Trailer de Nordeste de Juan Solanas.
Ya sabemos que la iglesia argentina no apoya al aborto, eso no le impide apoyar cultivos transgénicos que al ser fumigados con glifosato producen abortos y malformaciones u otras cosas...
Las otras cosas...Un artículo de Página 12 a Juan Solanas por la película Nordeste:
"La Iglesia se opone al aborto en defensa –según sus palabras– del derecho a la vida. Sin embargo, no se pronuncia sobre las denuncias que involucran directamente a religiosos en el negocio del tráfico de chicos en Santiago del Estero, un delito que afecta, directamente, la vida de los chicos y sus familias. Aunque la Iglesia no alza la voz para defender a las madres obligadas –a veces por la pobreza, a veces por la violencia– a dar o vender a sus hijos, ni investiga o busca esclarecer si hay religiosos que ven en los pobres una máquina de producir hijos. Una máquina que da ganancias."
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No al aborto,¿si al negocio?
“La Iglesia participó del negocio en forma directa”, acusa el periodista Aldo Sanagua, desde Añatuya, Santiago del Estero. El 16 de agosto pasado, Aldo se levantó con su casa baleada –en un pueblo en el que nadie bosteza sin que el bostezo haga eco– después de tratar que se exhiba la película Nordeste, de Juan Solanas, sobre la triangulación entre europeos en busca de bebés de las zonas más humildes de la Argentina. “Dejate de joder con el tráfico de chicos”, lo amenazaron. El sigue diciendo: “Es difícil sacar un bebe en Añatuya sin el consentimiento de los curas y menos en la cantidad que lo hicieron. Se calcula que desde hace cuarenta años se han vendido alrededor de 30 mil bebés, según una auditoría al juzgado de Añatuya del 2002. A veces sacaban a los bebés de forma legal y otras de manera ilegal, total, quién va a investigar a los curas con semejante poder que tienen”.
Un dato paradigmático es que uno de los cruzados antiaborto es Antonio Baseotto acusado de estar involucrado en la venta de bebés. ¿Quién defiende a quién? Baseotto, ex obispo de Añatuya, perdió su cargo de vicario castrense cuando expresó que al ministro de Salud, Ginés González García, había que tirarlo al mar por su postura a favor de despenalizar el aborto. ¿Hasta qué punto Baseotto legitimó o participó del delito de privar a las madres pobres del derecho de criar a sus hijos?
“El era el obispo y en Añatuya nada se movía sin la autorización del obispo”, asegura Sanagua. Julio Ruiz, presidente de la Fundación Adoptar, que denunció judicialmente el tráfico de chicos, describe la acusación contra el ex vicario castrense: “Tenemos videos con testimonios de personas que acusan a Baseotto de haber ejercido presión para que se produzca la entrega de bebés”.
El 23 de agosto, la Conferencia Episcopal Argentina declaró en un comunicado: “En estos días se ha reavivado la polémica sobre la despenalización del aborto con motivo de casos muy dolorosos. Lo trágico de estas situaciones no puede hacernos olvidar que podemos asesinar a un inocente”. En esta línea filosófica, ¿los chicos arrancados ilegalmente de su mamá, papá y hermanos biológicos sin el derecho –ni siquiera– a que se resguarde el derecho a su identidad –como marca la ley de adopción– no son inocentes? ¿No merecen pronunciamiento los casos denunciados en Añatuya?
La Iglesia va más allá en su comunicado: “Muchas veces se nos quiere hacer aparecer como retrógrados o fundamentalistas ante el tema del aborto. Se acepta y valora el trabajo de la Iglesia en favor de los pobres, pero se nos descalifica cuando defendemos el derecho a la vida. No sembremos la cultura de la muerte en nuestra sociedad. Por el contrario, sembremos la esperanza y la alegría que provienen del amor de Dios por sus criaturas”.
No todos creen que todo el trabajo de la Iglesia sea a favor de todos los y las pobres. “A pesar de que el 10 de octubre del 2005 le efectuamos una presentación escrita a monseñor (Jorge) Bergoglio, con copia de la denuncia penal que involucraba a miembros de la Iglesia de Añatuya, jamás nos respondieron, ni mantuvieron ningún tipo de contacto con nosotros”, expone el silencio Julio Ruiz. Tampoco Sanagua confía en que la venta de bebés se haya traspapelado de la agenda eclesiástica. El acusa: “La Iglesia argentina fue cómplice de esto porque para sacar la cantidad de chicos que sacan sin que nadie diga nada se necesita una gran estructura y mucha luz verde de los principales poderes religiosos de la Argentina. Por eso, nunca hubo una investigación o una homilía condenando el tráfico de bebés”.
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El caso Grassi es un ejemplo de la indiferencia de la jerarquía católica ante un proceso polémico y mediático en el que un testigo –Luis Gutiérrez– propuesto para defender al sacerdote terminó contando cómo el cura “lo metió en su cama, lo desnudó, lo puso boca abajo y se montó sobre él jadeante y haciendo movimientos sexuales”, según describió Miguel Jorquera en Página/12.
M. es una de las mamás que denunció el abuso sexual de su hijos en el jardín de infantes Nuestra Señora del Camino y es una de las que –con máscaras, para preservar la identidad de los chicos– decidió manifestarse en la Catedral de Mar del Plata. Pero de espaldas. “Les damos la espalda porque es lo que nos hicieron a nosotros. Desde un primer momento la Iglesia nos dio la espalda, jamás propuso una misa por nuestros hijos”, le contó M. a Las 12. “También el párroco tuvo una actitud distante para con nosotros y nunca quiso contenernos. La Iglesia ni siquiera tomó una posición neutra. Por ejemplo, el obispado de Mar del Plata puso peritos especializados a favor de Melo Pacheco. El ex obispo José María Arancedo nos dio dos reuniones –porque nosotros se las pedimos– en la cual dijo que un abuso no significaba tanto y que él no tenía la autoridad suficiente para separar a los docentes de sus cargos, mientras que el obispo actual, Juan Alberto Puiggari, nos dijo que no estaba al tanto de nuestra situación y nuevamente nos cerró las puertas”.
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