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Leído en Ramble Tamble.
El 15 de febrero, vecinos de Andalgalá pertenecientes a la Asamblea ElAlgarrobo resistieron el paso de camionetas que escoltaban a una máquinaretroexcavadora que trataba de pasar por un camino comunero para llegarhasta el lugar donde se sitúa el proyecto minero Agua Rica. Frente a lainsistencia de los asambleístas en impedir el paso del convoy, la fiscal Marta Graciela Nievas dio la orden de que la policía reprimiera lamanifestación, lo que arrojó el resultado de más de 40 detenidos y variosheridos.
Esta represión indiscriminada que hirió a mujeres, ancianos y jóvenes provocó el repudio generalizado de los pobladores de Andalgalá que marcharon de a miles a la plaza central. La policía y el intendente intentaron apagar el fuego con alcohol. Mandaronnuevamente a reprimir, esta vez en la plaza. Esa decisión multiplicó el enojo de los andalgalenses.
La realidad del pueblo cambió para siempre. Los enfrentamientos, antes meramente verbales, se convirtieron en físicos, con amenazas cruzadas y mensajes de texto intimidatorios que llegaron a cientos de simpatizantes y amiembros de la Asamblea El Algarrobo. Muchos fueron amenazados también con perder sus trabajos y, de hecho, varios fueron segregados de sus ocupaciones cotidianas.
A pesar de ello la firmeza ejemplar de la gente hace prever que Andalgalá será una experiencia multiplicadora a lo largo de todas las provincias cordilleranas donde se practica este tipo de minería y que, lamentablemente,va en aumento.
Lo increíble del caso es que, independientemente de las discusiones a veces bizantinas entre los especialistas de un lado y de otro, se evidencian dosrealidades:
- Primero, el impacto ambiental y la contaminación son inevitables, aun si los organismos de control funcionaran y la legislación les exigiera a las mineras un mayor estándar de protección ambiental a cumplir.
- Segundo ‹y esto es lo más absurdo‹, que al país prácticamente no le queda un peso al final del camino y, como lo demuestra la investigación de FOPEA que fuera recomendada por este mismo Blog, el pasivo ambiental que dejan es enorme y en algunos casos irreversible.
Este río, que es de todos, en varias oportunidades se vio contaminado por el estallido de la cañería que conduce ese caldo extremadamente tóxico para ser cargado en Tucumán hasta su destino final. He visto las bolsas que la minera sacaba del cauce del río después de uno de esos estallidos.
El empleo que ofrece ‹uno de los argumentos que la minera esgrime‹, es sólo para 60 andalgalenses, según el intendente pro minero del pueblo, y de 360 según la propia minera pero incluye en esta cifra hasta a los remiseros quede tanto en tanto transportan a algún empleado de la mina.
Los pobladores, quienes en principio creyeron en las ventajas de semejante inversión en su región, con el tiempo pudieron constatar que sólo malas noticias llegaban del emprendimiento y, encima, muchas personas que trabajan la tierra ya aprecian que la cifra de 60 o 360 se verá en rojo si se confronta con los trabajos de agricultura y derivados que se irán perdiendoo que ya se han perdido.
Pero esto no es todo. Falta lo más absurdo y esto es real. La propia ciudad de Andalgalá puede ser desalojada, ya que está asentada en una zona minera sobre la cual una empresa tiene derecho a buscar los metales para explotarla, si así lo deseara. Simplemente al expropiar, pago mediante,a toda la ciudad que será trasladada, en ese caso, hacia algún otro sitio.
Esto ‹que parece simplemente una burla o una mala broma‹ es la gota que derramó el vaso y lo que provocó que esta pequeña y tranquila ciudad catamarqueña se convirtiera en un polvorín. Sin lugar a dudas la lucha de sus pobladores se verá reflejada en muchos otros pueblos de la cordillera y precordillera en los próximos años.
No nos olvidemos que ya existen cerca de 800 asambleas en el interior con los mismos objetivos que la de El Algarrobo: NO a la mina.
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