Fuente UNER Debate.
“La empresa Monsanto apostó en serio por nuestra facultad”
La Facultad de Ciencias Agrarias de Zavalla, dependiente de la Universidad Nacional de Rosario; donde se forman los ingenieros agrónomos recibió en los últimos tiempos un fuerte apoyo económico de la firma Monsanto. Es la multinacional que instaló en la Argentina el modelo soja transgénica más glifosato de la mano de la siembra directa. La ayuda se materializó en la donación de un laboratorio, más un equipamiento por unos 300 mil dólares. Liliana Ramírez, decana de Agrarias y Hugo Permingeat, secretario general de esa facultad, explicaron a Rosario/12 que “el laboratorio de biotecnología lo construimos pidiendo la colaboración de empresas como Monsanto, Pioneer y Syngenta, antes no teníamos nada, así que en verdad es nuestro orgullo. Hace tres años costó unos 40 mil pesos. Monsanto forma sus cuadros aquí: Son ingenieros agrónomos a los que les brinda la capacitación de posgrado y Monsanto valora esa capacitación que brindamos básicamente en la Maestría de genética vegetal, que es la más antigua acreditada por la Coneau, creada junto al Inta Pergamino en 1978. El valor de ese posgrado en mínimo, por eso cuando golpeamos la puerta para que nos ayuden de otra manera, no tienen miramientos y nos ayudan a hacer cosas como el laboratorio”.Algunas partes del reportaje:
-¿Qué opina del modelos soja transgénica más glifosato?
-Si no fuese con glifosato tendríamos la misma soja y el productor la siembra por el precio que tiene. Si el sorgo que esta desestimado tuviese otro precio, lo sembraría. Pero que la soja sea transgénica es circunstancial, pero lo cierto es que ha facilitado la tarea del producto asociado a un paquete tecnológico como la siembra directa.
-Este modelo como científico lo deja tranquilo?
-Ojalá este modelo sea multiplicador de otros proyectos que tenga el mismo éxito que tuve este, porque el ingreso de divisas que tuvo el país desde el 2000 no fue casual. Muchos critican a la soja transgénica pero gracias a ella pudimos obtener un crecimiento sostenido durante mucho tiempo. Esta tecnología puede transformar a una vaca en una farmacia: es el tambo farmacéutico de Biosidus, son vacas transgénicas que en su leche tienen hormonas de crecimiento, insulina, y un montón de cosas.
-¿Por qué entonces Europa frena el ingreso de los alimentos transgénicos?
-Porque tiene mucha influencia de lo verde, la naturaleza. Muchos productos tóxicos están en la hierbas con la que nos hacemos un té: y hay compuestos fenólicos, metabolitos secundarios, y están en la naturaleza, Es todo relativo. La sociedad europea no tiene un conocimiento profundo de estos temas y adopten estas posturas sin saber demasiado. Lo ecológico es una moda.
-Según Marie Monique Robin, en su libro “El mundo según Monsanto” esta empresa eligió como lugar de ingreso de su soja transgénica a la Argentina, que hoy llega a poner en peligro a los cultivos tradicionales. ¿No cree que se está afectando la biodiversidad, afectando incluso la alimentación en distintas regiones?
-Sí, pero no creo que sea culpa de Monsanto, o mejor dicho no es exclusiva de esta empresa, que siempre van a querer vender lo que tienen. Obviamente que cuando un compra algo es tan responsable el vendedor como el comprador, y en este caso somos tan responsables como Monsanto. No estoy de acuerdo con el monocultivo de soja, sino que hay que preservar la diversidad, y esto solo se logra no con políticas de castigo del paquete soja transgénica, sino de premios al resto. Por eso habría que bajarles las retenciones a otros cultivos. Pero es verdad que Monsanto usó a la Argentina como vidriera al mundo, por eso no estoy de acuerdo con la exigencia de los royalties por la semilla.
-¿Qué pasa con aquellos que no son responsables con su uso y afectan a otros?
-El ingeniero agrónomo no tiene el reconocimiento social que tiene otras profesiones, porque si bien un medicamento lo receta un médico, el prospecto de expedición de agroquímicos debería tener la certificación que entienda del tema, y eso es deficiente en la Argentina.
-Pero no le parece que desde hace más de una década se está jugando con cosas que no tienen retroceso como la salud de la población?
-No, no, lo que hace falta son políticas claras que definan el tema. No podemos permitir el uso de productos que ya en Estados Unidos y en Europa están prohibidos.
-¿Cuáles agroquímicos no usarían?
-No estoy capacitado para decirlo, soy especialista en biotecnología de plantas.
Ahí se forman Ingenieros Agrónomos argentinos que luego recetarán alegremente ...Ya saben qué.
Si quieren leer todo el reportaje y colocar algún comentario en la página de UNER Debate.
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