Fuente "O Estado de São Paulo"
Expansión en ritmo acelerado
Los últimos números del desempeño del sector en Brasil
confirman a percepción de editores y libreros de un fenómeno que tarde o
temprano pasa en los grandes mercados editoriales: la superproducción
Raquel Cozer - O Estado de S.Paulo
Por arriba, Sergio Machado calcula que sean más de 2
millones de libros. Eso considerando sólo el exceso, "algo de lo que
podríamos deshacernos sin afectar en nada a la editorial". Están estocados hace
cinco, seis años, en un almacen alquilado cerca de la cede de la Record, grupo
editorial que Machado preside, alli junto al estadio de Vasco de Gama, en la zona
norte de Rio de Janeiro. Allá seguirián indefinidamente si no fuese el reciente pedido de
desocupación del lugar. Ahora el dueño de la mayor editorial de obras de
interés general del País tiene pocos meses para darle destino a las pilas que
saturan el lugar. "Estamos alquilando otro espacio y evaluando
alternativas", dice Machado. "Es probable que algo sea
destruído."
La eliminación de sobras de libros es un tema abordado con cautela por
empresarios, pero la práctica de "transformar en desperdicios", como ellos
prefieren, es mucho menos raro de lo que se pueda pensar, en especial en este
momento en que el mercado editorial brasileño produce mucho más que lo que
consigue vender. La mas reciente investigación, realizada por la Fundación
Instituto de Pesquisas Econômicas (Fipe), dá la dimensión. En 2010, las
editoriales producieron casi 23% más de ejemplares de libros que en 2009,
mientras que el crecimiento en el número de copias vendidas fue de apenas 13%.
De acuerdo a la estimativa, a lo largo del año fueron producidos 55 millones de
libros más que los que se comercializaron para el mercado y el Estado,
manteniendo una tendencia a la superproducción ya percibida en los últimos años.
En un momento en que lo digital domina el debate sobre el futuro del libro, el
presente está hecho del atasco de libros en papel.
Los números confirman la percepción unánime de editores y libreros
de ese fenómeno que, más temprano o más tarde, se repite en varios países.
"Hay una superproducción. Trabajo en el área desde 1984 y nunca vi algo
igual. Desde unos dos años para acá, dió un salto", dice Ricardo Schil,
gestor de negocios de la Livraria Cultura. Actuando en los dos lados del
negocio, el editor y librero Alexandre Martins Fontes dice no tener dudas
de que hoy se produce mucho más de lo que el mercado puede consumir. "Y me
pregunto adonde eso irá a parar. En algún momento el mercado tendrá que
autorregularse. Porque, si publicás y no vendés, en algún momento
quebrás."
La hinchazón en la producción tuvo como estímulos el aumento de las compras por el
Estado, el mayor poder adquisitivo de la clase C y el crecimiento de un
público lector más joven, resultado del éxito de Harry Potter. Pero,
mas que el número de compradores en potencial, lo que impulsionó a esa
superproducción fueron las facilidades tecnológicas. "Antiguamente, para
editar un libro eran necesarios equipos caros y sofisticados.
Aquello era una especie de filtro. Con las nuevas posibilidades de edición e
impresión todo quedó mas viable", dice Sérgio Machado.
Entre ediciones y reediciones, se publicaron en 2010 en Brasil casi 55
mil títulos, en un promedio de 210 diferentes obras llegando al mercado por
día útil. Sólo el Grupo Record, adepto de una agresiva estrategia de
publicar mucho para que los éxitos compensen los fracasos, coloca en el
mercado cada mes 80 nuevos títulos. Ni una enfriamiento en las ventas, como la
percibida en los últimos meses por la directora editorial de la casa, Luciana
Villas-Boas, perjudica a la producción del grupo, que imprime 600 mil
ejemplares por mes. "Si se caen las ventas, terminamos publicando más
títulos, porque las máquinas quedan menos tiempo ocupadas con impresiones."
Ese tipo de pensamiento incomoda a las editoriales menores. "Si por un lado
esa variedad de títulos parece buena, al final, cuando el embotellamiento es la
distribución, el problema se hace todavía mayor. La disputa por espacio en las
librerias se torna inviable", dice Cristina Warth, editora de Pallas.
Con cerca de cien asociadas, Libre, entidad que reúne pequeñas y
medianas editoriales, entiende que el exceso de oferta perjudica a la
bibliodiversidad. Fue lo que constató también una reciente investigación
divulgada en España por FGEE, la mayor entidad editorial local:
en aquel país, un nuevo título tiene como máximo 30 días para llamar la atención
del público lector antes de dar lugar a títulos todavía más nuevos.
El exceso de oferta puede parecer positivo para el lector, pero no es
bien así. En Brasil, desde 2004 las investigaciones apuntan para una baja en el
precio del libro, pero mas lenta que lo que harían suponer las facilidades de
impresión y la competencia feroz. Como las editoriales publican mucho
más que lo que las librerias consiguen almacenar, los gastos con estrategias de
exposición aumentan los costos de la producción. "Con la exageración en la producción de
títulos, algunas cosas buenas, autores o títulos, nacen muertas,
pués no conseguirãn el mismo espacio para divulgación en la prensa o en las
librerias", dice Warth, de Pallas.
Almacenamiento. Hace algún tiempo, el escritor amazonense Márcio Souza recibió
del gobierno de Pará la sobra de un comic basado en su novela Galvez, el
Emperador del Acre, editada con financiación pública. Era algo en torno
de 300 ejemplares, que Souza comenzó a distribuir entre amigos. Creo
que seria más fácil librarme de un cadáver que de la sobra esa.
Todavía tengo aqui unos cien. Nadie tiene tantos amigos."
Donar es sinónimo de dolor de cabeza. Para editoriales, preparar kits con
pocos ejemplares de cada libro y distribuirlos entre instituciones saldría
más caro que almacenarlos y no resolveria el tema de la cantidad; tampoco
les interesa a las instituciones reciber mil ejemplares de un libro sólo. "La
donación existe, pero no resuelve. Además, dependiendo del contrato, no conseguís donar sin pagar derechos de autor. Entonces precisás
documentación para justificar la donación del autor y del Estado", dice Roberto
Feith, director de Objetiva.
Maria Zenita Monteiro, coordinadora del Sistema Municipal de
Bibliotecas de San Pablo, responsable por más de cien puntos en la ciudad,
dice que iniciativas de donaciones son rarísimas. Casi el 100% de los libros
que las bibliotecas tienen son comprados. Este año, recibimos una única
donación de una editorial, Editora 34, que tuvo una sobra de cosas que
publicaron para el Estado."
Se junta a eso el hecho de que almacenar es mucho más caro que destruir lo que sobra, aunque la destrucción implique perder el dinero de la edición.
En el caso de los dos millones de libros para los que Record precisa encontrar
una solución, hasta hacer un saldo seria difícil, ya que, según Machado,
los autores tendrían que autorizarlo. Sólo de nacionales, él imagina, son cerca
de 1.200, en un universo de 3 mil títulos.
Feith cree que la selección cada vez mayor de títulos será
imprecindible. "Todo tiene su punto de equilíbrio, el mercado editorial
precisa descobrir el suyo. Vamos a tener que descurirlo cuando empiece a
existir pérdidas."Claro que, en el caso del mercado editorial, el caso es
más complicado, ya que un único best seller puede compensar toda la
apuesta en títulos que se atascan.
En la Argentina la cosa es más o menos parecida. La superproducción de las grandes editoriales tapa a las pequeñas. El librero se encuentra con que tiene que darle prioridad a esas grandes, todo está cubierto por ellas. Y eso de no poder donar los libros porque tienen que pagar derechos de autor...