De La Torta se Achica y Cambia de Manos.:
"En porcentaje, la cantidad de música descargada sin permiso del autor es el mismo que hace cinco años. En el negocio de la música, que movió 15 mil millones de dólares en 2009, la torta está cambiando de manos: en 2001, la industria de música indie movía el 12 por ciento y ahora llegó a casi un cuarto de mercado. En la Argentina, los números son curiosamente distintos y el desplome es mucho menor que a nivel mundial."
"Por Luis Paz Asistimos a un cambio climático paralelo: la industria discográfica acaba su era glaciar de solidez inmutable, que gozó durante buena parte del anterior medio siglo, y comienza a derretirse en un mar de tecnologías e incertidumbres. . IFPI, una cámara internacional que reúne a miles de discográficas –tanto a las majors que controlan el 75 por ciento de las ventas (Sony Music, Warner, Universal y EMI) como a miles de sellos que se reparten el resto– hizo público recientemente su Digital Music Report 2010. Se trata de un informe sobre el campo económico de la música grabada y su desarrollo en 2009, con base en el segmento online del negocio y su transformación. La noticia es escandalosa: “El mercado (de venta de música en cualquier formato) cayó un 30 por ciento entre 2004 y 2009”. La causa principal, aseguran los consultados, los microestudios citados y las autoridades de IFPI, es el impacto de la copia y descarga ilegal de música digital. Pero el reporte también muestra el ascenso del mercado digital legal, crecido un 940 por ciento en el mismo período.
En la Argentina, donde el volumen de copia ilegal musical está estancado entre el 60 y el 74 por ciento desde la crisis de 2001, las ventas en formato físico cayeron respecto de 2008, pero crecieron 1 por ciento en ese mismo período crítico de 2004 a 2009, según Capif. Unas 13,5 millones de unidades de CDs, DVDs, singles, videos, vinilos y ¡casetes! fueron vendidos en la Argentina durante 2009. Son 2,5 millones de unidades menos que en 2008, pero si se compara con el período crítico, aquí las ventas crecieron de 13,47 a 13,59 millones de copias entre 2004 y 2009. Lo que significa que, mágicamente, acá las cosas no están tan jodidas aún. Con 12 millones de unidades vendidas ese año, el CD se mantiene saludable aquí, donde incluso el casete vendió 75 mil copias. Es verdad que en el plano local se está muy lejos de 1999 y las 24 millones de unidades en todos los formatos vendidas ese año. Tanto como que los 24 millones record eran poco más de medio CD comprado por persona en 1999, cifra muy baja.
Hacia un mercado 2.0
En el reporte de IFPI, lo notorio es el crecimiento del segmento digital, el espacio donde se entrelazan Spotify, iTunes, Vevo, los teléfonos celulares con música precargada, las tarjetas de descarga de discos y otros soportes que la industria ha sabido palanquear para no caer en la total desgracia. El volumen de negocios de esos servicios (y sus derivados y similares en todo el mundo) creció de modo asombroso y, con 4200 millones de dólares recaudados, sumó a la caja de las discográficas un 27 por ciento de los 15 mil millones de dólares recaudados por ventas totales en cualquier formato en 2009. En 2004 habían sido 23 mil millones.
Ya en 2008, los artistas argentinos que irrumpían picaron en punta con la edición de EPs, casi un manifiesto de que bien podría ser “Estamos en Pelotas”. En medio del tremendo lío en que se convirtió publicar un CD, aparecieron casos autóctonos que tácitamente plantearon la crisis de la necesidad de un soporte real. Primeros fue El Mató a un Policía Motorizado con su trilogía de EPs digitales gratuitos para el sello Laptra. En 2009, los ascendentes Michael Mike regalaron un CD completo en su sitio: el notable Nena o neno. Los últimos fueron los 107 Faunos, que regalaron su esperado disco Creo que te amo. En esta época de Taringa!, blogs de descargas y discos viajando por Skype, los artistas locales apostaron a entregar ellos mismos sus discos en buena calidad para descarga gratuita de la red. “Lo importante es que no se pierda la música y el laburo puesto en ella”, le dicen al NO, palabras más o menos, las bandas Inmaduros, La Potoca y La Ola Que Quería Ser Chau, entre otros.
Hace unos años, también aquí, se establecía con fuerza el fenómeno de los netlabels o sellos “virtuales”, aunque el último concepto sea errado: Cabeza Netlabel, Mamushka Dogs Records, Mandarina Records y experiencias similares han publicado esta década música real de bandas reales, aunque con la particularidad de no ser álbumes físicos. Desde las oficinas virtuales de Mamushka Dogs Records (con un catálogo que incluye Banda de Turistas, Klemm, The Baseball Furies, Go-Neko!, Prietto Viaja al Cosmos con Mariano y muchos más), Leandro Pereiro y Luciano Banchero explican que “no son pocos los que no piensan en Mamushka como un sello” sólo porque no cuentan con distribución física, de la misma manera que “no consideran que los discos sean discos” por ser digitales. Señalan que es ridículo: “Los discos son mucho más que el fetiche de la cajita y el librito, mucho más que un compact, mucho más que el formato que los soporta”, se plantan.
Metamorfosis
Algo pasa. Algo raro. ¿Por qué estos indicadores no son entendidos por IFPI como un cambio de comportamiento en los usuarios de música sino como el impacto concreto de aquello que llaman “piratería”? Si los “piratas” que nombran son tanto los que descargan música en forma ilegal como los que venden CDs truchos pues, sumados, los volúmenes de ambos fenómenos ocupan, como se dijo, entre el 60 y el 74 por ciento del mercado, según Capif. Lo raro es que esa proporción se mantuvo constante en toda la década. IFPI no dice que cada vez menos gente se libera del brillo bobo del monitor para caminar en búsqueda de un disco, no admite que las compañías ofrecen discos intrascendentes y generan hologramas, no acepta que a los artistas líderes de ventas no se les cae una idea. No: el agujero en la gran capa de ozono de las ganancias musicales, dice IFPI, es “la piratería”. Es cierto: el 50 por ciento del mercado mundial y el 60 del argentino (en el mejor caso) es ilegal. Y, según Capif, el 46 por ciento de los músicos de quienes se descarga o copia sin permiso del autor son argentinos. Además, los 412 millones de canciones descargadas ilegalmente al año, equivalentes a 30 millones de discos. ¿Pero se comprarían igualmente?
Tal vez esté bien (según sus funciones) que Capif e IFPI denuncien y las compañías intenten domesticar a los usuarios con nuevas herramientas, pues están para eso: unos para controlar, otros para publicar, sí, pero también para hacer dinero. Pero la descarga no permitida en el consumo musical es una emergencia cultural que también da crédito a un nuevo orden mundial en el que muchos no conocen el impacto real de esa tendencia en los artistas. Se sabe que ésta ha sido históricamente una industria de ejecutivos, productores y algunos pocos músicos ricos, pero la gran mayoría no tan rica como los ejecutivos.
Así es que todos, CEOs, artistas faltos de ideas y consumidores ilegales, comparten el banco de los acusados. Pues simplificar la decadencia de la industria en el avance de la ilegalidad (que, en rigor, hace 10 años no avanza en estas pampas) es intentar buscar perejiles en un mercado donde abunda, lamentablemente, la fruta podrida.
Sobre lo que recibe un músico por su disco la nota agrega:
Pago difícil
Del ciento por ciento del gasto en un disco original,
- 9 por ciento va a los autores,
- 13 por ciento va a la distribuidora,
- 16 al pago del IVA,
- 26 a la tienda que lo vende
- y el 36 restante a las discográficas.
¿En qué los gastan?
- En promedio, un 16 por ciento en adelantos a los artistas por su repertorio,
- un 13 en marketing
- y un 30 en investigar talentos en su región.
En promedio, según IFPI, colocar un artista internacional nuevo en lugares de trascendencia cuesta un millón de dólares:
- 200 mil en adelanto al artista,
- 200 mil en grabar un disco,
- 200 mil en videos,
- 100 mil en una gira
- y 300 mil en publicidad.
Para casos de artistas de primera línea, el gasto se redondea en 5 millones:
- 1,5 en adelantos, medio en grabar,
- medio en videos
- y 2,5 en promoción.
Es insólito ver que, cuanto más conocido es el artista, en proporción se gasta mucho más en promocionarlo... ¡y mucho menos en pagarle por sus canciones!
Lo que demostró MySpace es que se puede gastar muy poco (“nada” para la economía de un sello, unos cuantos años de sueldo para cualquier mortal) en difusión y que el artista, si es bueno, llega. Pero los sellos no tienen tiempo y MySpace es un caldo de cultivo donde al aplauso y al fracaso los separa una barrera finita como un papel.
Como conclusión la nota dice:
Y de paso, es claro que un ejecutivo de tercera línea de un sello gana por año lo que un artista novel de su catálogo, sin la molestia de tener que armar acordes. Y que bajar discos es ilegal, sí, siempre y cuando no tenga licencias abiertas Creative Commons (una costumbre cada vez más grande en el mundo del rock y de la producción audiovisual), pero también un síntoma que evidencia un cierto agotamiento creativo. Las discográficas indies han ganado casi un cuarto del mercado mundial, cuando hace una década apenas movían un 12 por ciento, siempre según IFPI, que piensa que “todos ven como una exageración pagar un euro por una canción”.
En el mismo suplemento sobre la mayor participación de la música indie en las ventas de música:
Mariano Blejman
En el año 2000:
- Sony representaba un 27,4 por ciento de las ganancias de la torta discográfica,
- Universal el 21,1,
- EMI el 14,1,
- Warner el 13,4,
- BMG el 11,4
- y las indies (como Matador, Rough Trade, 4AD, Warp, Domino Records, XL) sumaban un 12,6 por ciento.
Mientras que en 2007, ante el advenimiento de las redes sociales, las majors perdieron
- (Universal de 29 a 25 por ciento,
- Sony de 28 a 21 y
- Warner de 14 a 11) un porcentaje del mercado,
- mientras que EMI apenas subió un par de puntos
- y las indies explotaron de 17 al 28,4 por ciento.
Toda la nota en el Suplemento NO.
Algunas de las bandas nacionales que nombran en el artículo:
En algunos de los sites están los discos para bajar.
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