La Biblioteca Digital Europea (europeana.eu), que pretendia digitalizar 10 millones de objetos hasta el año pasado, ya ultrapasó la cifra y ofrece el libro en que Isaac Newton (1643-1727) escribió sus leyes fundamentales de la física, los cuadernos de dibujos de Leonardo Da Vinci (1452-1519) o incluso objetos relacionados al construcción del Muro de Berlin. También está en curso la digitalización del acervo de la Universidade Yale (EUA).
Hasta hace poco, apenas investigadores de punta tendrian acceso a esas obras -y podrian vivenciar la magia de tener en sus manos el objeto venerado de sus estudios.
Hoy, ellos están todos migrando a internet, lo que puede hasta destruir el fetiche del objeto, pero democratiza el acceso a esas reliquias a nivel global.
Dos cliqs o un par de downloads y el computador de casa se transforma en la nueva biblioteca, ahorrándonos tiempo y dinero del encuentros presencial con los documentos, libros o imágenes raras.
Pero hay quien le encuentra un lado malo a la fiebre de la digitalización. Tristram Hunt, historiador británico, reclamó en el diario "The Observer" que eso "barateará" los estudios.
"Cuando todo puede ser bajado, el misterio de la historia puede perderse", escribió. "Sólo con el documento real en las manos es que su significado real se hace aparente."
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