Julian Assange se entregó ayer a las autoridades británicas y quedará detenido hasta el 14 de diciembre. La fiscalía sueca lo acusa de “delitos sexuales”. Su arresto coincide con la divulgación de los archivos secretos norteamericanos.
Por Kim Sengupta *
El fundador de Wikileaks, Julian Assange, se entregó ayer a las autoridades británicas y quedará detenido en una comisaría londinense hasta el 14 de diciembre. El juez le denegó la libertad bajo fianza, pero sus abogados anunciaron que volverán a intentar esa opción ante otra instancia judicial. Según explicó la fiscalía sueca, la detención del periodista australiano obedecería a delitos sexuales, y no estaría supuestamente vinculada con la filtración que la semana pasada dejó al descubierto unos 250 mil cables secretos del Departamento de Estado. Ya se han realizado conversaciones informales entre funcionarios estadounidenses y suecos acerca de la posibilidad de dejar al hombre de 39 años bajo custodia de los Estados Unidos, según dijeron fuentes diplomáticas.
Assange seguía anoche en una cárcel británica, esperando la extradición a Suecia, donde se lo acusa de haber violentado a dos mujeres (ver aparte). La corte de Westminster le denegó la salida bajo fianza sobre la base de que existiría riesgo de fuga, a pesar de que figuras prominentes se ofrecieron para actuar como garantes. La prensa local resaltó que, aunque el creador de Wikileaks seguirá tras las rejas por siete días más, sus condiciones de reclusión no serán extremas. No tendrá que llevar uniforme carcelario, podrá recibir visitas y realizar llamados telefónicos.
El arresto de Assange fue catalogado como una “buena noticia” por el secretario de Defensa de los Estados Unidos, Robert Gates. El Departamento de Justicia norteamericano está considerando acusar al editor de Wikileaks por delitos de espionaje, después de que su sitio difundiera archivos clasificados. Los políticos de derecha estadounidenses están presionando para que se lo enjuicie y hasta para que se lo ejecute. Sarah Palin, la ex candidata a vicepresidenta, dijo que Assange debería ser perseguido con el mismo rigor que se hace con la red Al Qaida y con líderes talibán. La aparición de Assange en el tribunal londinense, el foco de la atención de los medios masivos, puso a Gran Bretaña en el centro de la controversia y la recriminación por la publicación de miles de cables diplomáticos que le han causado gran vergüenza a la administración de Barack Obama. Si se llegara a silenciar al creador del sitio de filtraciones, los seguidores denuncian que ese proceso arrancaría en Londres.
El gobierno sueco está intentando extraditar al periodista por supuestos delitos sexuales contra dos mujeres. Fuentes remarcaron que no se consideraría ningún pedido de extradición de Washington a menos que el gobierno estadounidense levantara cargos contra Assange. Además, dijeron que los intentos de llevarlo a Estados Unidos sólo tendrían lugar después de que concluyera el proceso en Estocolmo. Para preocupación de Assange y sus abogados, Estados Unidos y Suecia tienen un tratado en materia de extradición desde los años ’60.
Assange concurrió voluntariamente, vestido con un saco azul marino y camisa blanca, a una estación de policía londinense, acompañado por sus patrocinantes, después de que se expidiera una orden de captura internacional en su contra. Los jueces escucharon que el director Ken Loach y el periodista John Pilger estaban entre los que se ofrecieron a apoyar la fianza de unos 284 mil dólares. Pero el juez distrital Howard Riddle dejó a Assange detenido hasta la semana próxima, diciendo que existía el riesgo de que quisiera fugarse.
Loach, quien ofreció aportar unos 30 mil dólares, dijo que no lo conocía a Assange más que por su reputación, pero afirmó: “Creo que el trabajo que ha hecho fue un servicio público y que tenemos derecho a conocer las relaciones de aquellos que nos gobiernan”. Pilger, que también ofreció poner la misma suma que el director de Tierra y libertad, acotó que conocía a Assange como periodista y como amigo y que tenía un afecto especial por él. “Conozco las acusaciones y también detalles alrededor de los supuestos delitos”, afirmó ante la corte. “Estoy aquí porque los cargos contra él en Suecia son absurdos, y así lo consideró la fiscal general cuando dejó a un lado toda la causa hasta que intervino una figura política importante”.
Gemma Lindfield, que representó a las autoridades suecas ante los magistrados, dijo que se oponía a la libertad bajo fianza porque Assange podría negarse a comparecer y por su propia seguridad. Lindfield dio cinco razones por las que habría peligro: su estilo de vida nómade, por los informes de que habría solicitado asilo en Suiza, el acceso al dinero de sus donantes, su red global de contactos y su ciudadanía australiana. Lindfield dijo que Assange era requerido por cuatro supuestas ofensas sexuales. Un cargo por haber tenido sexo sin protección con una mujer, a pesar de que ella insistió en usar preservativo. Otro es que mantuvo relaciones, otra vez sin protección, con otra mujer mientras estaba dormida. “Este caso no es sobre Wikileaks. Es una acusación en otro país europeo por graves delitos sexuales, que habrían ocurrido en tres ocasiones separadas y que involucraron a dos víctimas”, insistió el juez Riddle. Sin embargo, añadió: “Si resultaran falsos, sería una gran injusticia si se lo dejara bajo custodia. En esta instancia de los procedimientos, la naturaleza y la fortaleza de las acusaciones todavía son indefinidas”.
El abogado de Assange, John Jones, sostuvo: “Assange ha realizado reiterados pedidos de que las acusaciones le sean comunicadas en un idioma que entienda. Eso fue ignorado por la fiscalía sueca. Otro fiscal había desestimado este caso antes por la falta de evidencia”. La presión sobre Wikileaks, que se mantiene en línea por donaciones, continuaba ayer después de que Visa y Mastercard suspendieran todos los pagos al sitio web.
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
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