En Buenos Aires existe este tipo de turismo nunca entendí eso de ir a ver la miseria, para luego irse.
La nota en Clarín del 2005:
"Y allá hay pobres?", pregunta Cacho. "Sí, muchos, pero viven en edificios altos, no como acá", contestó Harry. Allá es Londres y acá es la Villa 20, en Lugano. Un perro flaco espía la conversación transoceánica a metros de una calle llamada Florida: es la versión bailantera de la del Microcentro, pero en el medio de uno de los barrios carenciados más grandes de la Ciudad."
"La mayoría de los que se animan a mirar el costado más tercermundista de los porteños son europeos. En general, sociólogos, periodistas y economistas. Esta vez son Harry Hastings (22), inglés, y Mei-Ling Hopgood (31), estadounidense y enviada del Miami Herald, los que empiezan a ver un escenario diferente al Teatro Colón o Caminito."
No se cómo seguirán esos tours si seguirán existiendo, la idea es ir, mirar e irse.....No se transforma nada, es como ir al zoológico.
Leo este artículo en el New York Times sobre una persona que vivía en una villa miseria de Kenia y lo que sentía cuando hacían "Tours de la miseria" en su barrio:
Fuente New York Times, 10 de agosto de 2010-Kennedy Odede (para que no digan que no somos chics...):
"El turismo en las villas miseria tiene una larga historia. En el 1800, novayiorquinos ricos solían andar por Bowery y por el Lower East Side para ver como la "otra parte" vive. Con las poblaciones urbanas en el mundo en desarrollo expandiéndose rapidamente, la oportunidad y lademanda para ver la pobreza directamente nunca fue tan grande. Los lugare más buscados son Rio de Janeiro, Mumbai (India) gracias a la película ¿Quién quiere ser millonario? y Kibera en Nairobi (Knia), la mayor villa miseria de África y el lugar donde nací.
El turismo en las villas tiene sus defensores que dicen que promueve la conciencia social y proporciona mucho dinero - que ayuda a las comunidades.
Pero no vale la pena. Este tipo de turismo transforma a la pobreza en entretenimiento, una cosa experimentada momentáneamente y después olvidada completamente. Las personas creen que realmente vieron algo, pero siguen sus vidas y se van y nos dejan, a mi, a mi familia y a mi comunidad de la misma forma que antes.
Tenía 16 años cuando vi por primera vez a un grupo de turistas visitando la villa. Estaba en mi casa de 9 metros cuadrados lavando los platos, mirándolos con ansiedad porque hacía dos días que no comía. De repente, vi a una mujer blanca que me fotografaba... Me sentí como un tigre enjaulado. Antes que pudoiese decir algo ella se fue.
A los 18 años fundé una organización que presta servicios financieros, de salud y educación para los habitantes de Kibera. Una cineasta de grecia me vino a entrevistar sobre el trabajo que realizamos y cuando caminabamos por las calles, vimos a un anciano defecando en público. La mujer tomó su cámara y me dijo: "ei, mirá allá!". Por un momento vi mi casa por los ojos de ella: mierda ratas, hambre, casas tan apretadas que no se puede respirar. No queria que ella viese eso, no queria darle la oportunidad de juzgar a mi comunidad sólo por la pobreza.
Otros habitantes de Kibera siguieron por otro camino. Un compañero del colegio empezó a trabajar con turismo y una vez, lo vi entrando en una casa donde estaba una joven en trabajo de parto con un grupo de turistas. Se pararon y miraron a la mujer que gritaba... Enseguida, el grupo prosiguó la visita con las cámeras repletas de imágenes de la joven que se retorcía de dolor. ¿Qué aprendieron?
¿La mujer ganó algo de la experiencia de ellos?
Para ser justo, muchos extranjeros van a las villas queriendo entender la pobreza y vuelven a su casa con lo que creen ser una mejor comprensión de nuestra miseria. La expectativa, tanto de los visitantes como de los organizadores de las visitas es que la experiencia pueda llevar a los turistas a emprender alguna acción en su país de origen.
Lo más prbable, sin embargo, es que no pase nada. Al final, mirar las condiciones de vida en Kibera es algo desolador.
Imagino que muchos visitantes creen que ya fue suficiente haber soportado ver una tal situación de miseria. Además esas personas nunca interactúan con nosotros, no hay diálogo, apenas algunos comentarios ocasionales. El turismo en la villa es un camino en un único sentido: Ellos sacan fotos y nosotros, perdemos la poca dignidad que todavía nos queda. Las villas jamás desaparecerán por causa de una decena de estadounidenses o europeos que pasam por aqui con cámeras en la mano... Existe sí solución para nuestros problemas, pero ellas jamás vendrán de visitas guiadas".
Kennedy Odede es director de Shining Hope for Communities - Organización que presta servicios sociales en Kibera, Kenia.
Fuente New York Times.
Lo más terrible de todo esto es que buscando la nota en español, no tenía ganas de ponerme a traducir, me encuentro con esta nota en El País de España:
"
Todavía recuerdo la graciosa imagen de un hotel del Brasil al que eché ojo en Internet antes de visitar Río de Janeiro. Las habitaciones no eran fastuosas; se veían sencillas, pulcras, de un gusto espartano. La mesa del comedor, con frutas, y claro, lo mejor era el nombre. Se llamaba ‘O Veleiro’, algo que remite necesariamente al mar. El glamoroso hotelito no era más que una casona en las colinas de Botafogo, un distrito en plena jungla, a una hora de la playa de Ipanema, y al que era menester llegar después de atravesar una favela. En la noche se oían tambores de Macumba y los zancudos que venían de aquel Mato Grosso cercano, eran como vampiros. El ascenso a Pan de Azúcar y el aire del mar, en Playa Bermeja, me disiparon el mal rato de esa noche espantosa.
Fui engañado, como le ocurre a muchos turistas, y caí en plena favela, sin proponérmelo. Hacer esta clase de expediciones con suficiente conocimiento de causa y efecto, requiere de medidas de seguridad. He visto este tipo de visitas a barrios tan tenaces como el Bronx; los turistas europeos se extasían también en Harlem, en la Avenida Malcon X, donde los borrachos duermen la resaca frente a los templos vigilados por leones de oropel.
Odede no pide que termine esta clase de turismo; sólo pide diálogo, buena fe: “Me sentí como una fiera en el zoo”, dice cuando recuerda el momento de la foto."
La sensación que da es que no entendió mucho la nota de Odede, sólo se importó con que en Río al tipo lo cagaron......Uf..
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