Tuvieron que pasar cientos de víctimas para que la Justicia santafecina emitiera un histórico fallo prohibiendo el uso de glifosato, entre otros agroquímicos, en campos de la ciudad de San Jorge. Ahora, el objetivo es que semejante sentencia imponga un precedente judicial que extienda esta prohibición a todo Santa Fe y el resto del país. Entrevista al referente de la ONG Centro de Protección a la Naturaleza.
Si se quisiera graficar la situación en una sola imagen, bien se podría imaginar un claro contraste entre un grupo frotándose las manos por los réditos comerciales que les dejó la producción de soja y otro, notoriamente mayoritario, con diferentes niveles de afectación por los estragos causados a partir de los agroquímicos utilizados sobre los campos sembrados con este cultivo.
Tuvieron que pasar cientos de víctimas para que la Justicia santafecina emitiera un histórico fallo prohibiendo el uso de glifosato, entre otros agroquímicos, en campos de la ciudad de San Jorge (ver nota aparte).
Ahora, el objetivo es que semejante sentencia quede firme tras las sucesivas apelaciones que se presenten en diferentes instancias el Gobierno de esa provincia junto a productores y, objetivo más ambicioso, que se defina un precedente judicial que extienda esta prohibición a todo Santa Fe y el resto del país.
En este sentido, Carlos Manessi, referente del Centro de Protección a la Naturaleza (Cepronat), organización impulsora de la causa inicial, aclaró que, pese a la vigencia de la prohibición de los agroquímicos los productores agrarios aún no pudieron demostrar que hayan tenido pérdidas de producción.
“Enfermar a la gente e intoxicar el suelo constituyen la peor herencia que podemos dejar a las generaciones futuras. Se está eliminando toda forma de vida y contaminando el agua por el uso del glifosato, entre otros químicos”, explicó el coordinador de la Red Nacional de Acción Ecologista (Renace) que este viernes inició su 33º asamblea en San Miguel de Tucumán (ver video adjunto).
El glifosato es el agroquímico más difundido en la agricultura argentina supuestamente para controlar malezas. En la actualidad, se usan entre 160 y 180 millones de litros por año, en un mercado que mueve US$ 600 millones, y el 70% del producto se destina a plantaciones de soja.
Según Manéis, son muchos los ejemplos existentes sobre las consecuencias que acarrean los agroquímicos sobre la salud de las personas y los ecosistemas. Uno de ellos es la notable proliferación de casos de cáncer en poblaciones cercanas a los campos sojeros, principalmente. “Creemos que no hacen falta más pruebas. Lo que si es necesario es que las autoridades y los productores tomen conciencia de los daños que se generan. Esta forma de producir sólo trae dolor y pobreza para la mayor parte de la población”.
“A esta problemática se le suma la gravísima condición que se da en las escuelas rurales y que nadie parece tener en cuenta”, dijo Manessi, y aseguró que “la mayoría están rodeadas por soja y sus directivos presentaron numerosas denuncias.
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