Una amiga que llegó del chaco me dice que en la provincia hay un clima de terror, que la gente no sale a la calle, que no se visitan casas de amigos a menos de que se esté seguro que han sido fumigadas, que los intendentes se mandaron una especie de campaña que más que de advertencia fue de pánico.
Mientras asimilo esas informaciones me llega por mail eel regreso por la puerta grande de Alucinita.
Armados hasta los dientes
Estoy tomando el primer mate en casa y pongo TN para ver la temperatura. Me cuenta Florencia Etcheves, con su gestualidad e inflexiones propias de quien está anunciando
siempre la inminencia del desastre, que se está construyendo un muro entre La Horqueta y una villa lindera en San Isidro. Como Berlín -aunque esta guerra está
caliente y no fría como aquella- pero acá nomás.
Con sensatez, una señora que vive en la villa dice que no está de acuerdo y que el problema lo tienen en La Horqueta, quese alambren ellos dicen. El intendente hace una declaración escueta en La Nación online: esto no es un muro, quiere aclarar, son bloques de cemento que anulan la salida de una calle que, según los vecinos de La Horqueta, es la salida natural -digámoslo así- de los delincuentes hacia el resto del mundo (La Horqueta).
El terror sigue creciendo. Un amigo del féisbook (sí, lo tengo y qué?) comentó la agenda
periodística durante los días de duelo por la muerte de Alfonsín: che, no hubo robos estos días?
Volvieron enseguida.
Enseguida mataron a un arquitecto y créanme que no estoy a favor del crimen pero me tienen recontra podrida las muertes académicas: el ingeniero, el profesor de gimnasia, el arquitecto y en términos de oficios, el decorador de Susana. Santos era ingeniero, se acuerdan? Cuando la diva dijo: el que mata debe morir y al ratito: yo no estoy a favor de la pena de muerte, no hizo más que encumbrar la figura del vengador, porque alguien tiene que matar al delincuente si no es la institución que penaliza su acto.
Mientras nos estamos infectando de a poco con el mosquito, se nos escapa la inseguridad de vivir en un país donde los números oficiales sobre enfermos, casos dudosos y muertes parece estar en manos del Indec cuando no forma parte de una campaña en vistas a las elecciones adelantadas al 28 de junio (no hablamos de inseguridad institucional?). Circulan mails que juran haber salido de lugares autorizados (la gerencia del Standark Bank o cosas x el estilo) donde anuncian la creación próxima de un fondo patriótico que se apropiará salvajemente de nuestros ahorros (bah, de los ahorros de quienes pueden ahorrar y guardar en un banco) como una nueva versión del corralito (¿por qué no hablamos de inseguridad económica?). Rumor que corre parejo con el que asegura que vuelven los patacones, los pingüinitos o
los kristinones o quizá la kryptonita, aunque no hay supermanes para destruir. Basta ir a llenar la canasta familiar para ser comida por el lobo inflacionario.
Los curas que asisten en los barrios marginales dicen que hay de hecho una despenalización de la droga. De la droga al delito, hay un trechito así de corto. ¿Habrá que matar o encerrar a pibes de diez años que fuman paco? ¿Agarrar al problema cuando es chico para evitar que la delincuencia crezca? Pensar que el padre Mugica también iba a las villas pero hablaba de otra cosa.
Estoy así, setentista rabiosa, porque finalmente crecí en una década donde se buscaban otras perspectivas de vida. ¿Hace cuántos años que vivimos en peligro y en la violencia en la Argentina? La ecuación es pavorosa por lo simplista: los pobres se drogan
y salen a matar y a robar.
Esta ecuación sí que da miedo.
Fuente "La Espada Vengadora"
si quieren comentarlo háganlo ahí, después de todo lo robé de ahí.
Tal vez por ésto es que es necesario que se debata una ley de radiodifusión.
Acá encuentran el proyecto de ley para descargar y los lugares y fechas de los próximos foros para debatir la ley.
La noticia del muro de Posse entre San Isidro y San Fernando, con un reportaje radial para escuchar.
Y de un debate sobre la pena de muerte:
Con el auditorio en completo silencio, Zaffaroni comenzó a disertar. “El sistema penal punitivo ha matado más gente que una guerra y no hay crueldad que no haya cometido. El nazismo fue el ejemplo más nefasto”, dijo el ministro de la Corte. Para Zaffaroni, es un problema netamente político y económico: “La pena capital se reduce sólo a los Estados Unidos, donde los fiscales, como son elegidos por el pueblo, apelan a la identificación con las víctimas. Luego, ese modelo de venganza se expande por las imágenes de los medios de comunicación y la publicidad al resto del mundo y se cree como real”, aseguró el magistrado. Modelo punitivo, según Zaffaroni, “económicamente fructífero para el rating: cada tres minutos uno ve series sobre asesinos y violentos. Esto da plata y, como consecuencia, se reproduce en los noticieros haciendo del delito una banalidad: muere Alfonsín, hay epidemia de dengue o vuelve el conflicto con el campo y la inseguridad desaparece”.
Como cierre de la disertación, Zaffaroni concluyó con un diagnóstico un tanto desolador: “Estoy seguro de que no se va a reimplantar la pena de muerte en Argentina, pero si no cambia el sistema van a morir muchas personas en seudoenfrentamientos con la policía”.
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