martes, 16 de diciembre de 2008

La República de Amelia-Corsarios Argentinos en el Atlántico.


Mapa de Florida, preste atención en Jacksonville.



Mapa de la Isla Amelia, breve república fundada, entre otros, por argentinos.



En la isla Amelia Argentinos fundaron fugazmente una República

Hacia fines de 1817, 188 años atrás, un grupo de argentinos de cuyo paso hoy se guardan importantes recuerdos en la región, participó de un modo u otro en la creación del primer mini estado que floreció en el Caribe, la República de Amelia, cuya existencia tuvo final, después de 179 días, por la ocupación dispuesta por el presidente estadounidense James Monroe. Amelia, isla española próxima a la península de Florida, sobre la que flamearon durante ese período la bandera venezolana primero y mexicana luego, fue escenario de una breve aventura de escaso conocimiento público. Se experimentaron entonces las formas republicanas de división del estado en tres poderes, con una Carta Magna moderna para la época y en la que imperaba el propósito poco modesto de invadir la propia Florida, también española. De los tres argentinos que tuvieron que ver con la creación de la efímera mini república caribeña, anticipatoria de las que en la actualidad existen, el más conocido, seguramente, pero a través de un hecho amoroso, fue el capitán Martín Jacobo Thompson, marido de la más célebre Margarita Sánchez de Thompson, en cuya casa se tocó por primera vez el Himno Nacional. Otro, ya menos publicitado, fue Vicente Pazos Silva, quien con Mariano Moreno compartió la redacción del periódico "La Gaceta" de Buenos Aires un tiempo antes y que, durante la gestión patriota en Amelia, también se encargó de la hoja que circuló en la isla editada por el gobierno independentista. Aunque no hay datos precisos, todo indica, por las características, que la publicación fue de su autoría. Por último, no se puede olvidar la presencia de Manuel Hermenegildo de Aguirre, un reiterado armador de corsarios argentinos que tuvieron a mal traer al decadente imperio de España en la América Latina, quien se desempeñaba por aquellos tiempos en los Estados Unidos de América, cuyo primer mandatario fue ese gran presidente que fue James Madison, ante cuyo gobierno actuaba como cónsul de las Provincias Unidas del Río de la Plata. Pero también intervino en esos hechos el capitán Luis Aury, un francés que terminó siendo argentino por opción y que, sin brillar a la altura de su compatriota Hypólito Bouchard en el terreno lato de las armas, dejó rastros indelebles en toda América Central, tal como ocurrirá de resultas de otra de sus aventuras, posterior a la de Amelia, y por cuya causa la bandera argentina celeste y blanca, detalles más, detalles menos, hoy flamea en toda la región.

Con nuevos reclutas, y al frente de una fuerza, por cierto respetable, Mac Gregor pudo ocupar Fernandina, capital de la isla y así en junio de 1817 Amelia quedó bajo su control. Sorpresa de por medio, el gobierno de EEUU se encontró con tales patriotas y aventureros concretando algo en lo que no había creído ni de lejos el secretario de Estado, Richard Rush, cuando le dio su acuerdo al escocés, como 165 años después el Pentágono se equivocó al decir a Leopoldo Galtieri que ocupar las Malvinas era posible. La toma del mando de la isla por parte de Aury generó no pocas resistencias por parte de los estadounidenses inicialmente sumados a Mac Gregor, sin que faltara alguna ejecución, pero sin perder el tiempo, Aury con Gual y Pazos Silva avanzaron en la implementación de fórmulas de gobierno y así el 16 de noviembre se convocó a unos comicios que se concretaron apenas tres días más tarde, cuando por el voto de los que al menos llevaban 15 días como residentes de la isla, se eligieron los constituyentes. En ese momento el nuevo secretario de Estado de Monroe, John Quincy Adams, encargó al futuro presidente, Andrew Jackson, llevar adelante una nueva ocupación de Amelia, esta vez para desalojar la presencia de los corsarios que obstruían sus negociaciones con los españoles, porque, al final, era "América para los americanos", pero con las reservas del caso.

Quisiera aclarar que este escrito es enviado por un amigo de argentina, que sabiendo de su talento, me he atrevido a mostrar en esta pagina..

ATTE: Carlos Martìnez Galindoi.





En el libro Historia Social Comparada de los Pueblos de América Latina de Luis Vitale hay un capítulo dedicado a la República de las Floridas:

La lucha por la unidad latinoamericana en los mares: la república Amelia (Florida) y los Estados Unidos de Buenos Aires y Chile en el Caribe.
(página 63)

La lucha por la unidad latinoamericana en los mares: la república Amelia

"La lucha por la unidad latinoamericana se hizo no sólo en tierra firme, sino también en los mares e islas. Es un mérito del investigador argentino Edmundo Heredia haber reivindicado la
gesta de los hombres libertarios del mar:


“precisamente la solidaridad y acción común revolucionaria se manifestó sobre todo en la guerra en el mar; esta guerra naval fue el ejemplo más contundente de que el conflicto era de carácter internacional, y de que la complementación entre la acción de las diversas naciones era indispensable para el triunfo final (...)


La magnitud de la actividad corsaria en las guerras de la independencia hispano-americana, y su trascendencia en el resultado de ellas, no han sido aún destacadas suficientemente en toda su importancia. (...)


Por tanto, un mejor conocimiento de la guerra en el mar y su inserción en la generalidad de los conflictos, conducirá a un mayor reconocimiento de la internacionalización del proceso de emancipación política de las naciones hispano americanas.”(.181)


La historiadora francesa Anne Perotin-Dumon sostiene que durante la década de 1820 se incorporaron numerosos corsarios a las marinas de las nacientes repúblicas, y que la táctica de ellos fue el contrabloqueo para aliviar la presión que la flota española hacía sobre los puertos de la América latina insurgente.(182)


Algunos corsarios, como el francés Louis Michel Aury y el escocés Gregorio MacGregor, llegaron a identificarse tanto con la causa latinoamericana que contribuyeron a fundar dos efímeros repúblicas en las islas del Caribe: Amelia en 1817 y San Andrés, Vieja Providencia y Santa Catalina en 1818.


Estas acciones libertarias en el Caribe fueron concertadas con latinoamericanos refugiados en Estados Unidos, entre los cuales estaban los chilenos José Cortés de Madariaga y José Miguel Carrera, el altoperuano Vicente Pazos Silva, el venezolano Pedro Gual, el colombiano Manuel Torres y los argentinos Thompson y Aguirre.


En 1316 se llegó a formar una Junta Revolucionaria en Filadelfia, encabezada por Manuel Torres y el venezolano Telésforo de Orea, cuya primera tarea fue respaldar la expedición de Francisco Javier Mina para terminar con el poder realista en México.


Varios de estos exiliados habían recorrido el continente en pro de la causa anticolonial, como el canónico chileno José Cortés de Madariaga que fue el primer representante latinoamericano a las Cortes de Cádiz y luego promotor de la Junta criolla de Caracas en 1810; consecuente luchador de la unidad de nuestros pueblos llevó el mensaje revolucionario a Santa Fe de Bogotá, donde fue apresado en 1812 por el general Monteverde y enviado a España. De allí se fugó en 1815, regresando a Cartagena para reiniciar el combate contra los colonialistas; luego pasó a Jamaica para desempeñar el papel de enlace entre los criollos refugiados en Estados Unidos y los de Sudamérica, inspirando la operación liberadora en Florida.


También es necesario destacar la figura casi olvidada del aymara Vicente Pazos Silva, oriundo del Alto Perú, decidido partidario de la República, amigo de Mariano Moreno, agudo periodista de “La Gaceta” (1811), “El Censor” y “La Crónica Argentina” (1812), editados en Buenos Aires; crítico de algunos políticos argentinos partidarios de establecer un gobierno monárquico y de sus vacilaciones ante las presiones del imperio portugués, Pazos Silva -o Pazos Kanki como firmaba en “El Censor” se vio obligado a exiliarse en Estados Unidos, donde se conectó con otros patriotas para implementar el proyecto de liberación de la Florida española.(183)


Esta acción fue concertada también con varios europeos partidarios de la independencia latinoamericana. Uno de ellos. Louis Michel Aury, nacido en París, navegaba a los 16 años por las Antillas: en 1808 adquirió una goleta que bautizó con el agresivo nombre de “Venganza’. Dos años más tarde ofrecía los servicios de su pequeña flota al gobierno republicano de Cartagena de las Indias, recorriendo el Caribe, desde el golfo de México a la isla Margarita para hostilizar a los buques españoles. En 1815 cumplió la heroica tarea de evacuar a los patriotas derrotados en Cartagena, entre los cuales se encontraban Antonio Nariño. Manuel Piar, Francisco Antonio Zea, Luis Brion y Carlos Soublette. Tres años después participaba activamente en el proyecto de la nueva república de la Florida española.(184)


Otro notable anticolonialista fue el escocés Gregorio Mac Gregor quien llegó como naturalista a Caracas, pero rápidamente se puso a las órdenes de Francisco Miranda.

Derrotada transitoriamente la Junta criolla, Mac Gregor se hizo corsario. Lideró en nombre del gobierno venezolano la ocupación de la isla Amelia, próxima a la península de la Florida. El 29 de junio de 1817 designó capital del nuevo territorio liberado al puerto Fernandina, después de haber derrotado al gobernador español Francisco Morales. Su intención fue atacar San Agustín para ocupar toda la Florida.


El objetivo era distraer a las fuerzas españolas, obligándolas a salir de México para proteger Cuba, favoreciendo así el proceso independentista mexicano. Al mismo tiempo, Fernandina servía de centro de abastecimiento y de puente para la compra ilegal de armamentos, además de lugar estratégico para interceptar buques realistas.


Estados Unidos protestó por la ocupación de la isla, a pesar de que la Florida oriental era colonia española, llegando a acusar a Venezuela de potencia extranjera, invasora de la Florida, cuando en realidad era territorio español, al cual tenían derecho a liberar los partidarios de la independencia latinoamericana.


La decisión de fundar una nueva república fue tomada por Luis Aury a su llegada a la isla en setiembre de 1817. Al mes siguiente desembarcaba el venezolano Pedro Gual, quien de inmediato escribió a su país: “Aquí estamos haciendo algo en beneficio de Suramérica. Este es el único y exclusivo objeto que nos une a todos (...)


El establecimiento de una República de Florido reclama la atención y el apoyo de todos los verdaderos amigos de Suramérica”.(185) El 5 de noviembre Aury se dirigía a los habitantes de la isla Amelia en los siguientes términos:


“Hemos venido a sembrar el árbol de la libertad, a fomentar las instituciones libres y a luchar contra el tirano español, opresor de América y enemigo de los derechos del hombre”.(186)


El 19 de noviembre convocó a elecciones de la nueva república, siendo designados Pedro Gual con 151 votos, Vicente Pazos Silva con 150. Murden con 148, Luis Comte 148 y así sucesivamente hasta completar cerca de 20 candidatos.


Los tres primeros quedaron encargados de redactar el programa del ‘gobierno provisorio de la república de las Floridas”, creándose tres poderes: el Ejecutivo, Legislativo y Judicial; los militares quedaron subordinados a las autoridades civiles electas democráticamente; se garantizaba la libertad de prensa. que pronto fue utilizada para imprimir una Gaceta. Uno de los principales investigadores del tema, Edmundo Heredia, de quien somos deudores en este análisis- sostiene:


“la pretensión era incluir en la jurisdicción de la nueva República a la totalidad de las Floridas. Ello era un abierto desafío a los Estados Unidos, que ya por entonces negociaban su compra a España, en tanto fuerzas militares de esa nación habían ocupado ya militarmente gran parte de ella”.(187)


El 22 de diciembre de 1817 invadía la isla el general norteamericano Andrew Jackson.


El comandante Aury “preguntó si los Estados Unidos obraban en nombre de España y sus aliados, y dudaba que ‘el Gobierno más libre del mundo’ llegase ‘a tal punto de degradación’.


Sostuvo que su República era una prolongación de la de México, y ésta no estaba en guerra con Estados Unidos; que el territorio había sido posesión de España contra la cual luchaba por el mismo motivo por el que cuarenta años atrás las colonias angloamericanas se levantaron contra su metrópoli”.(188)


Así terminaba, después de seis meses, una increíble experiencia libertaria que ilustra de manera elocuente la imaginación política y la decisión de los hombres de aquella época de luchar en cualquier parte por la liberación y unidad de América Latina.


Este revés no mell6 el espíritu de cruzada Libertaria de Aury; pronto comenzó a preparar otra expedición destinada a fundar una nueva república en las islas San Andrés, Vieja Providencia y Santa Catalina, a 400 km. de las costas colombianas y a 180 km. de las nicaraguenses. Invadidas por los ingleses en 1679, habían sido recuperadas por España en 1789, pasando a integrar la Capitanía General de Guatemala.


El 10 de julio de 1818, Luis Aury y el italiano Agustín Codazzi quien luego fuera uno de los más importantes geógrafos- ocuparon las susodichas islas en nombre de los gobiernos de
Buenos Aires y Chile, como lo decía taxativamente la proclama de Aury:


“Los poderosos Estados Unidos de Buenos Aires y Chile, deseando cooperar, en cuanto les sea posible, a la emancipación de sus oprimidos hermanos, me han comisionado para cumplir esta noble empresa en la Nueva Granada (...)


Cuartel general de la isla de Santa Catalina, a 1º de Julio de l818.”(189) El nombre de la nueva república, “Estados Unidos de Buenos Aires y Chile”, tenía por finalidad poner de manifiesto que la ocupación de dichas islas contaba con la aprobación de esos gobiernos, hecho que nunca fue confirmado oficialmente, aunque el canónigo chileno José Cortés de Madariaga aseguró haber recibido esos poderes no sólo para la ocupación de las islas, sino también de Portobelo y Chagres. Era evidente -dice Heredia- que ni Cortés de Madariaga ni Aury tenían dicha autorización; pero esta era una cuestión formal de poco interés para aquellos hombres embarcados en la revolución anticolonial. Aury comunicó a Santander el 8 de julio de I 820 y a Bolívar el 12 de enero de 1821 el alcance de su operación libertadora. Más aún, en carta del 18 de abril de 1821 Aury envía un largo oficio al Congreso de Colombia donde reiteraba su compromiso de luchar por la independencia entregando detalles sobre la economía, los impuestos cobrados a los buques detenidos, el comercio y la organización de las tres islas liberadas.


En 1819 se habían integrado Mac Gregor y 500 corsarios con la intención de ocupar Panamá, operación que no alcanzó a efectuarse, aunque Mac Gregor llegó a tomar por unos días Portobelo, siendo luego expulsado por las fuerzas de Hore. Esta acción de Mac Gregor, realizada sin la debida coordinación con Aury, no fue óbice para que el francés latinoamericanizado incursionara sobre el golfo de Mosquitia ocupando la ciudad de Izabal. Uno de sus lugartenientes, Constante Ferrari, logró concretar un acuerdo con el llamado “rey de los miskitos” para combatir a los españoles y liberar a toda la Capitanía General de Guatemala. En 1820, Aury atacó las ciudades de Omoa y Trujillo en Honduras, apoderándose por unos días del castillo de Omoa, pero se vio obligado a evacuarlo ante los nuevos refuerzos recibidos por los realistas.


Lamentablemente un accidente ocurrido en agosto de I 821 tronchó la vida de este notable francés, amante de la libertad de nuestros pueblos. Al año siguiente, las islas, gobernadas por el haitiano Juan Bautista Faiquere, pasaron a ser administradas por la Gran Colombia.


Nadie mejor que Edmundo Heredia para cerrar este acápite sobre la trascendental y muy poco conocida lucha en los mares contra el imperio español y por la independencia y unidad de América Latina:


Aury no fue sólo un corsario, sino un “revolucionario de absoluta integridad, como que se mantuvo en su ideal pese a las numerosas dificultades que debió enfrentar, a la fortuna material que alcanzó a reunir, y a los intentos de seducción que se le tendieron desde el campo contrario. El hecho de que no se encuentre en ninguna galería de héroes debe adjudicarse a que ninguna nación tiene interés en incorporarlo a su panteón, puesto que su ideal iba más allá de los intereses nacionales y se fundaba en los intereses continentales.(190)








Y bueno, así perdimos la posibilidad de tener nuestras provincias en California y también en Florida...



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