene ninguna relación con Wikileaks. Al contrario, se trata de un periodista que, según Manning, es informante del ejército.

Se mantiene, sin embargo, el riesgo de que a la opinión pública le llegue un mensaje diferente que pueda desalentar a nuevos informantes

El documento del ejército que citabas dice que nuestro “centro de gravedad”, es decir la certeza de las fuentes de que las protegeremos puede ser destruido por circunstancias como las que se están verificando en estos días. Más aún si uno se toma el trabajo de leer los detalles de este asunto, reconocerá que no hemos faltado a nuestro deber y que los procedimientos de Wilileaks son eficientes. Manning cometió el error de hablar con alguien más. Hay que recordar a las fuentes que no todos los periodistas cumplen las normas con rigor.

Hace algunos días confirmó que disponía de un video relacionado con la masacre de Garani, en Afganistán ¿Cuándo lo publicará?

Estamos trabajando: lo publicaremos junto a otros documentos a la mayor brevedad.

¿A que brevedad? más o menos una semana?

Depende de las circunstancias. Tenemos pocos recursos y mucho trabajo por hacer

¿Piensa realizar un operativo similar al que efectuó para el video que documenta la muerte de civiles por un helicóptero estadounidense en Bagdad: una versión editada del material para que pueda ayudar a su comprensión a quienes lo vean?

Es un aspecto delicado. El hecho de haber editado el primer video se utilizó para que los militares y los políticos desacreditaran el material mostrado aun cuando los trabajos de montaje fueron limitados y aunque hayamos puesto a disposición el video íntegro. También hemos advertido de que cuando publicamos material sin el debido contexto, el impacto sobre la opinión pública es escaso. Por lo tanto con el video de Afganistán estamos trabajando de manera análoga.

Wikileaks se dirige a informadores de organizaciones privadas y públicas de todo el muno. Según un reciente artículo del New York Times, Obama es mucho más duro contra los “topos” en el Gobierno de lo que fue Bush.

Parece que es así. Cualquiera que ejerza el poder, de cualquier partido, se mezcla con el aparato burocrático militar y de inteligencia y eso es lo que pasa en los EEUU. No debemos olvidar que corresponde a la oposición limitar el poder del Gobierno y el Partido Republicano rara vez actúa contra estos argumentos.

Hablando de gobierno, ¿ha seguido las polémicas suscitadas sobre las normas de interceptación propuestas por el gobierno de Berlusconi?

Sí y no: pero según lo que he podido percibir el camino que está emprendiendo Italia es deplorable. A los periodistas italianos puedo decirles que Wikileaks puede ser una ayuda para ellos. A vuestros legisladores les recuerdo que si quieren que la gente obedezca deben sancionar leyes razonables, de otro modo sólo generaran resentimientos con relación al derecho; y estoy seguro de que ése es uno de esos casos.

Fuente: http://www.ilmanifesto.it/archivi/fuoripagina/anno/2010/mese/06/articolo/2957/



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