lunes, 28 de marzo de 2011

Una historia del copyright, por Rick Falkvinge I-La Peste Negra Diezmó a los Copistas.

Blog de Rick Falkvinge.

Rick Falkvinge, fundador del primer Partido Pirata, empezó a publicar el 1o. de febrero, en su blog, una serie de siete capítulos llamada Historia del Copyright. "En esta serie de siete capítulos, escribiré sobre la historia del copyright desde 1350 hasta nuestros días. Esa historia, en los libros de historia, es muy diferente de lo que normalmente oimos por parte de la industria de copyright hoy".
Empezaremos con la llegada de la peste negra al oeste de Europa, en los años 1350. Como en todos los otros lugares, Europa fue alcanzada brutalmente por la peste: las personas huyeron en direción al Oeste del continente, llegada del Imperio Bizantino, y trajeron consigo tanto la plaga como los escritos científicos. Europa tardó 150 años para recuperarse politica, social y economicamente de la peste negra.
Las instituciones religiosas fueron las que mas tardaron en recuperarse. No sólo porque, por congregar a muchos curas y monjas, fueron duramente afectados por la enfermedad, sino también porque fueron las últimas a recuperar su población: las familias, en las décadas posteriores a la plaga, precisaron de la ayuda de todos sus hijos para recuperar su agricultura, su economia etc., por lo tanto enviaban a menos hijos a los conventos.
Eso es importante porque las monjas y curas eran los que hacían los libros, en aquella época. Cuando alguien precisaba la copia de un libro, iba a un copista, en un monasterio, y éste copiaba el texto. A mano. Ninguna copia era perfecta; cada copista corregia algunos errores gramaticales al hacer las copias, al mismo tiempo en que introducia en ellas sus propios errores.
Además, como los copistas eran empleados (lease controlados) por la Iglesia Católica, habia algunas limitaciones en relación al número de libros que se podian producir. La primera era el costo astronomicamente alto para producir una copia de un libro — una copia de la Bíblia precisaba de 170 pieles de buey o 300 pieles de oveja (era en pergaminos hechos de esas pieles en que el libro era escrito). Pero también habia un límite sobre que tipo de enseñanzas (informaciones) podian ser reproducidas por una persona que pertencia al clero. No se dudaba ni remotamente reproducir algo que contradijera la opinión del Vaticano.
En 1450, los monasterios todavía no se habían repolbados ni habían sido rehabitados, y el mayor costo involucrado en la reproducción de un libro era el del copista, un ofício artesanal que muy poca gente tenía capacidad de realizar. Para colocar las cosas en proporción, imaginen los costos astronómicos de materia prima necesaria para hacer un libro e imagine que ellos eran un costo menor que la del trabajo del copista. En 1451, Gutemberg perfeccionó una combinación de la técnica de impresión por presión, de tipos (letras) móviles, tintas al óleo e impresión en secuencia. Al mismo tiempo, un nuevo tipo de papel estaba siendo usado, copiado de los chinos, un papel barato de hacer y abundante. Con eso, mas o menos del día a la noche, el ofício de los copistas fue superado.
El proceso de impresión revolucionó a la sociedad, al crear la posibilidad de propagar información más rapidamente, a un costo menor y con mayor exactitud.
La iglesia católica, que hasta entonces controlaba el flujo de la información (y era dueña de un mercado cautivo, basado en la escasez de la información), se revoltó. No podría mas controlar el proceso de reproducción de los libros, no podria mas controlar lo que las personas podrian saber, e hizo lobbies sobre reyes y reinas en toda Europa para que la tecnologia de impresión, que quitaba a la población de su control, fuese prohíbida.
Muchos argumentos fueron usados para justificar ese esfuerzo y para intentar ganar a las mentes de las personas al viejo orden. Uno de los argumentos más notables era: “¿y ahora, como vamos a pagar a los monjes?”.
La iglesia católica fracasaría en su empresa, lo que abriria el camino al Renacimiento y al Movimiento Protestante, pero no sin antes derramar mucha sangre para intentar impedir la distribución barata de ideas, conocimiento y cultura.
Esa tentativa culminó en Francia el 13 de enero de 1535, cuando una ley fue promulgada a pedido de la iglesia católica, una ley que determinaba el cierre de todas las librerias y decretaba la pena de muerte para quien fuese encontrado usando una prensa.
La ley fue completamente ineficaz. Gráficas piratas fueron armadas alrrededor de toda la frontera de Francia, como un collar de perlas, y la literatura pirata entraba en el reino por medio de canales de distribución de contrabando, construídos por personas comunes y ansiosas por más literatura.





1 comentarios:

Anónimo dijo...

Buena historia =)
Viva la imprenta!

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