Texto del Embajador Eduardo Valdez, ex Jefe de Gabinete de Cancillería
“Eliminen la FAO” gritó el presidente de Senegal Abdoulaye Wade respecto de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación a la que culpó de la actual crisis alimentaria.
862 millones son las personas sub-alimentadas en todo el mundo y la suba que llegaron a registrar los alimentos en lo que va del 2008 es del 53% respecto del mismo período del año pasado. Es muy fácil decir que los alimentos suben por la mayor demanda de India y China, pero esto no es la única verdad; el desvío de fuentes de alimentos para la producción de combustibles alternativos, la política de subsidios que aplican los países del Norte a sus productores, el aumento del precio del petróleo, que incide en el costo de uso de maquinarias en la siembra y cosecha los que se trasladan al precio del producto, y la especulación financiera de los pooles de siembra al caerse otros negocios de la usura como las hipotecas basura completan el fenómeno y otorgan responsabilidades hasta ahora ignoradas.
Con este panorama acaba de culminar en Roma la cumbre de Naciones Unidas en un fracaso rotundo, en una declaración “sin compromisos”, donde los poderosos impidieron que el documento mencionara a su proteccionismo, y si que se planteara ninguna solución al tema de los biocombustibles, donde todas las posibilidades están abiertas, para que todo siga igual.
Mayor fue la sorpresa cuando como hecho novedoso se enuncia en un párrafo de la declaración “la necesidad de reducir el uso de medidas restrictivas que podrían incrementar la volatilidad de los precios a nivel internacional”.
Traducido en criollo: los gobiernos no deberían poner impuestos a los productores agrícola-ganaderos. Lo que generó la reacción del bloque latinoamericano encabezados por Argentina y seguido por Venezuela, Cuba, Bolivia, Ecuador y Nicaragua, quienes no firmaron la declaración. El mercado es el responsable del creciente hambre en el mundo, la FAO ha demostrado ser incompetente, dando voz a los países del Norte para pedirnos que renunciemos al Estado, única herramienta capaz de regular la injusticia.
Si los Estados poderosos han renunciado a la seguridad alimentaria de los más pobres en pos del lucro de las cinco corporaciones (Cargill, Dreyfus, Bunge y Born, Andre y ADM) que controlan el 80% del comercio mundial, el único recurso que nos quedará para contrarrestar esta desigualdad será refugiarnos en nuestra soberanía.
Helder Cámara, el obispo brasileño líder del Movimiento de Sacerdotes del Tercer Mundo, manifestó : "Si doy comida a los pobres, me llaman santo. Si pregunto por qué los pobres no tienen comida, me llaman comunista".
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