miércoles, 30 de junio de 2010
Dossier sobre Islandia III
Fuente Revista Piauí - João Moreira Salles
Corrían noticias - probablemente infundadas, pero vivas en la pesadilla nacional - que hasta 80% de las empresas quebrarían en seis meses. Cincuenta por ciento de los jóvenes entre 18 y 24 años pensaban en emigrar. Quien quisiese viajar, fuera cual fuera el motivo, inclusive negocios, tenía que pedir autorización al Banco Central para comprar moneda extranjera. Era casi imposible adquirir oficialmente más de 700 euros.
Esto es lo que todos sabian. Maa asustador es lo que no se sabia. Al quebrar, el conjunto de los bancos cargaba 75,000 millones de dólares en los balances: 250 mil dólares para cada hombre, mujer y niño de Islandia. Sea cual fuera el tamaño del pasivo, él ahora pertenece al país, cuyo PIB, en función de la volatilidad de la moneda, estaria entre 7,500 e 9000 millones de dólares. Nadie sabe de verdad a cuanto llega la deuda del Icesave, pero hay quien diga que supera al PIB. Si los acreedores - entre los que hay 120 municipios ingleses, organizaciones filantrópicas, hospitales y universidades (sólo Cambridge depositó 20 millones de dólares), además de centenas de millares de pequeños correntistas - forzaran a los respectivos gobiernos a cobrar la deuda, Islandia tendrá que pagar, apenas en este caso, el equivalente a un año de todo lo que produce. La reparación exigida a Alemania al fin de la Primera Guerra, con el Tratado de Versalles, no llegó a tanto:se limitoó a 85% de su PIB.
Fue en inicio de noviembre, mientras el frio apretaba y los dias se hacían mas cortos, que surgieron los primeros chistes. "Sabes como salvar un especulador que está ahogándose? No? Genial." "Como librarse de un banquero que golpea su puerta? Basta pagar la pizza." "Que nombre se le da a 500 inversores en el fondo del oceano? un buen comienzo."
En los shoppings vacios los kioskos exhibian camisetas: Oddsson con bigote de Hitler, "Islandia = Banana Republic", "Islandia es el país mas quebrado del mundo". Era un modo de no desesperarse. Del Exterior, venían notícias de islandeses hostilizados en ciudades que antes los recibían con los negocios abiertos. En Copenhague, al mostrar el pasaporte, un islandés escuchó de un policía: "Devuelva mi dinero!" En Londres, otro fue invitado a retirarse de un restaurante. Se leía en la sección de cartas del diario en inglés Reikjavík Grapevine: "Tal vez sea una buena idea vender a Islandia a quien ofrezca mas. Porque eso es lo único que esos criminales todavía tienen: el país de ellos." Y todavía: "Es bueno ver este país corrupto irse por la cloaca, llevando junto a sus criminales, sus banqueros y sus políticos. Tenemos que colonizar este país y poner al pueblo a trabajar, con sueldos de hambre, claro. Y después de cien años, cuando la deuda esté paga (inclusive el 9% que nos prometieron sobre los depósitos), la isla podria ser usada como campo de pruebas de una nueva bomba atómica."
La palabra útrás fue sustituída por la palavra kreppa: crisis, recesión, aprieto - como un espasmo o un puño cerrado. "Naci en 1979, no se lo que son tiempos difíciles", comentó Bergsteinn. "Pero, ahora, todo el mundo sabe de alguien que perdió el empleo. En el diario, aceptamos un corte en el sueldo para no ser despedidos. Es asustador."
"No perdimos apenas dinero. Perdimos también el orgullo de ser sensatos, justos, de no ser vulgares", dice Thorhallur Vilhjálmsson mientras camina por las vigas de una obra en construcción a orillas del oceano, en el punto mas lindo de la costa. Al fondo, cubierto de nieve, se ve el Snaefellsjökull, el volcán extinguido por donde los personajes de Julio Verne llegaron al centro de la Tierra. "Aqui seria el restaurante", dice Thorhallur, apuntando a una losa desnuda. Él es el director de marketing del Centro de Convenciones y Música de Islandia, el esqueleto mas conspícuo de Reykjavík.
Presupuestado en 220 millones de dólares, fue concebido para ser el llegado del proprietario del Landsbanki a Islandia. Resultó de un concurso internacional de arquitectura del que participaron, entre otros, el francés Jean Nouvel y el inglés Norman Foster - venció el dinamarqués Henning Larsen - y fue proyectado para ser un edifício a la altura de los edificios públicos que pusieron en el mapa ciudades como Sydney y Bilbao. Los poliedros de vidrio que se lanzan sobre el mar, como un navio translúcido, serían el destino de las mejores orquestas y de los grandes artistas. Se prevía la inauguración para diciembre próximo.
La incorporadora quebró el primer semestre del año 2008; el banco, seis meses después. Sobraron Thorhallur, media docena de opbreros y 28 mil metros cuadrados de obra inacabada, además de un site en el que ella aparece concluída, al lado del hotel cinco estrellas y de la nueva sede del Landsbanki que ocuparia el terreno contiguo, donado por el gobierno. Muchos dicen que la inmensa estructura será el verdadero monumento al fracaso de la década. No hay como esconderse del esqueleto. Por causa de su ubicación privilegiada, está siempre a dos esquinas del ojo.
Thorhallur tiene cerca de 40 años, mejillas rosadas, barba candado y ese aspecto de quien pasó buena parte de la vida a aire libre. En una película, haria el papel de leñador. Describe la obra con pasión. La imagina como la expresión del espíritu islandés: un lugar democrático y para todos. "Para nosotros, ser islandés significaba que éramos iguales. No habia ricos ni pobres. Entonces vino la demencia, y unos treinta tipos se hicieron obsenamente ricos. No estábamos acostumbrados a eso. Mirá ahi arriba", él apunta, indicando la parte superior de las paredes de la sala de conciertos, cuyo pié derecho pasa de los 10 metros. "Ellos querian construir lugares VIPs ahí. Cuando traia personas para visitar la obra, nunca hablaba de eso porque el concepto me avergonzaba."
Uno de los pocos obreros todavía en servicio pasa y dice hola en un idioma que no es el islandés. Thorhallur prosigue: "Y sabes, está también el tema del respeto al trabajo biem hecho. Los millonarios no tenían eso. El dueño del Landsbanki jamás mencionaba a los polacos que estaban construyendo este edificio. Pero golpea en esta pared: es trabajo decente, sólido. Esos tipos merecian recibir el reconocimiento y fueron olvidados. Estamos con verguenza de nosotros mismos."
Fuente Revista Piauí.
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