martes, 19 de enero de 2010

El tema de la economía de la escasez y la sobreproducción


Fuente Rebelión


Es una entrevista a Santiago Alba Rico:

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¿Por qué crees tú que sigue fortaleciéndose el empeño en gestionar contenidos para adultos, jóvenes y niños? ¿Existe la literatura para niños o jóvenes más allá de la literatura específica para jóvenes o niños?, ¿Qué perdemos con esa epistemología esquelética?

Me temo que esos cortes -de edad, de género, de etnia- tienen que ver sobre todo con la explotación especializada de franjas de consumo. El resultado es la enorme hipocresía de una sociedad que se sentimentaliza en lugares separados, a determinadas horas, mientras apoya guerras o desprecia a los inmigrantes y entrega a sus niños, en una especie de sacrificio ritual, a las multinacionales capitalistas. Por lo demás, los criterios para establecer estas separaciones son errados. Si pensamos en el cine, creo que las películas de Walt Disney, como los libros de Sade, deberían estar reservadas para adultos bien preparados que pudiesen protegerse de sus hechizos corruptores. Lo que sí es claramente para adultos es el mundo; y no hay apenas adultos para gestionarlo o analizarlo.

¿La literatura del aburrimiento actual puede acabar por invisibilizar a la literatura que reconocerá a esta época cuando el tiempo de las modas y los géneros simplones acabe?

El problema en el capitalismo es siempre de superproducción paradójica: demasiado trigo y al mismo tiempo hambre, demasiada leche y sed, demasiados libros e ignorancia. La buena literatura es incompatible con un mercado que quema más libros que el régimen nazi y que no permite que lleguen a cristalizar tradiciones, escuelas, corrientes, miradas comunes. Y la buena literatura no puede salvarse a sí misma; debe salvarse con todo lo demás.

¿Por qué es tan necesario aburrirse en la época en la que estamos viviendo?

Nos han robado nuestros medios de producción pero también nuestros medios de ocio y conocimiento, completamente estandarizados en el exterior al servicio de la llamada industria del entretenimiento. Nos obligan a divertirnos como nos obligan a trabajar. Aburrirse es la condición para la recuperación del tiempo; es decir, de la narración y la conciencia. Es el único camino posible, al mismo tiempo, hacia el mundo común y hacia uno mismo. Pero nos quedamos en medio: el centro comercial, el parque temático, la televisión.

¿El concepto entretene, que sorpresas nos guarda en su seno?

Yo diría que, asociado a la llamada industria del entretenimiento, tiene el sentido muy claro de quedarse en el camino, de quedarse a medio camino. Se nos entretiene, se nos mantiene con vida -como se habla de manutención de un cuerpo o un motor- en una especie de pasillo donde no pasa nada: donde las cosas y sus imágenes se limitan a pasar delante de nuestros ojos, sin que podamos atraparlas o compartirlas.

Si la cultura es entretenimiento y nada más, ¿para qué sirve la cultura? ¿La cultura necesita de su articulación práctica para sobrevivir o eso tan solo es un lastre para la cultura?

El peligro está en confundir cultura con mercancías culturales, las cuales -como todas las mercancías- son la negación misma de la cosa que nombran y parecen llevar dentro. De hecho, verdadera cultura, hoy en día, sólo se produce contra el mercado, incluso cuando, a veces, es asimilada o difundida por él. Como el mercado no es puritano acepta también las cosas buenas. Pero las cosas buenas nacen siempre en otra parte. “Cultura” es cualquier operación orientada a reproducir el medio propiamente humano de la humanidad y por eso es más “cultural” una madre que cose un botón que la llamada Alta Costura. Cultura es Costura y la baja, que alimenta todas, siempre se olvida."

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¿Hacia donde camina la lectura de este mundo?

No hay que equivocarse: a la lectura nunca le ha ido demasiado bien. Leer es un trabajo y ya Cicerón se quejaba de lo poco que leían los romanos cultos. Ha sido sin embargo una posibilidad maravillosa -de democratización y racionalización de la humanidad- que no llegaremos a agotar. Mucho antes de que el mundo entero esté alfabetizado y mucho antes de que sea realmente “letrado”, se nos exige incorporarnos a un nuevo paradigma -el digital- del que sólo sabemos que subvierte nuestra forma de abordar la realidad, y de abordarnos a nosotros mismos.

¿Qué opinión te merecen los conceptualizadores de la literatura como un arte inútil?

Lo malo es cuando se dice eso en su favor, para defender la presunta independencia o pureza de la literatura. En todo caso, incluso esos piensan que la independencia y la pureza son útiles en este mundo. Por lo tanto la pregunta es: ¿útil para qué? ¿Util para quién? ¿Son la independencia y la pureza más útiles en este mundo que el compromiso político y la conciencia de los vínculos?

Frente al infierno o el paraíso de unos y ceros y de libros electrónicos, ¿cómo puede el libro en papel seguir alimentando el fuego con sus historias?

Lo que está en peligro es la categoría misma de historia (y de Historia) y no sólo a manos de los 1 y los 0, aunque el formato digital, mucho menos trabajoso para el usuario que el libro, se presta muy bien a una economía basada en rupturas permanentes, en procesos inacabados, en presentes puros jamás cristalizados en consistencias duraderas (eso que los antiguos llamaban “cosas”). Un libro es más “cosa” que un CD y toda “cosa”, no hay que olvidarlo, es ya una historia, transporta una historia: la historia, al menos, de cómo se hizo y de cómo llegó a formar parte de este mundo."


En definitiva hay una superproducción de libros malos...

Esta es una noticia del año 2006 en México:

En los años recientes la industria editorial mexicana se ha visto afectada por una saturación en el mercado, que a su vez ha condicionado el crecimiento de las editoriales.

Algunos editores mexicanos, consultados por La Jornada, consideraron que en el país hay bastantes libros malos, editoriales que descuidan mucho la calidad por la cantidad, sobreproducción de las editoriales españolas; las librerías son muy pocas, malas y no tienen un catálogo en exhibición suficientemente amplio.

Se consume lo establecido, lo vendible, la betselerización, y los lectores no compran lo que los editores producen, con lo cual se genera un círculo vicioso porque no existe un punto de contacto entre los libros y el lector.

Ricardo Nudelman Chapes, gerente general del Fondo de Cultura Económica, reconoció que existe una gran producción en el mercado "que no es conveniente y no es bueno que exista".

Aunque parecería paradójico que entre más libros haya es peor, la verdad es que la saturación del mercado produce efectos negativos desde hace tiempo.

Imposible tenerlos todos

Nudelman señaló que en español se producen anualmente cien mil títulos, sumando a España y el resto de los países de Iberoamérica, y ninguna librería puede acumular esa cantidad de textos.

"Normalmente las librerías o las distribuciones son segmentadas, presentan una cantidad determinada de títulos, que son las que trabajan por el tema o simplemente porque no tienen la posibilidad ni financiera ni física de presentar una cantidad tan enorme de títulos", explicó Ricardo Nudelman.

De esos cien mil títulos, entre 15 y 17 mil se produjeron México, el resto, en España. Según cifras españolas, el país recibió más o menos 150 libros españoles y ellos sólo recibieron un libro mexicano.

El director editorial de Colibrí, Sandro Cohen, consideró que la sobreproducción en las editoriales españolas y la falta de librerías está causando problemas en el país.

De acuerdo con Cohen, la saturación del mercado es producto de una estrategia editorial equivocada: "Se están creando productos de corta duración y poca calidad a fin de que haya una rotación rápida de títulos, lo cual quita espacios a los que se puede llamar literatura seria, incluyendo géneros desde la narrativa hasta el ensayo".

Las editoriales -agregó- pelean por los pocos espacios en las librerías y esto propicia que las grandes cadenas, que tienen más poder, imponen sus condiciones y las editoriales pequeñas casi tienen que ponerse de rodillas para que se les haga caso.

Cohen consideró que las grandes cadenas son víctimas de su propia política, porque para ser solventes tienen que vender muchísimo, pero hay pocos lugares donde puedan ofrecer sus títulos.

"La política de publicar mucho, casi indiscriminadamente, con la idea de que haya una rápida rotación de títulos, está siendo contraproducente para ellas mismas."

Cualquiera quiere escribir

Al referirse a los "demasiados libros malos", explicó: "cada vez hay más gente que escribe y lee, el problema es cómo escribe y cómo lee. Si estamos escribiendo mal y publicamos cualquier cosa, hay muchos libros, pero veo pocos de altísima calidad, veo pocos libros de excelencia, veo pocos poetas de primer nivel, veo pocos investigadores en filosofía y en ciencias sociales.

"Está saturado el mercado, pero de libros mediocres. Hay demasiada complacencia hacia los jóvenes y la mediocridad. Existen talleres por todas partes, de redacción, de poesía y ahora cualquiera cree que saliendo de un taller es poeta."

Labastida señaló que es importante poner atención en la creación, que los estudiantes tengan actitudes para dudar, criticar y reflexionar. "Hagamos que los niños lean y critiquen, que dejen de tener tantas materias inútiles y que se pongan a leer y luego reflexionen y discutan sobre la lectura en la propia clase. Que el profesor sea un inductor inteligente y no una persona que evalúa sobre abc", expresó Labastida.


"Al referirse a la problemática de la saturación, Claudia Galán, gerente de Tusquets Editores México, comentó: "Las editoriales distribuimos en librerías el cien por ciento del tiraje de cada una de nuestras novedades; posteriormente debemos esperar tres meses para recibir los ejemplares que no se vendieron, de esta forma las librerías se quedan sólo con determinado número de ejemplares (stock) de los títulos más vendidos.

"Todo esto provoca que las editoriales, para mantener el punto de equilibrio de ganancia, debemos colocar novedades constantemente en los puntos de venta para amortizar el impacto generado por la devolución.""

El refugio de los clásicos

Asimismo, las editoriales siguen produciendo a todos los autores nacionales; incluso hay quienes descuidan la cantidad por la calidad y publican en abundancia.

"A veces la gente no consume la cantidad de libros que vemos en las mesas de novedades; entonces, mientras se publique más y se lea menos, van a seguir saturados todos esos puntos de venta", indicó Zenker.

A su vez, Lorena Elizabeth Hernández, promotora cultural de libros y editoriales, señaló que la falta de librerías causa una guerra de novedades.

"Las mesas de novedades en las librerías en promedio son de dos meses; los libros que no vienen apoyados por una campaña importante de promoción prácticamente se descartan, y luego, como la mayoría de las librerías no tienen almacenaje muy fuerte, la gente apuesta por lo que vende, es decir, piden los libros de los clásicos o de los autores de mayor renombre."

Fuente Noticias Universia México


En la Argentina supongo que el panorama es similar, mucha producción, mucho best seller, y mucha rotación...

En definitiva pareciera que lo "digital" es el último refugio para muchos...



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