El libro Argentina Copyleft contextualiza la crisis del modelo de derecho de autor y cuestiona los lobbys de los magnates de la industria. El acceso al conocimiento, cada vez más libre y más vigilado.
Por HORACIO BILBAO
Un debate álgido y necesario el que propone el libro Argentina Copyleft. Recientemente presentado en Buenos Aires, y también en la Feria del libro de Frankfurt, Alemania, repasa la crisis del modelo de derecho de autor cuestionado por el impacto social de una revolución tecnológica sin precedentes y sin freno. El choque entre las leyes y la realidad, las alternativas de propiedad autoral, la construcción colaborativa del conocimiento, los mezquinos manotazos de ahogado de los popes de la industria. Entre una Internet cada vez más vigilada y tecnologías que lo permiten todo, crece un abismo cultural y legal. De eso se trata libro, de como unas herramientas tecnológicas formidables que se vuelven cada vez más populares ofrecen una libertad de acceso a la cultura que las leyes niegan, construyendo muros en geografías que desconocen y que, a veces, también subestiman.
“Las leyes del siglo XIX regulan la cultura del siglo XXI”, avisa Beatriz Busaniche, editora del libro. Su frase es la pura evidencia del anacronismo entre lo que ocurre en el mundo digital y las barreras impuestas a través de leyes que casi siempre nacen como letra muerta. “Las regulaciones de copyright están pensadas para otro contexto social y tecnológico”, grafica la editora de Argentina Copyleft. Nos está diciendo que todo cambió.
Ella, y los demás autores que participan del libro, cuestionan sin vueltas el modelo de propiedad intelectual vigente, su extensión, su alcance y su incongruencia con derechos básicos como la libertad de expresión, el derecho a la privacidad, y el derecho al libre acceso a la cultura. Sus artículos, verdaderos ensayos, repasan choques resonantes entres estas dos caras de un mismo mundo. Está el caso de Horacio Potel, el profesor de filosofía procesado, embargado y finalmente sobreseído por publicar textos de Nietzsche, Derrida y Heidegger en sitios que el mismo creó. Y también hay especial referencia al cierre y reapertura de Bibliofyl, que encierra las amenazas a la misión de las bibliotecas en nuestro país. Pero dice mucho más el libro acerca de este debate necesario sobre al acceso a la información amparado por el salto tecnológico.
Hay un ensayo imperdible de Federico Heinz sobre la actualidad de los libros electrónicos que en Frankfurt se tradujo al alemán y se publicó íntegro en la edición impresa de Die Zeit, uno de los diarios más influyentes de Alemania.
“El cambio de modelo de comercialización de libros por permisos de lectura, amenaza casi todo lo que conocemos de la práctica de leer”, avisa Busaniche. Ciertamente, las categorías de producción, circulación, distribución y consumo se volvieron, para muchos negocios digitales, sencillamente obsoletas. ¿Cuánto cuesta producir un e-book? Casi lo mismo para una copia que para 50 millones. ¿Cuál es su valor de uso, cuál el de cambio? “Nos van a terminar cerrando la posibilidad de revender los libros, prestarlos, releerlos, entre otras muchas cosas que pueden cambiar cuando cambiemos el papel por el Kindle o el iPad”, agrega Busaniche. Sucede a nivel global y local.
La Argentina, y esto también puede leerse en detalle en el libro, ocupa según el informe 2010 de Consumers Internacional el sexto lugar en el ranking de las legislaciones de derecho de autor más restrictivas. “Una ley (11.723) de 1933, emparchada sucesivas veces, no puede dar cuenta de cómo hacemos, producimos y distribuimos cultura en el siglo XXI”, sigue Busaniche. Con jerga ultratecnológica, los cultores del copyleft bromean y dicen que hay muchos que quieren volver a la época del fonógrafo. Pero no hay marcha atrás. ¿O sí?
La reciente ley Nº 26.570, último parche para la Ley 11.723, incorpora el artículo 5 bis al Régimen de la Propiedad Intelectual. Publicada en el boletín oficial el 10 de diciembre de 2010 sin que se generara un debate necesario a su alrededor, se conoció en el ambiente como la Mercedes Sosa act. Usó uno de los discos de la Negra, que había muerto unos días antes, para empujar esta nueva ley. La voz de la zafra, publicado en 1961 iba a ser parte del Dominio Público, pero la ley extendió por 20 años los derechos de artistas- intérpretes y productores de fonogramas. Y actúa de manera retroactiva, por lo que obras que ya eran de dominio público vuelven a quedar en manos de los privados.
“El arte, la cultura, los libros, se han convertido en un combustible de lujo para el capitalismo”, dijo Sebastián Vázquez, periodista de FM La Tribu, en una de las presentaciones de Argentina Copyleft. Para este colectivo, que se presenta como un proyecto político, el de la propiedad intelectual es un campo dominado por abogados y magnates de la cultura. En sintonía, Evelin Heidel, una de las promotoras de Bibliofyl y correctora de los textos del libro, llamo a intervenir en este campo, “porque es una obligación moral”. Y así lo vienen haciendo.
Un hecho mínimo aunque auspicioso, es el proyecto de ley redactado por la Asociación de Bibliotecarios de Argentina - ABGRA que los diputados Carlos Heller y Ariel Basteiro acaban de ingresar en el Congreso. “Con la ley que tenemos, prácticamente todo lo que hacen las bibliotecas públicas y populares es ilegal”, explica Busaniche. Hoy, la Argentina es uno de los 21 países en el mundo que no tiene excepciones al copyright a favor de las bibliotecas. Esas excepciones son las que pretende lograr este proyecto de ley. Un nuevo parche que va en el sentido contrario a los anteriores.
“Ahora, cuando las mismas leyes se usan para vigilar Internet, para cargar de impuestos (canon digital) a los dispositivos digitales, monitorear lo que la gente lee, controlar el préstamo de libros, y restringir el acceso a la cultura, está claro que la ley no está sirviendo su objetivo de fomentar el bien común y sólo está pensada para grupos empresarios y pequeños grupos corporativos concentrados que viven del negocio del entretenimiento”, dice Busaniche. Y deja claro el choque de intereses que se manifiesta en un mundo digital en el que se busca poner límites y fronteras de manera desesperada a las posibilidades inéditas de acceso a la cultura que acarrea la tecnología, Internet mediante.
Frente a esas barreras legales, cuyo éxito es incomprobable, nacieron estos nuevos grupos que están por el software libre, que piden un manejo diferente de la propiedad intelectual, que pregonan la construcción colaborativa del conocimiento. Nada tiene que ver con el lucro. Y muchos de ellos recuerdan a los copistas de la Edad Media, sin los cuales la cultura letrada hubiera quedado encerrada en los claustros monacales. Pero a medida que crecen las posibilidades de acceso, también lo hacen los dispositivos de control. Allí hay un debate necesario, crucial para el acceso al conocimiento En el medio están la leyes, los derechos y un negocio que tambalea hace rato y que no encuentra su rumbo. Una sugerencia: lean Argentina Copyleft. Y después piensen y dígannos qué hacer.
ARGENTINA COPYLEFT, FICHA
Título: Argentina Copyleft. La crisis del modelo de derecho de autor y las prácticas para democratizar la cultura.
Autores varios.
Edición, Beatriz Busaniche.
Prólogo de Michael Alvarez Kalverkamp.
Primera edición, septiembre de 2010. Villa Allende, Córdoba, Fundación Vía Libre.
Artículos e ilustraciones bajo licencia Crative Commons by-sa Argentina 2.5.
Fuente Revista Eñe
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