Por Juan Gelman
Los CEO o directores ejecutivos de las grandes empresas reciben en promedio 11 millones de dólares anuales (www.aflcio.org/corporate watch, 2011) y aun ganan dinero ya en la tumba si fallecieron durante el desempeño de sus funciones. La familia de Eugene Isenberg, CEO de la Nabor Industries especializada en la perforación de pozos de petróleo, habría recibido 263,6 millones de dólares en concepto de compensaciones póstumas, incentivos, bonos y diferentes seguros de vida si Eugene hubiera muerto antes de que la empresa renegociara el trato (The Wall Street Journal, 10/6/08). Para Michael Jeffries, de la fábrica de ropa Abercrombie & Fitch, la suma concertada fue modesta: apenas 17 millones de dólares (www.marketwatch.com, 13/5/09). Huelga decir que no es la situación de muchos asalariados que mueren antes de retirarse, incluso en sus lugares de trabajo.
Pocas compañías estarían dispuestas a conceder compensaciones póstumas a las familias de sus empleados, por mínimas que fueran. Pasa lo contrario y es siniestro: hace años que las empresas estadounidenses conciertan seguros de vida para sus millones de operarios, obtienen así descuentos fiscales y embolsan el importe cuando alguno de ellos fallece. El Wall Street Journal narró el caso de la viuda de un empleado de banco que demandó al Amegy Bank de Houston reclamando los 1,6 millón de dólares que la entidad recibió por el seguro de vida de su marido, un seguro que los directivos habían contratado meses después de que lo operaran de un cáncer y que mantuvieron a pesar de haberlo despedido (//online.wsj.com, 24/2/09).
A poco más de un año de los comicios de los que espera salir reelecto, el presidente Obama presentó al Congreso un plan para reducir el déficit fiscal, que llegó a 1,23 billón de dólares en agosto pasado, es decir, el 8,5 por ciento del PIB nacional. El plan incluye un alza tributaria para los que tienen ingresos anuales superiores al millón de dólares: es la llamada “norma Buffet”, por el multimillonario Warren Buffet, que desde 2007 proclama que él y sus amigos “megarricos” suelen pagar menos impuestos que el ciudadano corriente y que, en consecuencia, habría que aumentarles la imposición fiscal. Es difícil que la aprueben los republicanos pero, aunque lo hicieran, el número de alcanzados por la norma llegaría al 0,3 por ciento de los contribuyentes y rala sería la recaudación posible en una década, estima el New York Times (17/9/11). Claro que, como movida electoral, no es mala.
El plan de Obama propone una inversión de 447 mil millones de dólares para crear fuentes de empleo, pero algunos especialistas no comparten el optimismo que despierta una proposición que tampoco goza del afecto de los republicanos. “Tiende más bien a conservar puestos de trabajo que a aumentarlos”, opinó el conocido estratega financiero John Hermann (www.bloomberg.com, 27/9/11). Contribuiría a crear o a mantener unos 280.000 empleos en los dos próximos años, cantidad muy exigua dada la desocupación imperante.
Por Internet se organizan y alimentan las manifestaciones de Zuccotti Park, como sucedió en Egipto, y el twitteo es la vía de contacto preferida. De la revolución egipcia han aprendido otras lecciones: el régimen de Mubarak bloqueó Internet con eficacia y un grupo de expertos y activistas está empeñado en generar redes alternativas para el caso de que algo similar eventualmente se produzca (//chronicle.com, 18/9/11). Con la ayuda de las nuevas técnicas, las redes sociales han adquirido un peso político notorio y bien lo saben quienes invitan a ocupar Wall Street.
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