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Lunes, 21 de febrero de 2011, ENTRAMOS EN LA SEGUNDA DÉCADA DEL SIGLO XXI! Diversos eventos que hoy presenciamos me hacen pensar este momento profundamente interesante y creo que los lectores de este blog comparten esta opinión, ya que la temática aqui abordada es parte de estos eventos a los que me refiero. Veamos una rápida retrospectiva panorámica apenas desde final del año pasado para acá:
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31 de agosto de 2010, termina la consulta pública para la Revisión de la Ley de Derechos de Autor brasileña con 8.431 manifestaciones y contribuiciones al texto, enviadas por 1.049 participantes, siendo 118 instituciones;
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01 de octubre de 2010, entra en vigor a Ley Hadopi en Francia que criminaliza el intercambio de archivos a través de internet;
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26 de noviembre de 2010, la corte sueca anuncia la condena a los fundadores de The Pirate Bay por crímenes contra las leyes de derechos de autor;
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28 de noviembre de 2010, Wikileaks publica en la web 251.287 telegramas secretos de la diplomacia estadunidense;
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04 de diciembre de 2010, es la Maratón Internacional de Datos Abiertos também llamada de Maratón Hacker o Hackaton;
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06-07 de diciembre de 2010, el grupo Anonymous derrumba los sites de Visa, Master Card y Pay Pal en reacción al bloqueo financiero que estas empresas impusieron a Wikileaks;
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17 de diciembre de 2010, explota la revuelta en Túnez contra el dictador Ben Ali, organizandose por medio de un sistema de comunicación interactivo y multimodal que mezcla televisión, internet, radio y plataformas de comunicación móviles [NE: vale la pena acompañar el twitter del investigador Pierre Levy, tunecino, sobre los eventos en su país];
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19 de enero de 2011, la nueva ministra de cultura de Brasil Ana de Hollanda retira la licencia creative commons del site del Ministerio de Cultura;
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24 de enero de 2011, los españoles lanzan una petición on-line pidiendo la renuncia de la ministra de cultura Ángeles González-Sinde, responsable por la Ley Sinde, semejante a la Ley Hadopi;
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25 de enero de 2011, explota la revuelta “digital’ en Egipto contra el dictador Hosni Mubarak, estimulada por Túnez, llevando al gobierno a bloquear internet en el país;
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30 de enero de 2011, el gobierno chino bloquea la palabra “Egipto” en la internet del país con miedo de que la onda de revueltas en el mundo árabe los alcance.
¿Qué hay de común entre estos diferentes acontecimientos y por qué ellos tornan el momento en que vivimos interesante? Todos ellos apuntan para uno de los temas más cruciales de nuestro tiempo, las tensiones entre las posibilidades de la libre circulación de la información, creadas por las tecnologias digitales, y las tentativas, por parte de los poderes, de privatizarlas y bloquearlas. La importancia de estas tensiones reside en el hecho de que la información es el elemento central de la economia capitalista en su etapa informacional. Por eso, ellas expresan confrontaciones entre formas de rupturas y continuidades del orden existente, entre la racionalidad dominante y las racionalidades alternativas.
Son éstas tensiones y como ellas revelan importantes características de nuestro tiempo que constituyen el tema de mi disertación de maestrado por el programa de posgraduación en ciencias sociales de la PUC-SP, defendida en 17 de junio de 2010. La presente disertación, intitulada “Disturbios de la Era Informacional: los conflitos entre la propiedad intelectual y la cultura libre”, postada aqui en este espacio, fue orientada por el profesor Miguel Chaia, del departamento de ciencias políticas y coordinador del NEAMP – Núcleo de Estudios en Arte, Medios y Política. En la banca de defensa, estuvieron presentes los profesores Ladislau Dowbor, de la casa, y Cláudio Penteado, convidado de la UFABC.
De forma general y a la luz de los recientes acontecimentos que no pudieron ser abordados en la disertación, pero que corroboran sus conclusiones, presento abajo un sintético resumen de diversos hechos y lecturas de diferentes autores que me llevaron a afirmar sobre lo que está en juego en los días actuales.
En primer lugar, no se trata todavía del fin del capitalismo, aunque esta posibilidad encuentre ahí una brecha. Pero, se trata, principalmente, de una disputa en el interior del capitalismo, entre actores establecidos y actores emergentes, generada por la transición de una economia del tipo industrial para una del tipo informacional y la consecuente actualización histórica de sus instituciones. Lo que define esta transición es la emergencia de un nuevo marco tecnológico del cual participan un nuevo instrumento de producción (las tecnologias de información y comunicación) y una nueva organización del trabajo (la producción colaborativa en red).
El capitalismo informacional es la etapa del sistema productivo caracterizado por la producción de bienes informacionales, que son aquellos bienes de orden inmaterial, al mismo tiempo productos e insumos de los circuitos de producción basados en la información. Bienes culturales, obras artísticas, conocimientos científicos, saberes subjetivos e intersubjetivos y hasta códigos genéticos pueden ser capturados por estos circuitos productivos, convertidos en información por la codificación digital, tornandose bienes informacionales agregadores de valores de uso e intercambio. La información se torna la principal fuerza productiva de esa economia y el mundo puede tornarse un gigantesco banco de datos apropiado y monopolizado por el capital.
Sin embargo, la información impone grandes dificultades en ser tratada como una mercaderia industrial. Primero, porque ella es abundante, esto es, su uso no diminuye su stock, sino que lo potencializa. Y segundo, porque su fluidez y reproductibilidad en las redes digitales se hace sin costos. Por lo tanto, por su abundancia, fluidez y reproductibilidad, el valor monetario de esa fuerza productiva tiende a cero, instaurando una nueva situación en la economia capitalista.
Además, la organización del trabajo en redes de producción colaborativas y descentralizadas, en lugar de la línea de montaje y de la distribución de tareas taylor-fordistas, permite a todos los que esten conectados participar del proceso de producción y de la innovación tecnológica que, de esa forma, alcanza un ritmo mucho más acelerado. Para desarrolarse, la producción colaborativa requiere el intercambio de su fuerza productiva, esto es, que el conjunto de informaciones, conocimientos y saberes de los agentes involucrados, sean considerados bienes comunes (los commons).
Se trata de una reapropiación de las tecnologias de producción por los trabajadores en un movimiento reverso al que sucedió al inicio del capitalismo, cuando los trabajadores fueron separados de los instrumentos de trabajo y obligados a entregarse a los desígnios del capital. Ahora, ese trabajo de la multitud engendra una producción social que excede a las demandas del capital y escapa a su control. Él no cesa de crear alternativas de intercambio de esa fuerza productiva, presionando por la distensión o incluso por la quiebra de la propiedad intelectual.
Los actores hegemónicos, por su vez, precisan impedir esos commons de información, bloqueando la libre circulación y el intercambio de esa fuerza productiva, por medio de la ley y de aparatos represivos, donde se destacan los dispositivos de la propiedad intelectual (copyrights y patentes), como forma de generar valor monetario por su escasez artificial y, así, mantener las ganancias y el poder. Son los nuevos “enclousures”. Cuando no capturadas, las prácticas de intercambio de la información y las dinámicas de producción colaborativas son colocadas en la ilegalidad, como “pirateria”. Así, la propiedad intelectual se presenta como un dispositivo de control y monopolio, por el capital, de la creación e innovación tecnológica.
No solamente el capital hegemónico, sino también los regimenes autoritarios se ven amenazados por el intercambio de la información. Tanto las dictaduras cuanto las democracias asentadas en la apatia política de los ciudadanos, como los EUA, precisan controlar a internet. El ciudadano informado se empodera y participa, ejerciendo control sobre los gobernantes y no apenas siendo controlados por éstos. En ese sentido, Wikileaks tal vez represente para los gobiernos lo que Napster, y hoy Pirate Bay, representaban para las industrias de entretenimiento. Una frase del mensaje del grupo Anonymous divulgada en el vídeo de arriba el 09 de diciembre de 2010, expresa bien estos temas:
“Internet es el último bastión de la libertad en este mundo tecnológico en constante evolución. Internet es capaz de conectarnos a todos. Cuando estamos conectados somos fuertes. Cuando somos fuertes tenemos poder. Cuando tenemos poder somos capaces de hacer lo imposible. Por eso es que el gobierno está actuando sobre Wikileaks. Esto es lo que temen. Tienen miedo de nuestro poder cuando estamos unidos.”
Estos conflictos no están solucionados, pero un movimiento creciente de actores se forma en la sociedad civil en pro de la libre circulación de información y los conocimientos como un nuevo paradigma económico que va poco a poco generando nuevas institucionalidades. Una ética que apunta para nuevos modelos sociales está siendo forjada en el dia a dia del trabajo colaborativo en red. El movimiento de la Cultura Libre es su mayor expresión.
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