martes, 10 de mayo de 2011
Sobre la Feria del Libro: ¿Bosque encantado o cambalache?
A través de un subsidio las Bibliotecas Populares compraron 6 millones de pesos en libros...Pero , ya sabemos, la industria editoril no recibe ayudas del Estado.....
El poeta Daniel Freidemberg hace un análisis del discurso de Mario Vargas Llosa en su parte final dice:
" “Leer –pregona Vargas Llosa– nos hace libres, a condición, claro está, de que podamos elegir los libros que queremos leer, y que los libros puedan escribirse”. ¿Quiénes impiden elegir? Inquisidores, comisarios políticos, fanáticos religiosos, dogmáticos, caudillos megalómanos. No entran en la lista, en cambio, la omnipresencia de una industria editorial concentrada, gracias a la cual unos pocos capitales transnacionales deciden quién publica, qué publica y en función de qué, ni los filtros que imponen las redes de distribución y comercialización. ¿Quiénes son, en los hechos, los que no dejan que ciertos libros puedan escribirse, o al menos publicarse? El liberal Vargas Llosa no es capaz de preguntárselo, como puede añorar los tiempos en que en América latina “la literatura más renovadora y moderna” circulaba en ediciones argentinas, sin preguntarse por qué ya no ocurre, cuando las viejas editoriales a las que rinde homenaje son hoy filiales de empresas españolas, que a su vez responden a capitales alemanes o norteamericanos."
El poeta Daniel Freidemberg hace un análisis del discurso de Mario Vargas Llosa en su parte final dice:
" “Leer –pregona Vargas Llosa– nos hace libres, a condición, claro está, de que podamos elegir los libros que queremos leer, y que los libros puedan escribirse”. ¿Quiénes impiden elegir? Inquisidores, comisarios políticos, fanáticos religiosos, dogmáticos, caudillos megalómanos. No entran en la lista, en cambio, la omnipresencia de una industria editorial concentrada, gracias a la cual unos pocos capitales transnacionales deciden quién publica, qué publica y en función de qué, ni los filtros que imponen las redes de distribución y comercialización. ¿Quiénes son, en los hechos, los que no dejan que ciertos libros puedan escribirse, o al menos publicarse? El liberal Vargas Llosa no es capaz de preguntárselo, como puede añorar los tiempos en que en América latina “la literatura más renovadora y moderna” circulaba en ediciones argentinas, sin preguntarse por qué ya no ocurre, cuando las viejas editoriales a las que rinde homenaje son hoy filiales de empresas españolas, que a su vez responden a capitales alemanes o norteamericanos."
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