viernes, 12 de diciembre de 2008

Reflexiones sobre ‘Alimentar al Mundo: La imperativa moral de la biotecnología’ y el documento de estudio de la Academia Pontifica de Ciencias

El título completo es:

Reflexiones sobre ‘Alimentar al Mundo: La imperativa moral de la biotecnología’ y el documento de estudio de la Academia Pontifica de Ciencias sobre los organismos transgénicos.

Es un documento del año 2004.




Es interesante leerlo para tener argumentos en los posibles debates que existen en los países que están reviendo su postura ante los transgénicos, Chile, Perú entre ellos.




En la sección restante de este documento, intentaré hacer una crítica del ‘Documento de estudio de la Academia Pontifica sobre el uso de “Plantas alimentarias modificadas genéticamente” para combatir el hambre en el mundo’, que fue presentado a cada participante en la conferencia del 24 de septiembre de 2004.

La recomendación número 1 estipula que: El rápido crecimiento demográfico mundial requiere la creación de nuevas tecnologías para alimentar a las personas satisfactoriamente; incluso ahora cuando el octavo de la población mundial se va a la cama con hambre. La manipulación genética de las plantas alimentarias puede ayudar a enfrentar este desafío.’

El documento no presenta evidencia alguna para apoyar tal afirmación de que los alimentos transgénicos ayudarán a aliviar el hambre. Asimismo, no menciona la cuestión de distribución. La crítica Caritas y CIDSE de la conferencia del 24 de septiembre de 2004 señala que muchos países donde la pobreza y el hambre son endémicas, de hecho exportan alimentos. Brasil, por ejemplo, es el tercer mayor exportador de alimentos en el mundo, pero un quinto de su población (32 millones) no tiene suficiente comida. Unos 100.000 niños mueren de hambre cada año. Claramente, el hambre no se debe a la falta de alimentos, sino que es causada tanto por la distribución desigual de la riqueza como por el inmenso número de personas que no poseen tierras.

La adopción de un enfoque de ‘la tecnología puede arreglarlo’ al problema del hambre, puede crear más hambre y más comida al mismo tiempo. La mayoría de los misioneros y los trabajadores de desarrollo lo saben. En mayo de 2004, más de 60 grupos de 15 países africanos, incluyendo organizaciones ambientales y de desarrollo más grupos de agricultores y consumidores, escribieron una carta abierta al Programa Mundial de la Alimentación denunciando la manera en que el hambre se utiliza cínicamente para imponer los cultivos y los alimentos transgénicos en los países en desarrollo7.

  • La recomendación Número 2 estipula que: ‘La agricultura en la forma que se practica en la actualidad es insostenible, como lo indica la inmensa pérdida de capa arable o cultivable del suelo y de tierra agrícola que ha venido ocurriendo durante las décadas anteriores, así como también las consecuencias inaceptables de las aplicaciones en gran escala de plaguicidas y herbicidas en casi todas partes del mundo. Las técnicas de manipulación genética de las plantas de cultivo pueden marcar una contribución importante a la solución de este problema común.’

    No hay pruebas que apoyen esta afirmación. La aplicación en gran escala de productos químicos en la agricultura es el resultado directo de la llamada Revolución Verde. La producción de cultivos GM empeorará en lugar de resolver este problema. Y la planta modificada genéticamente para eliminar los insectos dañinos, puede terminar eliminando otros insectos para los cuales no está destinada. En la agricultura, como en cualquier otra esfera, uno nunca obtiene algo por nada.

    Las afirmaciones que los cultivos GM conducen al uso menor de productos químicos en la agricultura en el largo plazo, también están bajo escrutinio. Charles Benbrook, jefe de Notrhwest Science y política ambiental en Standpoint, Idaho, llevó a cabo un estudio amplio en el que utiliza datos del gobierno americano sobre el uso de sustancias químicas en los cultivos GM. Benbrook encontró que cuando los cultivos transgénicos se introdujeron por primera vez, estos necesitaban 25% menos de sustancias químicas durante los primeros tres años. En 2001, se fumigó un 5% más de sustancias químicas, comparado con las variedades de cultivos convencionales. El Dr. Benbrook declaró que: ‘los proponentes de la biotecnología afirman que las variedades transgénicas reducen considerablemente el uso de pesticidas. Si bien esto es cierto en los primeros años de amplia plantación... éste no es el caso ahora. Ahora hay pruebas claras de que el promedio de 500 gramos de herbicidas aplicados por acre plantada a las variedades tolerantes a los herbicidas, ha aumentado en comparación con los primeros años8.

    El libro de Tudge, “So Shall We Reap” (ediciones Penguin 2003), expone el rompimiento devastador del actual incesante empuje hacia la máxima producción de alimentos a costos bajísimos, a medida que las alarmas sanitarias escalan, los trabajadores rurales son empujados fuera de sus tierras y las naciones pobres se ven forzadas a exportar sus mercancías a mercados feroces. En su libro, Tudge examina la industria alimentaria mundial y muestra cómo – sin recurrir a los cultivos transgénicos – podemos recuperar el control de manos de los barones multinacionales, alimentar al mundo y, por último, asegurar la supervivencia de la humanidad.

  • La recomendación número 3 es: ‘Prácticamente todas las plantas alimentarias han sido modificadas genéticamente en el pasado; tales modificaciones constituyen, por tanto, un procedimiento muy común.’

    Cierto, todas las plantas alimentarias han sido modificadas genéticamente desde el inicio de la agricultura, pero no mediante la actual técnica de manipulación genética. Ésta es una técnica radicalmente diferente que no tiene semblanza con ningún método de genética anterior utilizado por la humanidad. No es natural que se hagan cruces genéticos de una especie con otra con la que no tiene relación alguna. La manipulación genética evade las barreras que existen entre las especies completamente diferentes. Contiene riesgos unicos que no aplican a los métodos utilizados en el pasado.

  • La recomendación número 4 es: ‘La maquinaria celular de todos los organismos vivos es similar; y la combinación de material genético de diferentes fuentes con un organismo ha sido una parte importante del proceso revolucionario.’

    Esto es engañoso. En métodos de genética anteriores sólo era posible, la mayoría del tiempo, mezclar el material genético de especies estrechamente relacionadas. La tecnología de gen recombinante hace posible la transferencia de cualquier gene a otra especie independientemente de lo lejana que sea en la escala evolutiva. Un gen del pez platija ha sido manipulado dentro de un tomate. Tales tipos de transferencia crean la posibilidad de singulares riesgos.

  • La recomendación número 5 es: ‘En años recientes, se ha desarrollado una tecnología nueva para realizar mejoras más precisas y específicas en cepas de plantas agrícolas, que implica alteraciones pequeñas dirigidas al sitio en la secuencia del genoma o algunas veces la transferencia de genes específicos de un organismo a otro’.

    La realidad es que la tecnología de gen recombinante no es ni precisa, ni específica al sitio. Es aleatoria, puesto que el transgénico habitualmente se integra en el genoma de la planta recipiente de modo impredecible. Además, no necesariamente mejora la planta transgénica.

    Sin embargo, ésta es la razón principal por la cual los grupos de presión en favor de los GM desearían que creyéramos que los alimentos GM alimentarán al mundo. En el 2003, Aaron deGrassi, un investigador en el Instituto de Estudios sobre el Desarrollo de la Universidad de Sussex, Inglaterra, publicó un análisis de los cultivos transgénicos, que las compañías biotécnicas están desarrollando para Africa. El algodón, el maíz y la batata/el camote, estaban entre los cultivos estudiados. DeGrassi descubrió que los procedimientos convencionales de cultivo y la buena gestión ecológica producía un rendimiento mucho más alto a una fracción del costo. La investigación de la batata/el camote transgenico se acerca ahora a su duodécimo año y ha significado el trabajo de 19 científicos a un costo de $6 millones de dólares. Los resultados indican que el rendimiento ha aumentado en 18%. Por otra parte, el cultivo convencional de la batata/el camote, trabajando con un presupuesto mucho menor ha producido una variedad resistente al virus con 100% de aumento en el rendimiento y no está patentada.9

  • La recomendación número 6 es: ‘Las plantas alimentarias modificadas genéticamente pueden desempeñar una función importante en la mejora de la nutrición y de los productos agrícolas, especialmente en los países en desarrollo.’

    El documento de la Academia Pontifica de las Ciencias no ofrece ninguna prueba que apoye tal afirmación. De hecho, todo lo contrario. En los últimos años la mayor parte de la produccion de maíz y soja transgénicos ha sido destinada a la alimentacion de animales. Si la gente del Primer Mundo y la clase media en la mayoría del mundo, incremental el porcentaje de carne en sus dietas, no solo no mejoraran sino que se exacerbaran, los problemas del hambre en el mundo. La mayoría de la soja y el maíz transgénico cultivado en Argentina, se exporta como forraje y no se utiliza para alimentar a la población del país.

  • La recomendación número 7 es: ‘La comunidad científica debería ser responsable de la investigación científica y tecnológica encaminada a los avances descritos anteriormente, pero también debe vigilar la manera en que se aplica y ayudar a asegurar que funciona para el beneficio eficaz de las personas.’

    Tal aspiración muestra poco conocimiento de las fuerzas que están guiando la tecnología de manipulación genética. En mi libro, Patenting Life? Stop! Is corporate greed forcing us to eat genetically engineered food? (¿Patentar la vida? ¡Deténgase! ¿Nos esta forzando la codicia de las grandes empresas a comer alimentos modificados genéticamente?), comienzo con un capítulo sobre el crecimiento del poder de las grandes empresas en las décadas recientes y a esto le sigue un capítulo sobre el poder de la agroindustria. Los cultivos transgénicos son promovidos por cuatro empresas gigantes: Monsanto, DuPont, Syngenta y Aventis. Las necesidades de sus accionistas y no los motivos altruistas de alimentar el mundo, son lo que motiva a tales multinacionales.

    En la actualidad, no hay mecanismos satisfactorios para supervisar a las transnacionales, porque estas instituciones tienen reglamentos opuestos en cada recodo del camino.

  • La recomendación número 8 es: ‘No hay nada intrínseco respecto de la modificación genética que pudiese causar que los productos alimentarios no sean seguros. No obstante, se emplea –y debería continuar empleándose – la ciencia y los científicos para que sometan a prueba las nuevas cepas de las plantas para determinar si son seguras para las personas y el medio ambiente, especialmente considerando que los avances actuales pueden ahora inducir cambios más rápidos que de lo que fueron en el pasado.’

    Pero, la mayoría de los alimentos basados en plantas transgénicas no se someten a ensayos, como tampoco a una evaluación de riesgo independiente, y son producidos por una tecnología impredecible, sin ensayos y potencialmente insegura. Las muy pocas evaluaciones de riesgo realizadas de los alimentos transgénicos, indican que no se han abordado los peligros potenciales. En tal situación, debería aplicarse el principio de precaución, porque las consecuencias de fracaso podrían ser horribles. Cabe mencionar uno de los primeros principios de la filosofía en relación con los pequeños ensayos actuales de los cultivos transgénicos: la ausencia de pruebas no es prueba de ausencia.

    Científicos eminentes cuestionan la creencia de que los alimentos transgénicos son seguros

    . Por ejemplo, el Profesor Richard Lewontin, profesor de genética en la Universidad de Harvard, afirma: ‘Tenemos un entendimiento tan miserablemente pobre de cómo los organismos se desarrollan a partir de su ADN, que me sorprendería que no recibiéramos un rudo choque tras otro.’ La Dra. Suzanne Wuerthele, toxicóloga que trabaja en la Agencia de Protección Ambiental de EE.UU. (EPA en inglés), escribe: ‘Esta tecnología está siendo promovida ante las preocupaciones de científicos respetados y frente a datos que demuestran lo contrario, por las agencias mismas que se supone protegen la salud humana y el medio ambiente. El fondo de todo esto en mi opinión es que estamos confrontados por la tecnología más poderosa que ha conocido el mundo, y está siendo difundida rápidamente sin casi consideración alguna de las consecuencias10. El Dr. Erik Millstone de la Universidad de Sussex, Inglaterra explica: ‘El problema fundamental de esta aprobación de los alimentos transgénicos es que, no se les ha probado en absoluto. Todo lo que está sucediendo es algo que yo caracterizo como un ejercicio de lo que se desearía que ocurriera.’ El Dr. Harash Narang, microbiólogo y asociado de nivel superior en investigación, en la Universidad de Leeds, Inglaterra, que originalmente señalo el posible vínculo entre la enfermedad de las vacas locas (BSE siglas en inglés) y la ECJ (Enfermedad de Creutzfeldt-Jakob/CJD en inglés) en los humanos: ‘Si examinamos el simple principio de la modificación genética, connota desastre ecológico. No hay metodos para cuantificar los riesgos...la solucion es simplemente prohibir el uso de la modificacion genetica en los alimentos.

  • La recomendación número 9 es: ‘Los métodos utilizados para evaluar la seguridad de las nuevas cepas (o más precisamente, cultivares) de plantas modificadas genéticamente deberían estar a la disposición del público, así como los resultados de dichos ensayos, tanto en el sector privado como público.’

    El capítulo 5 de Patenting Life? Stop! está dedicado a lo que yo llamo ‘La Trinidad no santa – Organismos reguladores, transnacionales biotécnicas y gobiernos’. Conforme a como están constituidas en la actualidad, los intereses de estas gigantes empresas biotécnicas tienen prioridad sobre todo lo demás. En muchas situaciones las empresas biotécnicas insisten en la confidencialidad de sus datos, de modo que no hay un mecanismo para que se hagan públicos los métodos que utilizan o los resultados de las pruebas de seguridad que llevan a cabo.

    En 1997, dos reporteros del ‘The Guardian’ criticaron la relación entre los gobiernos y los organismos reguladores. Los reporteros encontraron:


    • Una ‘puerta giratoria’ entre el gobierno de EE.UU. y la industria biotécnica. (algo más sobre "puertas giratorias" en el video "El Futuro de los Alimentos" puede descargarlo acá)
    • Fuerte cabildeo o presión para una nueva redacción de las normas internacionales de seguridad alimentaria en favor de la biotecnología.
    • Nuevas leyes que protegen de las críticas a la industria alimentaria de EE.UU..
    • Problemas ambientales inesperados.
    • Contratos locales que encierran a los agricultores o campesinos en el control empresarial de la producción.
    • Intentos, por parte de las empresas que llevan el liderazgo en relaciones públicas, para manejar el debate en favor de la manipulación genética.
    • El uso de organizaciones mundiales como la Organización Mundial del Comercio para que afronten a los gobiernos que se oponen a los cultivos modificados genéticamente.
    • No se ofrece a los consumidores una elección eficaz de alimento.
    • Miedos propagados de que las economías de los países en desarrollo se verán afectadas11.

  • La recomendación número 10 es: ‘Los gobiernos deben tener la responsabilidad de asegurar que las pruebas y sus resultados se conducen conforme a los criterios más altos de validez. Los protocolos de evaluación deben ser ampliamente asequibles.’

    Esta noble aspiración no considera el hecho que muchos gobiernos, bajo la presión de las compañías biotécnicas y el gobierno de EE.UU., promueven directamente ahora los cultivos transgénicos. Dada las enormes cantidades de dinero en juego y los efectos del pecado original, ¿es realista esperar que los datos que podrían ser no favorables para los alimentos GM, sean divulgados ampliamente? Las páginas 126 a la 120 de Patenting Life? Stop! contienen un relato de cómo la industria biotécnica trató con el bioquímico Dr. Arpad Pusztai cuando su investigación fue cuestionada respecto del impacto de las papas transgénicas sobre las ratas. El Dr. Pusztai perdió su puesto en el Instituto Rowett en Escocia, y fue acosado en un sinnúmero de formas por los científicos en favor de la biotecnología. Éste es el mundo real de la industria biotécnica.

  • La recomendación número 11 es: ‘Los gobiernos deberían incrementar su financiamiento para la investigación pública en agricultura, con el fin de facilitar el desarrollo de un sistema agrícola productivo sostenible que esté a la disposición de todos.’

    El documento muestra desconocer lo que ha estado sucediendo a la investigación pública entre los últimos 20 y 30 años. Desde la era Reagan – Thatcher, los gobiernos han ido reduciendo los presupuestos para la investigación pública, diciendo que la empresa privada entrega tal investigación de modo más rentable. Yo no pienso que esta situacion va a cambiar incluso tras una exhortación de la Academia Pontifica.

  • La recomendación número 12 es: ‘Los derechos de propiedad intelectual no deberian inhibir el amplio acceso a las aplicaciones beneficiosas del conocimiento científico. En el desarrollo de esta tecnología genética moderna para la agricultura, habría que poner empeño en facilitar la cooperación entre los sectores público y privado y asegurar la promoción de solidaridad entre los mundos industrializados y en desarrollo.’

    Es difícil entender cómo una Academia con conexiones orgánicas con la Iglesia Católica puede aceptar la legitimidad de patentar organismos vivientes.

    Hasta 1980, no era posible patentar vida, cuando la Corte Suprema de EE.UU. en una decisión de 5 contra 4, decidió en el caso de Diamond contra Chakrabarty que podía patentarse un microbio manipulado genéticamente. La mayoría de votos estipuló que: ‘la distinción relevante no era entre las cosas vivas y las inanimadas, sino que si los productos vivos podrían considerarse como “invenciones fabricadas por los humanos”12. Ésta no es la visión de la vida que se consagra en la Biblia, donde la vida se considera un don de Dios que se debe recibir con gratitud y humildad, y se debe compartir con todas las criaturas. La Biblia impugna la afirmación de patentar que, de un modo u otro, un científico o una grande empresa creo vida y por tanto puede legítimamente exigir su propiedad. Los organismos vivos no deben patentarse, así como los humanos no deberían ser esclavos de otros humanos. La patentación del mundo viviente fue introducida al escenario del mundo mediante la presión ejercida por una empresa gigante de EE.UU. durante la Ronda de Uruguay para tratar el Acuerdo General sobre Aranceles y Comercio (GATT) y fue consagrada en la sección sobre Propiedad Intelectual Relacionada con el Comercio (ADPIC 27.3 (b)). El impacto de tal patentación creará dependencia permanente de los países del Tercer Mundo en las grandes empresas del Primer Mundo para la más importante realidad de sus vidas – el alimento. La Iglesia, desde su postura pro vida, debería oponerse a la patentación de vida en cada foro. Trato a fondo este tema en el capítulo 6 de Patenting Life? Stop!

  • La recomendación número 13 es: ‘Se deberían hacer intentos especiales para proveer a los agricultores pobres en el mundo en desarrollo con acceso a plantas mejoradadas y revitalizar y financiar la investigación en los países en desarrollo. Al mismo tiempo, se debería encontrar los medios para crear incentivos para la producción de cepas vegetales adecuadas a las necesidades de los países en desarrollo.’

    En el mundo empresarial, donde el lucro guía todo, esto es como esperar construir castillos en el aire. Lo que ocurrirá alrededor del mundo es lo que está pasando en Argentina, donde la agricultura sostenible anterior y la cría de animales ha sido reemplazada por la soja y el maíz transgénicos. Esto ha beneficiado a los grandes terratenientes, a las compañías agroindustriales y a algunos intermediarios. Los que han salido perdiendo son las comunidades rurales pobres, que anteriormente aplicaban la agricultura sostenible, y el medio ambiente. No sorprende que el destacado agrónomo argentino, Jorge Eduardo Rulli haya dicho en 1992 que: ‘nuestra breve historia de sumisión al mundo de los gigantes de la biotecnología ha sido tan desastrosa que con todo fervor esperamos que otras naciones latinoamericanas tomen esto como un ejemplo de lo que NO hay que hacer.13

  • La recomendación número 14 es: ‘La investigación para hacer tales mejoras debería prestar especial atención a las necesidades locales y a la capacidad de cada país para procurar la adaptación necesaria de sus tradiciones, legado social y prácticas administrativas, a fin de lograr el éxito de la introducción de las plantas alimentarias genéticamente modificadas.’ Ya en el número 14, el llamado Documento de Estudio sobre el Uso de ‘Plantas alimentarias modificadas genéticamente’ para Combatir el Hambre en el Mundo, ha sido transformado en una promoción de los cultivos transgénicos.

    Yo disputo la afirmación que figura en la página 9 (versión en inglés) que asegura que ‘sabemos mucho acerca del ADN en los organismos.’ Tenemos muy poco conocimiento del mundo viviente. No sabemos, en un factor de 5 o 10, cuántas especies comparten este planeta con nosotros. Podría ser 5 millones o 50 millones o incluso 100 millones; no sabemos. Sin embargo nos dicen que el hecho de hacerle modificaciones a la vida en un nivel fundamental, no implica riesgos. Sólo tenemos una vaga idea de cómo los genes funcionan juntos, de los mecanismos epigenéticos y de la interacción entre genes y el medio ambiente. El genoma de plantas y animales se ha desarrollado a lo largo de 3,8 billones de años, mediante selección y adaptación de forma co-evolutiva. Cada organismo viviente es exactamente de la forma que es porque ha probado ser apropiado para su entorno y ecosistema específico, de otro modo hubiese desaparecido. Y ahora, una especie – el homo sapiens – siendo él mismo producto de la evolución, cree que es capaz de mejorar los bloques básicos de la vida.

    El zoólogo Colin Tudge, articula estas preocupaciones muy claramente:

    ‘La manipulación genética, incluso cuando más simple, implica la introducción ad hoc de genes exóticos dentro de los genomas de organismos establecidos; y esto, en principio, sugiere inmediatamente una jerarquía de posibles problemas’.

    Más obviamente, el nuevo gen introducido podría perturbar al genoma huésped en maneras no deseadas y enteramente impredecibles. El problema teórico puede verse fácilmente mediante una analogía. A menudo se dice que el código genético es ‘digital’, de modo que en una forma general lo es. Cada gen y de ahí, por implicación, cada tramo funcional de ADN, corresponde a algún ‘dígito’ de información. Nos acercamos a la realidad, aunque, si comparamos los genes con el lenguaje (como el título del libro de Steve Jones de 1993: El lenguaje de los genes), los genes individuales se comparan con las palabras. Pero, individualmente, el significado de cada palabra no se capta en la definición desnuda del diccionario. Toda persona que trata de hablar un idioma extranjero mediante sólo el diccionario, sabe lo gracioso que esto parece a los oídos nativos. El significado de la palabra depende mucho del contexto en que se utilice – qué palabras la rodean. Tras las definiciones que el diccionario da de cada palabra individual yace la sintaxis de la lengua, y el uso real de la misma: las expresiones coloquiales, las referencias cruzadas, las alusiones históricas, los juegos de palabras. Los genes funcionan de esta manera también, porque los genomas evolucionan, dejando las huellas de su historia tras ellos. No son simplemente ‘digitales’, sino que funcionan conforme a reglas que son en parte lógicas y en parte una cuestión de accidente histórico. Si los genes se comparan con las palabras, entonces el genoma de cualquier criatura en particular, en su conjunto debiera compararse a la literatura. La ingeniería genética no es realmente ingeniería. Es más como la horticultura, en la cual uno planta y luego espera y observa; o, para seguir la metáfora, es más como editar. Cada escritor sabe que la alteración imprudente de una sola palabra puede cambiar la importación de un texto absolutamente, y ruega por un editor moderado y competente.

    En la actualidad, tras 100 años de genética formal Mendeliana, y unas pocas décadas de genómica, tenemos alguna idea de la función de unos pocos genes en unos pocos genomas (incluyendo unos pocos genes humanos). Para algunos organismos, en breve, tenemos el inicio de un diccionario. Pero el genoma de un organismo – cualquier organismo – podría ser comparado en términos literarios, a algún texto sagrado, poético, escrito en un lenguaje del cual no tenemos prácticamente ninguna noción: tibetano medioeval, o B lineal. Usted, o cualquier persona que tenga dos dedos de frente ¿llevaría a cabo la edición de tal texto, si la única guía que tiene es un mal diccionario?14

    Tudge reflexiona sobre el hecho que los ingenieros y los arquitectos a menudo, incluso tras explorar detenidamente las propiedades físicas de sus materiales de construcción, cometen errores.


    Tudge pregunta: ¿Hasta dónde llegarán nuestros errores en biología, en la cual las complejidades se multiplican por orden de magnitud, y – relativa a esa complejidad – casi nada es conocido? Dejamos caer nuevos genes dentro de los genomas, y organismos exóticos en los ecosistemas, por nuestra cuenta y riesgo – la nuestra y la del mundo. Simplemente, no hay modo de saber, a priori, lo que acontecerá15.


    Tudge sostiene que los cultivos GM no alimentarán al mundo.


    La alarmante verdad es (por lo menos yo la considero alarmante, en vista del bombo publicitario) que la ingeniería genética no ha contribuido en absoluto de modo significativo a la seguridad alimentaria – es decir, a las cuestiones que realmente importan – y tampoco es probable que lo haga en el futuro venidero. En cuanto a la supervivencia humana, su contribución es precisamente cero. En la realidad, está encerrada en, y diseñada para promover una estrategia económica que ya está probando ser perniciosa, y en el largo plazo podría muy bien probar ser desastrosa. La contribución neta de la manipulación genética al bienestar de la humanidad es negativa16.


    ¿Y qué podemos decir del ‘arroz amarillo’ que es rico en carotina – la materia prima de la cual el cuerpo sintetiza la vitamina A? La deficiencia en esta vitamina puede causar xeroftalmia (sequedad excesiva de la conjuntiva (los ojos) que conduce a la ceguera). Tudge escribe:


    Por lo tanto el arroz rico en vitamina A es por cierto caído del cielo, y sólo el afectado, afligido sólo por la vista larga de la gentil mediana edad, se atrevería a protestar.


    Pero la carotina es una de las moléculas más comunes en la naturaleza. Es el pigmento amarillo que se encuentra en las frutas amarillas como el mango y la papaya, pero también – obtenido de un modo mucho menos exótico y menos caro – en las hojas verdes de todo tipo, incluyendo la espinaca. La agricultura tradicional siempre ha incluido la horticultura. El lote vegetal y el ocasional árbol frutal eran y son la costumbre; algo dado por sentado, como las sillas y las mesas. Mientras las personas mantengan la horticultura, tendrán la vitamina A que necesitan. El monocultivo obsesivo, en el cual no hay cabida para que el producto local alimente la gente local, es una aberración moderna, otro ejemplo del comercialismo obsesivo. De muchas maneras es pernicioso, social, económica y ecológicamente; y la ceguera de los niños es una de las consecuencias funestas17.


    Colin Tudge no está en contra de la ingeniería o manipulación genética per se. Por ejemplo, el sorgo es el cultivo básico de los pueblos de la región del Sahel en África. Este cultivo es resistente a las sequías y al calor, pero no lo suficiente. Los científicos de ICRISAT (el Instituto Internacional de investigación de cultivos para los trópicos semiáridos) han buscado bancos internacionales de genes de la misma rama del sorgo que se pudiere cruzar con el sorgo para proveer el/los gen(es) que se requieren para esta super resistencia. No les ha sido posible encontrar tales genes. Ahora están buscando genes de otras fuentes – posiblemente el cacahuete que es verdaderamente resistente.


    Pero los cacahuetes son legumbres (de la familia de los frijoles) mientras que el sorgo, un cereal, es un pasto. De modo que los genes necesarios no pueden introducirse mediante el cultivo convencional. Se necesitaría la manipulación genética. En este caso (si se pudiese lograr que funcione) es un excelente ejemplo de que las más altas tecnologías se pueden organizar para ayudar a las personas pobres del mundo. Para las personas en algunos entornos duros, tal ciencia podría en principio considerarse envío del cielo.18


    Pero incluso en este caso Tudge pide cautela, dado los límites de nuestros conocimientos presentes.


Podría decirse que la Conferencia del 24 de septiembre en la Universidad Gregoriana se percibió como poco más que un evento de promoción de las multinacionales biotécnicas de Estados Unidos que están listas para ganar billones de dólares si los alimentos transgénicos se fuerzan sobre la mayoría de los países del mundo. Como dijo la antigua comisaria europea para el medio ambiente, Margot Wallstrom, en Londres, en octubre 2003: ‘Lejos de desarrollar los cultivos GM para resolver el problema del hambre en el mundo, como afirman, las empresas biotécnicas lo hicieron para resolver el hambre entre sus accionistas.’ (Independent, 14 de octubre de 2003).

Reflexionando sobre el 24 de septiembre de 2004 y el documento de la Academia Pontifica, dos cosas vienen a la mente – falta de preparación suficiente para tan importante conferencia y una cierta selectividad en su elección de oradores. La Conferencia, que tenía por objeto abordar el hambre y la malnutrición, no consultó a principales expertos en agronomía y en estudios de desarrollo ni a los trabajadores de primera línea de organismos como Caritas, CAFOD, Trocaire o a sociedades misioneras.

Puesto que se puede afirmar con cierta justicia que sólo se ventiló un lado del argumento el 24 de septiembre de 2004, se podría decir que ahora hay una obligación moral de organizar una consulta sobre el hambre y cómo combatirla en la cual todos los lados en el debate tengan derecho a vocear sus opiniones.

20 de octubre de 2004

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