De una entrada de "La Lectora Provisoria"
Publicado en Perfil el 30/10/11
por Quintín
Pero estaba pensando sobre todo en el derecho a leer, que ha sido ligeramente conculcado por recientes bloqueos aduaneros. En realidad, no creo que exista siquiera un derecho a leer, y menos el de leer libros importados. Como los que me interesan son mucho menos del dos por ciento de los que se publican, ni siquiera sé si me asiste el derecho de reclamar por una cifra tan exigua en estos tiempos de multitudes enfervorizadas. Mi situación no es como la de Hernán Casciari, el director de la revista Orsai, quien gracias a una oportuna intervención en la redes sociales hizo revertir la mala predisposición de la aduana en contra de una revista impresa en el exterior. Casciari protestó enérgicamente en nombre de su empresa familiar, del carácter no comercial de su emprendimiento y, sobre todo, en nombre de la defensa de la cultura y la industria nacionales. Explicó que estaba del mismo lado que las autoridades, aunque estas invocaran las mismas palabras mágicas (cultura, industria, nacional) para justificar disposiciones arbitrarias, retroactivas y no reglamentadas por escrito.
La demanda tuvo un rápido éxito y el poder se mostró sensible a ellas. Según declaró Casciari, hubo más de cien funcionarios públicos que se interesaron por su caso y hasta Aníbal Fernández intervino personalmente para liberar Orsai. Su situación era muy atendible, y más aun cuando prometió que de ahora en más imprimiría la revista en el país. Pero la mía tiene muchas menos probabilidades de sensibilizar a las redes sociales, ni hablar de ser escuchada en los ministerios. Los libros que mi librero amigo tiene detenidos en la Aduana también están impresos en España, pero no tienen nada que ver con la cultura nacional y popular y no creo que sus editores estén pensando en imprimirlos la Argentina. Las librerías que los traen tampoco tienen la posibilidad de exportar arroz para compensar la balanza de pagos, como leí que hace alguna empresa importadora de automóviles lujosos. Preso de la depresión poselectoral, esta mañana me dediqué a navegar melancólicamente por los sitios de internet de las editoriales incautadas. Así llegué al Libros del Asteroide, donde anuncian la trilogía de Las grandes familias de Maurice Druon (1918-2009), “un certero retrato, público y privado, de la sociedad parisina de entreguerras, del ocaso de la rancia aristocracia y del ascenso de una nueva y ambiciosa clase política”. Qué puede importarle al Estado, pensé, que alguien esté interesado en este mamotreto que cuesta 55 euros de un autor ajeno a nuestro luminoso presente. O que Nórdica haya publicado dos libros del sueco Tomas Tranströmer —el último Nóbel— o, mejor aun, una selección de artículos periodísticos del gran Flann O’Brien, cuyas novelas leímos gracias a la importación. Me temo que no habrá piedad para los lectores del dos por ciento. Y encima cipayos.
Fuente : "La Lectora Provisoria"
Sobre la presión que se ejerció sobre las autoridades el reclamo por la revista Orsai.
Y ante eso lo único que queda como posibilidad es o compraralo en Amazon , o, si no se tiene tarjeta de crédito buscarlo por algún lado.
Eso si, las editoriales les harán juicio a Taringa por
piratería de libros y el gobierno bloquea los libros para minorías, que son los que se importan.
Total, se pueden leer los best sellers, con eso ya tenemos bastante.
Las editoriales no le hacen juicio al gobierno por esta medida, no importan los derechos de autor. Ser humilde con los poderosos y poderoso con los humildes es la máxima.
El que busque y se descargue los libros bloqueados en el puerto será un
pirata y luego en las radios nos preguntarán si queremos que los autores se mueran de hambre....
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