domingo, 14 de noviembre de 2010

La Biblioteca del Teatro Colón Nuestro Patrimonio Cultural bajo llave


Revista Páginas Musicales
DIANA FASOLI:
Fuente revista Páginas Musicales.

Para conmemorar los cuatrocientos años de invención de la imprenta de tipos móviles, Mendelssohn escribió una sinfonía triunfante con cantantes que en una parte entonan: “La noche ha pasado, el día ha llegado”. Nos interesa resaltar idea que recorre el último movimiento, y transmite de una manera muy sabia lo que los libros, el conocimiento, significa para nosotros: antes de la difusión de los libros estábamos en la oscuridad, y luego en la luz.

Sin conocimientos, sin información, la capacidad de discernimiento está notablemente limitada, y se acepta cualquier cosa sin cuestionarla porque se carece de las herramientas para hacerlo. Ni siquiera es posible dudar de lo que se presenta como válido. Es más, esta misma falta de información hace que no seamos conscientes del estado intelectual en que estamos. Para citar un ejemplo cercano, hace poco se montó en el Teatro Colón una ópera de Zemlinsky basada en una pieza teatral de Oscar Wilde. El director de escena ignoró las marcaciones escénicas que el compositor había mantenido de su fuente y, así, el público vio cualquier obra menos la que ambos creadores pensaron. Toda la sutileza y la ironía que Zemlinsky rescató de la obra de Wilde estaban ausentes. Eso no pudo percibirse por quienes no conocían estas obras, y se fueron muy satisfechos de semejante representación. Este es un ejemplo muy menor, intrascendente casi, sobre lo que la falta de conocimientos provoca en nosotros. Otro más grave e importante, que indica hacia donde nos conduce la ignorancia, lo cuenta nuestra entrevistada al final de la charla. Ella es Diana Fasoli.

Diana es Bibliotecaria egresada de la Universidad de Buenos Aires, y es la responsable de la Biblioteca del Teatro Colón… o lo que queda de ella.

Que una sociedad no reaccione ante la desaparición de una biblioteca habla bastante sobre el nivel cultural de la misma. Uno de los objetivos de esta nota es llamar la atención sobre algo muy grave. Aunque muchos no hayan ido nunca a la Biblioteca del Teatro Colón, lo que se plantea aquí es este tema de la oscuridad, la luz, y el discernimiento; algo que indefectiblemente nos afectará tarde o temprano absolutamente a todos.

· ¿Cuándo le notificaron que la Biblioteca cerrará?

En diciembre de 2008. Pero ya en la gestión anterior, en el año 2006, me habían comunicado que debía irme a la Biblioteca Nacional. Pero en los depósitos de la Biblioteca no existen las condiciones requeridas para la conservación; no me parecía un buen lugar para los libros.

Siempre pensé que había que buscar un espacio abierto para seguir dando servicio. El Gobierno de la Ciudad tiene muchas casas que se podrían utilizar para ello.

Nosotros no nos íbamos porque ya el director Leandro Iglesias –anterior a la gestión actual– no quería firmar la orden de traslado del patrimonio y el personal, de modo que me quedé en el teatro. Nadie quería hacerse responsable de lo que podía faltar luego. A fines de 2008 pude trasladar todo a dos aulas del Instituto. En una pusimos las mesas de lectura y en la otra, el depósito.

Ya antes había constatado el robo de documentos, como por ejemplo, las más de cien cartas de compositores y cantantes –cartas de Rossini, Wagner, Puccini, Mascagni y muchos más–. Todo estaba listo para ser digitalizado. Cuando fui a denunciar la desaparición a los directivos del teatro, Horacio Sanguinetti y Martín Boschet, me dijeron que estaban ocupados. Yo quería que las autoridades hicieran la denuncia, que se interesaran por el destino de esos documentos.

Todo ese material es muy valioso; puede venderse en casas internacionales de subasta como Sotheby’s y Christie’s. Dentro de los delitos internacionales, el tráfico de bienes culturales figura en tercer lugar. El ex director, Horacio Sanguinetti, hizo finalmente la denuncia, pero para entonces ya habían pasado cuatro meses del robo. Dentro de las investigaciones de un hecho de esta naturaleza, interviene INTERPOL. Fui citada por ellos, e hice mi declaración testimonial

Con el actual director, Pedro Pablo García Caffi, sólo pude hablar dos veces, luego me “filtró” con la secretaria.

En enero de 2009, cuando quise entrar a mi lugar de trabajo, no se me permitió el ingreso al Teatro. A mediados de ese año me comunicaron que la Biblioteca había sido trasladada a los depósitos de la calle Lavarden.

A principios de 2010 un juez realizó una inspección ocular, y vimos que todos los libros y los documentos estaban allí en tres containers al aire libre. Un desastre, pues, obviamente, los cambios de temperatura producen alteraciones químicas en los libros, los arruinan muchísimo.

No pude ver si estaba todo el material. Se veían los libros y los documentos en cajas en mal estado, hacinados, estropeados. El juez ordenó que se hahiciera un inventario para saber qué había dentro de cada container, y el director del Teatro Colón respondió que no puede hacerse porque no hay personal idóneo. Yo soy Bibliotecaria egresada de la Universidad Nacional de Buenos Aires.

En la Biblioteca había material muy valioso; programas desde 1908, recortes periodísticos y numerosas publicaciones periódicas, entre ellas, la revista fundada por Schumann.

2ª Ocular Labardén junio 2010 062

· ¿Los containers siguen estando allí?

Dos fueron trasladados a una empresa privada encargada de guardar documentos; otro quedó en los talleres. No sé por qué lo dejaron. Se lo habrán olvidado o, quizá, no lo llevaron por falta de presupuesto; es muy caro el servicio de la empresa.

En esa empresa vaciaron las cajas, los limpiaron, y fotografiaron las tapas; en realidad, debían digitalizar también la portada.

Fui a esa empresa, y me mostraron los libros en una pantalla. Están bien allí, la pena es que están guardados, lejos del acceso de cualquiera.

En Lavardén pedí una aspiradora, cajas, goma de borrar, guantes, etc., para restaurar los libros que quedaron en ese container.

En un momento, no sé por qué, corrieron el container cien metros más lejos de dónde yo estaba, de modo que me estoy manejando con un changuito de compras mío para trasladar los libros del container a mi escritorio. Estoy haciendo un inventario de ellos, además de restaurarlos, porque muchos se han deteriorado por la humedad, hongos, etc.

· ¿Pudo pedir que la ayudara alguien?

La Dirección me envió una persona, pero como le molestaba la suciedad y el horario, se fue; pero eso es parte del trabajo de un bibliotecario, no sólo atender a la gente.

· ¿Con que palabra sintetiza lo que hicieron con la Biblioteca del Teatro Colón?

Destrucción. Lo que debemos instaurar es: “Hay que salvar a la Biblioteca del Teatro Colón”.

La tradición del Teatro Colón, con aciertos y errores, es importante. En las bibliotecas está el conocimiento, la memoria, y es a lo que ellos se oponen.

Desde el 2009 en adelante no hemos coleccionado más los programas.

· ¿Sabía que la Biblioteca iba a desaparecer?

Ya desde el 2001 se hablaba de que se haría un Centro de documentación, que sumaría a la Biblioteca el archivo de todo lo filmado en el teatro. La idea es buena; el tema es que realmente lo construyan.

· Muchas personas que escriben y hablan sobre música clásica y ópera iban a la Biblioteca muy frecuentemente a buscar material para sus notas; ¿eso no hubiera bastado para que su no apertura tuviera eco en los medios?

Escribí una carta que circuló por Internet, que originó en su momento algunas notas en dos o tres medios. Salió luego un poco más, pero no mucho. Siento que es una pelea solitaria, pero yo puedo pelear hasta cierto punto; necesito gente que me acompañe.

· Creo que muchos recurren al Google, e imaginan que con eso basta.

Pero no todo está en Internet. Teníamos mucho material muy valioso, por ejemplo, la colección de obras sobre historia del traje, que era muy consultado por estudiantes de Diseño de indumentaria de la Universidad de Buenos Aires.

No por nada las bibliotecas universitarias siguen existiendo y están bien sostenidas. Lo académico sustenta la cultura de un país.

· ¿Qué pasó con el manuscrito de El gran Teatro, la novela de Manuel Mujica Lainez que transcurre en el Colón durante una representación de Parsifal?

Esa novela “Manucho” la escribió en un libro de actas con marcador negro. El libro se lo llevó un asesor de Horacio Sanguinetti. Cuando nos trasladaron, le pregunté por él, y me dijo que lo devolvió, pero yo no lo encuentro. Quizá esté en esa empresa privada.

También faltan la partitura de Phaeton, de Lully, y una hoja de partitura manuscrita de Los maestros cantores de Nuremberg, de Wagner; el mango del bastón de Puccini, todos los programas de las temporadas 1915 y 1916 –que por suerte están digitalizados– y mucho más.

· ¿Pudo preguntar porqué no dejaron en donde estaba la Biblioteca hasta que se inaugure el Centro? Para poner los libros en los estantes nuevamente no se necesita presupuesto alguno.

No me dan respuesta alguna. Con esta gestión, no pensemos en la Biblioteca.

· ¿Por qué cree que puede ser?

Acá se apuesta a minimizar, a desvalorizar la educación. La misión educativa de la Biblioteca les resulta peligrosa. Hay un libro sobre la destrucción de las bibliotecas, de Fernando Baez, Historia de la destrucción de las bibliotecas.

¿Qué tan importantes son? Un profesor me contó esta anécdota: una vez un legislador sanjuanino le preguntó a Carlos Víctor Penna, que fue uno de los fundadores de la Biblioteca Interamericana con sede en Medellín, para qué ir a una biblioteca. “Yo nunca fui a una y mire a dónde llegué”, se jactaba, y Penna le respondió: “Si hubiese más bibliotecas, usted nunca hubiera llegado a legislador”.

Fuente revista Páginas Musicales.

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