miércoles, 7 de julio de 2010
Patentes o la rapiña del conocimiento
Del blog de Severian.
Leíamos hace algún tiempo:
...los límites a la difusión de descubrimientos son en su mayoría considerados como "males necesarios" soportables porque la propiedad intelectual constituye un estímulo económico esencial para la inversión en investigación: la patente garantiza a su titular un monopolio veinteanual sobre el uso de la invención y le permite de comercializarla a precios de mercado. Sin ellos -se dice- todos esperarían las invenciones ajenas para copiarlas sin ningún costo. Por razonable que parezca, escasas evidencias empíricas confirman este razonamiento (texto completo -en italiano- acá)
Peleábamos por allá
....muchas de las patentes se refieren a aplicaciones tecnológicas de desarrollos básicos surgidos de entes estatales (o de privados que no los patentaron). En ese caso pierde sentido proteger una inversión, que es mínima y en gran parte pagada por otros. (discusión completa acá)
Discutíamos por acá
....una cosa muy diferente es el desarrollo tecnológico, que depende casi con exclusividad del sector privado. Lo que doña rosa llama "la ciencia del siglo XXI" (computadoras, celulares, naves espaciales) no es ciencia sino tecnología. Nada de eso involucra un nuevo conocimiento sobre el funcionamiento de la naturaleza, sino un nuevo uso de conocimientos antiguos. Y en ese campo es obvio que el sistema de patentes sí estimula el desarrollo.
El problema es cuando las cosas se confunden. Por ejemplo, muchos, tal vez la mayoría, de los nuevos métodos de tratamiento
médico son descubiertos en el sistema estatal (si, aún en los privatísimos EEUU) y luego desarrollados por el sistema privado. Por ejemplo los anticuerpos monoclonales en los que se basan algunos test de embarazo, los antiretrovirales con los que se conbate el SIDA, las drogas antiepiléticas, etc. La razón es obvia: nadie va a invertir en desarrollar un conocimiento completamente nuevo, porque es potencialmente caro y de resutado impredecible. Una vez conocida la potencialidad de un tratamiento, alli las farmacéuticas invierten en él y lo desarrollan, patentan los desarrollos y combaten legalmente a cualquiera que intente hacer lo mismo, aunque no sean dueñas del conocimiento que lo originó. (Un ejemplo de cabotaje es el gobierno macrista intentando desactivar los laboratorios estatales de producción de medicamentos, la mayoría de los cuales producen drogas tan privadas como la aspirina y usan conocimientos tan patentados como la tabla periódica) (más sobre esto acá *)
Y hoy leemos
La inversión mundial en I+D para el desarrollo de la vacuna contra el SIDA en 2008 fue de 868 millones de dólares, 731 de inversión pública y sólo 33 invertidos por la industria biofarmacéutica. Las vacunas se desarrollan en la industria, pero los grandes desafíos científicos que hay que superar para desarrollar vacunas contra el SIDA son los responsables de que la participación industrial en I+D en este campo sea mínima. (texto completo acá)
Y agregamos que
Las patentes de medicamentos no son sino la apropiación descarada por parte de privados del resultado de un esfuerzo público, ya que la mayor parte de la investigación que conduce a la comprensión de una enfermedad y al posterior diseño de tratamiento, se hace en entidades públicas, y es financiada con fondos públicos. Y no podría ser de otra manera: un conocimiento con dueño es cualquier cosa menos conocimiento, porque una característica necesaria de la actividad científica es la revisión por pares, algo imposible en si hay patentes y propiedad intelectual de por medio. La ciencia privada no es ciencia.
Desde una perspectiva economicista, se podría decir que las patentes de medicamentos se oponen a la propiedad natural, al poner en manos privadas un bien, el conocimiento, que pertenece a la sociedad que lo desarrolló. Desde un punto de vista epistemológcio por otro lado, se podría afirmar que las patentes de medicamentos se oponen a la naturaleza misma del conocimiento empírico, al poner la revisión por pares a disposición solamente de quien pueda comprar la patente. Y sin embargo me parece que la mayor objeción es de carácter ético: las patentes de medicamentos son la muestra más flagrante de una escala de valores invertida, que pone el derecho de propiedad por encima del derecho a la vida.
Fuente: blog de Severian.
Interesante para debatir el tema de patentes...
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