viernes, 5 de febrero de 2010

Enrique Dans-La extorsión del Copyright




Esta noticia, University helpdesk employee extorts student using copyright, me dejó pensando acerca de lo que se ha convertido el copyright en nuestros días.

En la noticia se detalla cómo un empleado de la Universidad de Georgia utilizó una acusación de infracción de copyright para extorsionar a un estudiante, demandándole una suma de dinero a cambio de no cursar la infracción. En realidad, se trata exactamente del procedimiento de matonismo judicial que la RIAA utiliza habitualmente en los Estados Unidos: denunciar a una serie de personas, y demandar sumas de dinero a cambio de no acudir a un proceso que, en caso de celebrarse, y considerando el coste de una buena defensa en los Estados Unidos, redundaría previsiblemente en un plazo largo y sumas de dinero importantes. En el Reino Unido, esta misma práctica ha sido objeto ya de denuncia en la Cámara de los Lores.

En realidad, la situación proviene de confundir torticeramente los derechos de autor con el copyright, o derecho de reproducción. Mientras los derechos de autor son discutidos por muy pocos, los derechos de reproducción se han convertido en una industria multimillonaria capaz de recurrir a los métodos que consideren necesarios para perpetuar su negocio: si hay que extorsionar a estudiantes o a ciudadanos, se les extorsiona. Pero el fin justifica los medios, y si hay que ir más allá, se extorsiona a gobiernos, como estamos viviendo actualmente en España.

Cada vez que indagas en las razones por las que los políticos españoles llegan incluso a amenazar las libertades fundamentales de los ciudadanos, te encuentras invariablemente lo mismo: una supuesta “amenaza fantasma” de sanciones internacionales. En realidad, esa amenaza nunca se ha concretado: se reduce a hacer que el país figure en una lista determinada junto con otros que no han sido sancionados en ningún momento, lista a la que ha llegado arbitrariamente gracias a unos informes descaradamente sesgados y realizados… ¡por las propias sociedades de derechos de autor, convertidas así en juez y parte en el tema! A mayor presión internacional, mayores ventajas para su negocio, una aritmética sencilla.

En su progresiva escalada armamentística, la extorsión ha llegado incluso a condicionar la entrada de Rusia en la World Trade Organization al cierre de una página web. Pero no nos dejemos engañar: ninguna de estas acciones defiende los derechos de autor ni a los autores, sino los derechos de reproducción de su obras comercializados por unas empresas determinadas. Unas empresas que, usando la extorsión como arma, se han convertido en auténticas dominadoras de la situación: todos, desde políticos a ciudadanos, temen el alcance de su larga mano. Pero no caigamos en su demagogia: nadie defiende a unos autores a los que llevan años y años exprimiendo a cambio de porcentajes ridículos, generalmente de un solo dígito. Defienden un negocio multimillonario, el de las copias, que simplemente ha perdido su sentido. Y si para defenderlo hay que extorsionar a quien sea, particulares, empresas, gobiernos o países enteros, hágase. Trescientos años después del Estatuto de la Reina Ana, el copyright se ha convertido en una herramienta para la extorsión.



En la Argentina nuestros legisladores les "dan" 20 años más de monopolio...

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